Capítulo 28 | Indiferencia |

7.4K 332 12
                                    


Dos meses después

Desperté sintiendo un líquido que viajaba desde mi interior hasta mi garganta, pero me contuve y no lo dejé salir. Abrí los ojos y me mareé sin siquiera haber movido un músculo. Reconocí la habitación de Jenny pero no recordaba cómo llegué acá. Me llevé la mano a la frente e intenté juntar los pocos recuerdos del día anterior mientras respiraba profundo para controlar las gigantes ganas de vomitar. Habíamos salido otra vez con las chicas, de eso estaba segura. Primero nos vimos en lo de Emilia y tomamos algo de vino. Mucho vino, a decir verdad, pero después no recuerdo nada. A mi lado estaba Sofia durmiendo y su despeinado cabello rubio le cubría el rostro, luego miré al piso donde dormía Emilia en una especie de cama improvisada.

Jenny entró con un aspecto terrible al cuarto y sosteniendo una taza en sus manos.

— Buen día.

Dijo la colorada con voz ronca. Sofía roncó fuerte y las dos reímos. Me levanté de la cama sintiéndome como el orto y caminé hasta el baño. Me até el pelo en una cola alta, me lavé la cara y por último cepillé mis dientes. Cuando regresé al cuarto ya todas estaban despiertas y me senté en la cama al lado de Jenny. Hicimos un recuento de lo que hicimos anoche y estallamos de risa cuando recordamos que Emilia y yo chapamos con el mismo pibe.

— ¿Y si salimos hoy también?

Las tres me respondieron "no" al unísono.

— ¿Estás loca? Hemos salido casi todos los fines de semana. Ya no aguantamos tanto como cuando éramos más pendejas.

Dijo Sofía mientras intentaba sentarse.

— Aprobé dos parciales esta semana, boludas, DOS. Merezco relajarme un poco.

— ¿Lo de anoche te pareció relajante?

Preguntó Emilia desde el piso.

Sabía que esa excusa no bastaría para convencer a ninguna de las tres.
Y aunque no era mentira eso de que aprobé, en realidad tenía otro motivo para salir a bailar y tomar como vengo haciendo desde que Mateo y yo dejamos de hablarnos hace dos meses. Él comenzó a ignorar mis llamadas y mensajes, así que dejé de insistir. Nunca me hubiese imaginado que sería yo quien le lastimaría los sentimientos a él, y por eso quería volver a repetir las salidas. No porque me haya convertido en una alcohólica sin control, si no porque durante un par de horas me olvidaba de todo.

Me olvidaba de los cuernos que me puso Agustin, y también olvidaba la tristeza que sentí al enterarme que Mateo siempre lo supo. Pero sobre todo, olvidaba lo mucho que los quería y extrañaba a los dos.

Sí, a los dos.

Cuando regresé a casa hablé con Maxi y me dijo que hoy saldría con los chicos, así que sin pensarlo mucho le dije que los vería en el boliche de siempre. Seguramente no tomaría, pero quería seguir yendo a lugares que me ayudaran a distraerme de todo. Era obvio que Mateo estaría ahí, pero creo que sabría cómo manejarlo.


...



Había mucha gente y me frustré mientras intentaba llegar a la parte de la barra donde estaban ellos. Mi corazón dio un vuelco al ver a Mateo pero actué como si nada pasara, y él hizo lo mismo. Los tres sostenían vasos en sus manos y por suerte no se me antojó ni un poco de alcohol, al menos por ahora. A Mateo lo saludé con una forzada sonrisa que me devolvió sin moverse de su lugar, con Peter nos saludamos con un rápido beso en la mejilla y a Maxi le di un gran abrazo. Decidí no alejarme de él y así evitar tener un incómodo encuentro a solas con Mateo. Él esquivaba su mirada de nosotros y se limitaba a ignorarnos. Algo dentro de mí, pero muy dentro, hasta el fondo, se irritó por su indiferencia. Sin embargo, fue bueno saber que esta indiferencia por parte de ambos haría que todo transcurriera normal.

AfterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora