Capítulo 18 | Más Cerca, Más Mío |

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— Ya no es tu cumpleaños.

Dije mirándolo antes de darle otro trago a mi bebida. Sacó su celular e hizo una mueca chistosa al ver que ya eran las dos de la mañana. Observé el desastre del living y respiré profundo. Estaba cansada y todavía no habíamos recogido ni una servilleta.

— Este me gusta más que el anterior.

Dije recogiendo mis piernas y abrazándolas sobre el sillón.

— A mi también - contestó - hay más espacio.

Me bebí el resto de mi trago y él vació su cerveza mientras me contaba cómo había conseguido este lugar. Luego salió nuevamente al balcón a fumar, pero estaba haciendo frío así que me quedé adentro. Fui a la cocina a buscar algo para llenar mi estómago y encontré un paquete de galletas. Mientras me las comía me recosté en el marco de la puerta de la cocina y lo observé dando las últimas caladas al cigarro antes de tirarlo al piso para apagarlo con una pisada. Cuando entró alzó las cejas al verme y lanzó una carcajada.

— ¿Sos joda?

— ¿Qué? - pregunté con la boca llena.

Se acercó sin dejar de sonreír. Metió su mano en el paquete y se llevó la última galleta que quedaba a la boca.

— Estas son mías, boluda - se quejó.

Miré el paquete vacío.

— Eran - respondí divertida.

— Sos una tonta.

Contestó rodeando mi cuello con su brazo para pegarme al costado de su cuerpo. Lo abracé por la cintura y le di un corto beso detrás de su oreja.

— Te quiero besar desde hace horas - murmuró sin soltarme.

Yo también quería.

Juntamos nuestros labios y se movieron con sincronización. Él fue quien se encargó de profundizar el beso y yo enredé mis dedos en su pelo para hacer presión. Solté el paquete de las galletas y sus manos empezaron a recorrerme el cuerpo con mucha tranquilidad. El beso subió de tono rápidamente. Llevé una mano a su pecho para acariciarlo por encima de su remera, y mis dedos picaron por las ganas que tenía de tocar toda su piel. Sin dejar de besarme apartó sus manos de mi cuerpo para sacarse la campera y luego colocó sus manos en la parte baja de mi espalda para pegarme más a él. Nuestras bocas se separaron apenas unos centímetros para llenar nuestros pulmones de aire. Con las respiraciones agitadas nuestros ojos se encargaron de comunicar el deseo que ambos sentíamos. Apoyé mi frente con la suya, mientras que sus manos acariciaron mis caderas e hizo presión para que sintiera lo mucho que su cuerpo me necesita. Quería decirle tantas cosas, pero no sabía por dónde empezar.

Me miró desespero en los ojos.

— Quisiera encontrar la fuerza para frenarme, pero no puedo - murmuró.

— ¿Si te digo que somos los dos quienes no encontramos esa fuerza, nos sentiremos menos culpables en la mañana?

Pregunté en un susurró.

Tragó fuerte y asintió. Me incliné para volver a besarlo, pero esta vez pausadamente. Colgué mis brazos en su cuello y sus dedos empezaron a tocarme por debajo de mi remera. Sus labios bajaron a mi cuello y mis ojos se cerraron cuando clavó sus dientes.
Me dio un beso rápido y corto antes de alejarse completamente.

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