Capitulo 46

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El jardín de la fraternidad esta lleno de gente borracha, chicos y chicas que se pasean desorientados y tirados por el suelo, y la música retumba por toda la casa.

Esto me trae muchos recuerdos, y no son muy buenos del todo, Harry agarra mi mano y entramos juntos a la casa.

-Valeria, estate tranquila ¿Vale?, no haré nada.- Le miro y asiento.- Solo trata de pasarlo bien.

Me dirijo hasta Elizabeth dejando a los chicos solos y a su bola, bebiendo y bailando, Elizabeth y yo nos quedamos sentadas en unas sillas de la cocina, tomando algo frío.

-¿Te apetece estar aquí?- Me pregunta mientras da un sorbo a su bebida.

-No, en absoluto- Las dos reímos y terminamos nuestros vasos.

La fiesta se vuelve aún mas insoportable, he perdido a todos de vista, incluida Elizabeth que hasta hace unos momentos estaba a mi lado, me da la sensación de que cada vez hay mas gente aquí, y no sé, me estoy empezando a agobiar.

Yo no me he movido de la cocina, no me apetece perderme entre la multitud y que nadie me encuentre, la musica sigue retumbando en mis oidos.

Un chico se sienta a mi lado y echa su cabeza hacia atrás, como si estuviese mareado, como si no estuviese acostumbrado a beber.

-¿Austin?- El me mira con los ojos inyectados en sangre.

-Hola..Valeria.- Sonrío y le miro, está muy ebrio y fijo que mañana ni siquiera recuerde que ha estado aquí.

-¿Te encuentras bien?- Vaya pregunta mas absurda.

-Un poco mareado, ¿Salimos a tomar el aire?- Me ofrece, no me queda mas remedio que asentir, y salir tras el, tampoco me apetece quedarme sola en una sillita esperando a que alguien aparezca para sacarme de esta maldita fiesta.

Nos sentamos en el porche de la casa, y Austin comienza a vomitar, trato de mirar hacia a otro lado, porque si me quedo hay observandole, vomitare yo también.

Cuando se le ha pasado un poco el mareo y las náuseas, trato de conversar con el.

-¿Por qué has venido a la fiesta?- El se encoge de hombros.

-Realmente, he aparecido aquí de casualidad, arrastrado por mi compañero de piso, ¿Y tú?- Suspiro.

-Arrastrada por mi novio, el cual ahora ni si quiera se dónde está.- El mira hacia la puerta.

-Tal vez deberías entrar y buscarle, prefiero estar solo- Le miro extrañada, porque hasta hace un momento fue el quién me pidio que lo acompañase.

-Está bien, tranquilo- Digo levantandome y sacudiendo mis pantalones.

-Espera.- Me giro.- Lo siento.- Niego, el sonríe y yo entro de nuevo a la fraternidad.

Busco a Harry por todos lados, pero no consigo encontrarle, lo llamo a su teléfono, pero tampoco recibo respuesta, a lo lejos, puedo ver la cabeza de Marco, y corro hasta el antes de que se me escape.

Está muy ebrio, dudo que en condiciones de hablar, pero aún así, le pregunto.

-Marco, escuchar, ¿Has visto a Harry?- El niega.- Por favor Marco, llevo buscandolo toda la noche, necesito saber dónde está.- De repente se queda serio, y suspira, señala con su dedo las escaleras que dan a la parte de arriba.

-Arriba Valeria.- Asiento, y voy hasta las escaleras.

Por un momento, una brisa de aire frío recorre todo mi cuerpo, y recuerdo el incomodo momento de hace unos años cuando encontré a Harry con otra chica en la habitación, espero que esta vez no sea así.

Recorro el largo pasillo y abro cada una de las habitaciones, excepto una, a la cual han echado el seguro desde dentro.

Llamo a la puerta, varias veces, pero parece no haber respuesta, vuelvo a llamar, y el seguro parece abrirse.

Miro hacia arriba, Harry aparece sin camiseta y con tan solo unos boxers, una chica sale corriendo por la puerta con tan solo una sábana reliada al cuerpo.

-Valeria...Yo...- Niego, y noto como mis mejillas se empapan de lagrimas, en estos momentos, estoy tan tan dolida, que tengo hasta ganas de vomitar.

-No digas nada Harry, aquí tienes tu anillo- Digo sacando mi anillo del dedo y dejándolo en su mano.

-Valeria, no por favor- No digo nada, tan solo me limito a que mis talones giren y a marcharme de aquí.

Salgo lo más rápido que puedo de la fraternidad, y corro por la carretera, sin saber dirección alguna, sin saber en que rumbo voy, tampoco sé que ha pasado, ni que pasará después, solo sé el daño que me ha echo, todo lo que he dejado por el, y que me lo haya pagado así, de esta manera, mis pies siguen avanzando, corriendo, sin dirección alguna, pero mi corazón parece dejar de latir por momento y caerse a pedazitos al suelo.

Duele, duele mucho.

Sigo corriendo, hasta que por fin ya puedo ver la WCU desde lejos.

Paro de correr, y comienzo a caminar, tratando de llegar lo antes posible, para derrumbarme en mi habitación, para llorar todo lo que tenga que llorar, y para extrañar todo lo que tenga que extrañar, porque juro que cuando salga de esa habitación va a ser totalmente recuperada.

Por fin me encuentro abriendo la puerta, cierro de un portazo, y me tiendo sobre la cama, aquí comienza mi calvario.

Aprendiendo a AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora