CINCO

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Al instante, todo el mundo se calló mientras se giraban hacia la puerta. En ese momento, al ver lo que había en la puerta -o más bien quién- bajaron la mirada hacia el suelo.

Y entonces empezaron los murmullos.

Murmullos por todas partes, tan fuertes -tantos- que hacían que me dolieran los oídos.


Joder, Clea. Odio a los humanos. ¿Solo saben murmurar o qué?

Quién sabe.

¿Estás bien? Te noto rara...

Todo perfecto. Solo estoy cansada...

Clea...

Ya, no te preocupes.


De repente, enfrente de mí, se encontraban Liam y una chica castaña. La chica era bastante guapa, con unos ojos mieles y una cabellera castaña que le llegaba por los hombros.

Al verlos juntos, sentí un tirón en la barriga, y gruñí sin poder evitarlo.

Liam me miró con posesividad, pero antes de que él o yo pudiésemos decir algo, la pelirroja de Verónica se puso a dar palmas, y a arrastrar a la chica y a Liam hasta los asientos de mis lados.

- ¡Liam, Sam! Qué bien que habéis llegado. Nia, ellos son de los que te estaba hablando. Chicos, ella es mi compañera de cuarto, llamadla Nia.

Yo fruncí el ceño al escuchar ese nombre otra vez dirigido a mí persona.

- No me llamo Nia- dije entre dientes, resaltando cada palabra.

- Entonces, ¿cómo te llamas?- dijo el pelinegro, Jonathan- Y no digas que no es de mi incumbencia, o te seguiremos llamando Nia.

- Mi nombre es Bryana- respondí después de pensármelo un rato, y a regañadientes.

- Que nombre más guay- dijo Christian, el novio de Verónica.

- ¡Es genial! Dijo la tal Samantha con una sonrisa al mismo tiempo que Verónica hacía un puchero y se quejaba de que no me llamara Nia.

- A mí me gusta más Nia, definitivamente.

Al oír eso, me giré de golpe, haciendo que todo el mundo se callara y me mirara mientras yo fulminaba con la mirada a la persona que había dicho eso, Jonathan.

Él, al ver que le miraba como si quisiera matarle, alzó las manos en señal de inocencia.

- ¿Qué? Es más chulo- declaró.


Lo voy a matar.

Cálmate, Bry.


Me acerqué a él, pero antes de que pudiera amenazarle, Liam le cogió de la camisa.

- Dijo que no la llamaras así-gruñía como un perro, la verdad.


Pero que perro, madre mía...

Clea...


No os metáis en mis cosas- les dije a los doschicos- y dejadme en paz. –Dije esta vez mirando a los otros, para luego irmede la cafetería dejando a todo el mundo murmurando a mis espaldas.    

* * *

¡Estoy viva!

El capítulo es cortito, lo sé, pero me quedé sin imaginación XD

Decidme que os parece. 

Max en multimedia.

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LA DECISIÓN DE UNA LOBADonde viven las historias. Descúbrelo ahora