Capítulo 14 | Atorrante |

8.5K 366 6
                                    



Se acercó a mi escritorio y me entregó una carpeta.

— Mari, en quince minutos vendrán a entregarme un contrato que debo firmar. Los vas a recibir vos, y luego le echarás un ojo antes de dámelo. Mientras tanto podes revisar estas cuentas.

Alcé las cejas.

— Papá, ya son las cuatro y media.

— ¿Y?

— Ya es mi hora de salir. Tengo que hacer mil cosas para la facu.

— Cuando termines con esto será tu hora de salir.

Ordenó antes de irse y entrar a su oficina. Volteé los ojos y dejé caer mi espalda en el respaldo de la silla.

Digamos que mis padres se dieron cuenta que me bajé dos botellas de vino yo sola en una noche y no se lo tomaron muy bien. Y volver todas las tardes a la oficina a trabajar con mi papá en el negocio familiar era mi castigo. No tengo una oficina propia, pero uso una que está desocupada al lado de la recepción. 

Mi trabajo era revisar por encima los cálculos de los ingresos de las últimas semanas. Sumar, restar, multiplicar y dividir. Es aburrido, pero no tan difícil como parecía. Para eso había decidido estudiar Administración de Empresas.

Me ocupé de mi tarea con la esperanza de que esos quince minutos se pasaran rápido. Y así fue, pero los papeles que debía esperar estaban tardando más de lo necesario. Miré la foto que tenía sobre mi escritorio donde salía yo abrazando a Abril y sonreí con nostalgia.

— Si supieras lo mucho que cambió mi vida sin vos - susurré.

Decidí poner mis ojos en la pantalla de la computadora y pasarme por algunos documentos que seguían abiertos. Sabía que si seguía mirando la foto mi día se volvería melancólico.

— Permiso, vengo a...-

Cerré los ojos con fuerza cuando escuché la voz de Mateo. ¿Es joda esto? Él no terminó la frase y su cara se paralizó al notar que era yo la persona detrás del escritorio. Vestía igual que aquel día que nos encontramos en el café y terminamos besándonos en la puerta de su departamento: camisa blanca, corbata, pantalones y zapatos negros. Aunque esta vez sí traía saco. Sostenía unos papeles, los cuales se arrugaron cuando apretó sus manos con fuerza. Luego pasó su mano por la parte trasera de su cabeza y se rascó nervioso.

— Se supone que le tengo que entregar esto a Olivia, pero no hay nadie en recepción.

Dijo mirándome desde la puerta de la oficina con una expresión difícil de descifrar. Extendí la mano para que se acercara y me los entregara, pero no se movió.

— Oli se fue hace rato - le expliqué.

Cuando se adentró a la oficina sus ojos se mantuvieron fijos en los míos y sentí mi garganta secarse. Me dio los papeles en la mano y le agradecí.

— Es como la tercera vez que vengo a entregar algo de parte de Eduardo. No te había visto antes, ¿qué haces acá?

Preguntó cruzándose de brazos frente al escritorio.

— Mi papá es el jefe.

Contesté fingiendo que su presencia no me inquietaba ni un poco y revisando los papeles que me entregó.

AfterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora