Capítulo treinta y uno.

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- ¡Isaac! - grito en cuanto abrimos la puerta de la lo que queda de la casa de la familia Hale. - ¡Isaac! - llamo una vez más, antes de ser interceptada por Derek. 

- Está inconsciente, Avalon. - explica el hombre. - Pero se va a poner bien. 

- ¿Lo...? ¿Lo prometes? - balbuceo con la mirada clavada en Isaac sobre lo que alguna vez fue una bonita mesa de madera. 

- Lo prometo. - responde Derek y parece que es la primera vez que lo dice en mucho tiempo. 


Quito sus brazos de mi alrededor y me acerco a Isaac lentamente. Acaricio su cabeza y aprieto los labios para no comenzar a llorar porque eso me haría ver débil. Me inclino sobre su rostro, deposito un beso en su mejilla, muy cerca de sus labios, y recuerdo lo que se sintió besarlos. 

En este momento, mis dudas sobre mi ancla dejan de ser importantes y lo único que mi corazón siente es dolor por verlo de esa forma. Sea o no mi ancla, lo quiero, enserio lo quiero. 


- Por favor, despierta. - le susurro con los ojos cristalizados. - Por favor, abre los ojos. - pido una vez más antes de escuchar un grito de Scott. 


Perfecto, primo querido. Mientras yo sufro porque Isaac está inconsciente, tú intentas recuperar tu tatuaje. 

Recargo mi cabeza en el pecho de Isaac y escucho los latidos de su corazón. Ese sonido me reconforta porque me recuerda que, sin importar lo que vea en el exterior, sigue vivo. 

Enserio necesito que despierte, necesito hablar con él y decirle cuánto siento que la última vez que nos vimos fuese tan desagradable. 


- ¿Lonie? - me llama Stiles. - ¿Vamos? - niego con la cabeza. 

- Quiero estar con él cuando despierte. - explico con tristeza. 

- No creo que sea... - comienza a decir mi primo, pero se detiene en busca de una palabra adecuada para describir la situación. - Simplemente no creo que debas quedarte. 

- La llevaré a su casa en la noche, si eso les tranquiliza. - interviene Derek y parece sincero. 

- No, no lo hace. - se apresura a responder Stiles y le dirijo una mirada para que entienda que esto es lo que quiero hacer. Mi amigo suspira. - ¿Estás segura? - asiento, decidida. - Llama cuando estés regresando. 

- Lo haré. - le aseguro antes de que ambos se despidan y se dirijan a la puerta. - ¿Por qué no despierta? - le pregunto a Derek. 

- Lo hará pronto. - responde el hombre justo antes de que mi primo comience a arañar la puerta. - Scott, basta. 

- ¿Qué es esto? 


Veo a Derek alejarse de Isaac y de mí y le explica a Scott qué fue lo que pasó con el símbolo en su puerta. Es algo que ya sabíamos: los Alfas. Por ello, no me molesto en prestar atención a la conversación y me concentro en Isaac. Continúo acariciando su cabeza y susurrándole en el oído cuánto deseo que despierte. Recorro con mis dedos sus mejillas y me permito tocar sus labios por unos segundos. Ya no quiero que despierte, necesito que despierte. 


- Vamos, hazlo por mí. - murmuro en su oído. 


Su cuerpo da un salto apenas perceptible y me alejo al instante. 

¿Lo he imaginado? 

Otro salto más. 

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