Digamos que mi vida dio un giro de 180° cuando mi madre falleció, fue algo muy tragico, que no solo dejo secuelas física,si no que también las dejo psicológicas, ella era mi mejor amiga, mi mayor confidente, mi ángel de la guarda, la que de verdad estaba ahí cuando mas lo necesitaba, la que d verdad jamás iba a fallarme, y se fue, y tan solo se quedo su recuerdo.
Pero ahí no se quedo la cosa, tras cuatro años sin conocer a ninguna mujer, mi padre conoce a su chica ideal en un viaje a España, ¿Qué quiere decir eso?, que colgó los zapatos, y ya nunca volvió a ser el mismo, me saco de mi vida, de mi ruta diaria, de Estados Unidos, para traerme a España, al peor de los lugares a Madrid, esta mujer, Rebecca Hunter, no es una mala mujer, hasta día de hoy hemos convivido bastante bien, durante siete meses, ellos ya piensan en casarse, muy a mi pesar.
Con un único y gran problema, Rebecca tiene un hijo de diecinueve años, Connor Wells Hunter, el peor chico que se ha cruzado por mi camino, chocamos demasiado, no nos soportamos, y su estancia aquí conmigo cada vez se me hace mas insoportable, discutimos a todas horas, cuando el dice blanco yo digo negro y viceversa, insoportable.
Me levanto como cada mañana a esto de las ocho para salir a correr un rato, a estas horas el ambiente no suele estar muy contaminado ya que no hay demasiado trafico.
Salgo del abriagador calor de la cama, y voy directa al baño, mi vejiga va a explotar de un instante a otro, no lo soporto, justo de frente la puerta del baño se me cierra en las narices.
-¡Connor Wells, abre la maldita puerta!- Digo dándole golpes al marco, de verdad, es insoportable, es el típico chico con varios tatuajes, pelo largo marron y de cuerpo definido que se cree mejor que nadie.-¡Lo digo enserio, abre o la echare abajo, maldita sea!- Sigo dando golpes, y el se dedica a reír.
-¿Por qué no te callas un poco niña gritona?- Dice abriendo la puerta entre risas.
-No soy ninguna niña gritona, pero si no entro ya me orinare encima- Digo dando saltitos.
-Está bien, entra y callate, odio escucharte desde tan temprano- Repeina su pelo y baja las escaleras, doy un grito de frustración y entro al baño.
Término de orinar, lavo mis manos y voy a la cocina a desayunar, por que siempre tengo que desayunar con el, es algo que no término de entender.
-Dejame pasar, tengo que coger la manzana de la nevera- Digo tratando de apartarlo.
-Parece que me sigues Valeria- y si, así me llamo, mis amigos y amigas suelen llamarme Valu.
-Por favor Connor, deja de decir gilipolleces y dejame pasar, tan solo cogeré la manzana y me marchare- El asiente, yo cojo mi fruta, y salgo de la cocina.
Regreso a la habitación para coger el cronometro y una botella de agua, todo esta listo, y tan solo me quedan coger mis llaves para salir de casa, y tratar de relajarme.
-Te acompañare, no tengo nada mejor que hacer- ¡Genial!, ahora si que nada puede ir peor.
-Ni pensarlo, es el único rato en el que no tengo que soportarte, no dejare que lo arruines- El ríe.
-En todo caso te soportó yo a ti, aun así, te acompañare- Pongo los ojos en blanco, si el no estuviese delante me tiraría de los pelos.
No entiendo por que las cosas tienen que ser tan complicadas, ¿no podemos dejarlo estar?, solo llevamos treinta minutos corriendo y ya noto como mi sangre empieza a arder, ¿No podría haberme tocado algo mejor?, ¿Una hermana tal vez?, ¿Y alguien como mi mejor amigo Louis?, no nada de eso, me ha tenido que tocar el tío mas creído de este planeta, y no solo eso, también insoportable, aun no he descubierto nada bueno de el, y nuestros padres se casaran en poco, ¡Valeria respira!
-Yo voy a sentarme un rato aquí, tu podrías seguir corriendo y perderte durante un rato- Digo apoyando mi mano en mi barriga y sentándome en el banco.
-¡No me lo puedo creer!, ¿Enserio estas ya cansada Valeria?- Le miro extrañada.
-¿Tu que crees?, llevamos una hora corriendo, bueno eso yo, por que tu solo te has dedicado a darme el coñazo, y a decirme lo mal que te caen mis amigos y a hablarme sobre las grandes tetas de tu novia- Si, tiene novia, se llama Molly, es una chica pelirroja, insoportable, al igual que el, es evidente, y muy creída, también como el, por suerte solo tengo que aguantarla los sábados, cuando mis padres no están y el se la trae a casa para poder tirarsela.
-Vaya...pensé que no me estabas escuchando- Yo río.
-Eso mismo fuese querido yo, pero por desgracia tengo dos oídos con los que oigo tus gilipolleces y criticas, ¿Para que has venido?, ¿Para joderme el único rato libre que tengo?-El niega, para mi sorpresa.
-No exactamente, hoy no lo he hecho por eso, no se, me apetecía salir contigo a tomar el aire- mis ojos se abren como platos, a la vez que empiezo a soltar carcajadas.
-Que seas mi hermanastro, no significa que vaya a creerme todo lo que sale por tu boca, así que ve a contarle esas historias a la tetona de tu novia y a mi dejame en paz, no te he hecho nada para que estes constantemente incordiandome- El me mira.
-Tal vez tienes razón, pero tu también me incordias a mi, menos veces pero tan bien- Me levanto del banco y me pongo a su altura.
-Si te incordio es por que tu no me dejas estar tranquila, nunca me dejas, así que no pienso comenzar ahora una guerra por quien molesta más a quien, tan solo te pido que vayas a correr con tu novia o con otra persona que no sea yo, por favor- Digo ya rendida.
-Esta bien, me iré, pero si he venido, ha sido por que me ha apetecido, no por que quisiera incordiarte.- Tras eso se despide con la mano, y va corriendo hasta perderse de mi vista, de nuevo me siento en el banco, y suspiro, estoy cansada de tener esta clase de discusiones cada 5 minutos.
Termino el recorrido, y voy de vuelta a casa, me siento un poco mal, tal vez me he pasado con Connor, pero es que saca lo peor de mi, es irremediable que me ponga histérica y que diga cosas que tal vez no deberia, pero me saca de mis casillas, es algo que no puedo definir.
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Aprendiendo a Amar
RandomTodo comenzó en el fallecimiento de mi madre, todo era genial, yo vivía en Estados Unidos, mi padre era un hombre viudo pero capaz de todo, hasta que en un viaje a España conoció a una mujer, que le hizo colgar sus zapatos, todo seria genial, con un...