Capítulo 6 | Pasado, Presente |

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Pasado

Me recibo como la más nerd del planeta.

Llegué a la biblioteca a las nueve en punto de la mañana, justo cuando abrieron. Se acercaba la fecha de mi primer parcial y sentía la necesidad de empezar la Universidad con el pie derecho. Duramente caí en cuenta que el que me haya ido bien en el colegio no significa que será lo mismo en la facultad.

Esta es una de las pocas bibliotecas públicas que abren los sábados, pero a pesar de eso estaba casi vacía. Normalmente no es muy concurrida, pero lo que me terminó de convencer fue que no hay rastros de estudiantes universitarios por acá. Sólo hay adultos mayores metidos en sus asuntos. Apenas éramos cuatro personas las que estábamos distribuidas en todas las mesas del lugar.

Al medio día decidí cerrar el libro y guardar mis apuntes. El hambre me interrumpió mis dos horas y media de puro estudio y concentración. Además, estaba lejos de casa y no sabía muy bien como manejarme sola por la zona. En ese momento alguien arrastró una silla y se sentó al frente de mí en la misma mesa donde yo estaba. No alcé la mirada, fingí estar ocupada todavía con mi celular mientras pensaba: "¿Cuál es la necesidad? Hay un montón de sillas y mesas vacías. ¿Justo se tiene que sentar acá?"

Tomé el libro y los apuntes dispuesta a levantarme.

— ¿Ya te vas? - preguntó en voz baja.

Lo miré.

Era un pibe morocho de lindos ojos y linda sonrisa.

¿Por qué sonríe?

— Sí, ya me estoy yendo.

Le contesté para no ser maleducada. Era obvio que me estaba yendo.

— Espera un segundo - me pidió.

— Perdón, estoy apurada - mentí.

Me ponía de mal humor tener que hablar en susurros para no molestar a los demás.

— ¿Apurada? - lanzó una carcajada - ¿Para qué estaría apurada una mina que viene los sábados a la mañana a tragar libros?

Su falta de pronunciación de las 's' me hizo darme cuenta que es del interior. Alcé las cejas y volví a poner mis cosas donde estaban. Crucé mis brazos apoyando mis codos sobre la mesa y me incliné un poco hacia él. Sonrió divertido.

Sí, era lindo.

— ¿Vos cómo sabes que vengo solo los sábados en la mañana?

Pregunté confundida y empezando a sentirme incómoda. No recuerdo haberlo visto antes.

— ¿Ves ese chico que está allá atrás?

Preguntó girando su cabeza y señalando sin disimular a un pibe que estaba sentado detrás de un escritorio lleno de hojas y carpetas. A él sí lo había visto antes. Trabaja acá, pero no sé exactamente haciendo qué ya que nunca habíamos cruzado ni una palabra. Me causó gracia que desde su silla y puesto de trabajo estaba asesinando a su amigo con la mirada.

El de la linda sonrisa me miró nuevamente.

— Se llama Agustin, y lo flechaste.

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