Capítulo 36 | México lindo y querido |

8K 370 22
                                    




La fecha de mi viaje a Playa del Carmen, México se acercaba. Ahora sólo faltaban tres días y sentía que el tiempo se me estaba acabando. Lo primero que debía hacer era lo más difícil: hablar con David y explicarle el por qué de mi repentino alejamiento en estos últimos días. Tenía que dejarlo, necesitaba dejarlo, o sino todo volvería a salir mal con Mateo. Y si él me rechazaba una segunda vez, entonces aceptaría que de verdad esta vez fue él quién se dio por vencido.

Saludé a David con un abrazo que duró un poco más de lo normal. Le pedí que viniera a casa, pero preferí que nos quedáramos en la entrada del edificio para sentir esa presión de hacer las cosas rápido. Me sonrió de medio lado y noté lo desanimado que estaba. Nos sentamos en los escalones y mi mente dio mil vueltas pensando en cómo arrancar esta difícil conversación, pero fue David quien lo hizo fácil.

— Es por él, ¿verdad?

Desvié la mirada y asentí en silencio.

— ¿Se vieron?

Asentí nuevamente, siendo incapaz de usar mis palabras. Su rostro estaba tenso y serio, como una piedra. Y antes de que me hiciera la otra pregunta, decidí evitarle ese mal rato y decirlo de una vez.

— Lo besé.

Confesé mirándolo.

David simplemente se puso de pie y carcajeó irónico.

— Temía que esto pasara, ¿sabes?

— Si te hace sentir mejor, él me rechazó. No quiere saber nada de mí.

Le dije desde mi lugar e hizo una mueca.

— No, la verdad no me hace sentir mejor.

Llevé mis manos a mi cara y me cubrí el rostro.

— Perdoname, yo...Hace unos días vino a verme la mina con quien Agustin me engañó. La pasé muy mal, no sabía con quien hablar al respecto y Mateo...-

— No me expliques, no quiero saber.

Mordí mi labio y lo miré.

— Soy un desastre de persona, lo siento.

Me levanté y me acerqué a él con los brazos cruzados, encogiéndome por mi propia vulnerabilidad.

— Cuando te conocí y me contaste todo sobre Agustin y Mateo, supe que no debí meterme con vos, porque me di cuenta que en realidad es Mateo a quien no podes ni queres soltar.

Negué avergonzada con la cabeza, dándole la razón.

— Que volvieras a buscarlo fue predecible, ¿sabes? Él te demostró que sí se puede continuar después de vivir algo espantoso.

Expresó con resignación.

— No, en realidad vos lo hiciste - respondí con honestidad.

Siguiendo mis impulsos lo abracé rodeando su cintura con mis brazos, y él me abrazó rodeando mi cuello con los suyos.

Dejó un sentido beso en mi mejilla antes de irse y sentí un enorme peso menos en los hombros.

AfterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora