Capítulo 26 | Mentiras |

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Toqué desesperadamente la puerta de su departamento con millones de lágrimas en los ojos. Fue un alivio cuando lo llamé al salir del Café y me dijo regresó al depto luego de pasar por un Auto-Mac. Apenas abrió la puerta lo empujé varias veces por el pecho con todas mis fuerzas y me agarró por las muñecas para detenerme.

— ¡Para, ¿qué haces?! - preguntó enojado.

Me solté de mala gana y lo volví a empujar antes de pasarle por al lado. Sobre la mesita de vidrio ubicada en el centro del living estaba una bolsa de McDonalds. Su hamburguesa estaba medio comer al lado de su bebida. En la tv pasaban lo que parecía ser la repetición de un partido de fútbol y sin pensarlo dos veces agarré el control que estaba en el sillón y la apagué. Mateo cerró la puerta y se giró hacia mí escupiendo fuego.

— ¿Qué mierda es lo que te pasa ahora?

Durante todo el camino hacia acá me concentré en mantener la faceta de mina fuerte, pero claramente no lo logré. No podía calmarme ni dejar de llorar. Me miró preocupado y quiso acercarse, pero me alejé. Tensó la mandíbula y vi cómo de a poco fue apareciendo la vena de su frente.

— ¿Por qué carajos estás llorando?

— Jenny dijo que Agustin...-

No sabía cómo terminar la frase, porque literalmente no sabía qué fue exactamente lo que ella quiso decir, pero sé que era algo muy malo. Respiré profundo varias veces antes de seguir hablando bajo su mirada confundida y enojada.

— ¿Agustin qué?

Preguntó muy inquieto buscando una respuesta en mis ojos.

— ¿Agustin alguna vez me engañó?

Pregunté con un fuerte temblor en mi voz y mirándolo fijo a los ojos. Tenía la esperanza de que Mateo saltara a reclamarme de dónde había sacado esa estupidez, pero en cambio agachó la mirada y cerró los ojos con fuerza. Cubrí mi boca con mis manos sin poder creer lo que su gesto me confirmó.

Mateo caminó hasta el sillón y se sentó apoyando sus codos en las rodillas. Se cubrió el rostro con las manos y luego las apartó.

— ¿Qué te dijo Jenny?

Preguntó mirándome cauteloso.

— ¡No pienso irme de acá hasta que me respondas!

Grité acercándome a él sintiendo cómo el cuerpo entero me temblaba. Pero Mateo se quedó callado y desvió la mirada.

— Mateo, por favor.

Supliqué restregándome las lágrimas de la cara con la mano mientras mi desespero crecía a paso rápido.

— Mateo.

Sus ojos volvieron a conectarse con los míos. Su rostro estaba muy serio, prácticamente lo había puesto entre la espada y la pared.

— ¿Qué es lo que queres saber? - preguntó.

Apreté mis manos en puños y mi respiración se aceleró.

— ¿Qué pasó? ¿Qué hizo?

Pregunté perdiendo la fuerza para volver a gritarle. Mateo suspiró y volvió a desviar la mirada.

AfterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora