TREINTA

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A partir de ese momento todo fue muy rápido.

Jade le dió un golpe en la cabeza a Bianca, desmayándola, y se acercó corriendo junto a su mate.

Neil se lanzó encima de Alfred, pero él lo esquivó tirándose encima de mí.

Neil me miró, y se giró para matar a un lobo gris que estaba atacando a Jack.

Yo me quité a Alfred de encima, y le dí un puñetazo en la cara, tirándole al suelo. Transformé una de mis manos en una garra, y se la clavé en el pecho.

Alfred se levantó y me dio un puñetazo en la cara.

Entonces, de entre los árboles, salió un lobo muy grande de color castaño, que se tiró encima de Alfred mordiéndole en el costado.

Alfred se transformó en un lobo de un color oscuro como su pelo, y se lanzó encima del lobo castaño.

Empezaron a pelearse el uno con el otro, mordiéndose y dándose zarpazos.

Yo me giré, intentando que no me mataran, cuando vi a una loba lanzarse sobre mí. Empecé a pelear con ella, pero como humana estaba muy en inferioridad de manera que me transformé.

Noté como mis huesos se partían, uno a uno, y se volvían a unir dándome una forma distinta a l'anterior. Todo mi cuerpo se llenó de un pelo blanco muy espeso. Noté como mi vista se agudizaba, al igual que todos mis sentidos. Me sentí más liviana, más veloz.

Y de repente, era una loba en todo su esplendor.

Me lancé encima de la loba, decidida a desgarrarle el cuello con mis garras.

Estuvimos peleando durante lo que me pareció una eternidad, mientras todo a mi alrededor desaparecía.

Oí un grito proveniente de algún sitio detrás de mí.

Le desgarré la garganta a la loba con mis garras, dejándola por fin muerta. Entonces me giré intentando descifrar de quién venía el grito que había oído.

Vi al lobo castaño luchando contra el lobo oscuro.

Los dos estaban muy malheridos, pero seguían luchando ferozmente.

Me acerqué a ayudar al castaño.

Le clavé mis fauces en el lobo más oscuro, arrancándole el pedazo de su cuerpo, ya magullado.

El lobo cayó al suelo, muerto.

El otro lobo me miró, agradeciéndome, y se giró para luchar contra otro lobo que había por allí.

Vi como el lobo al que había matado se transformaba de nuevo en Alfred, ensangrentado y sin una parte de su torso.

Inspiré profundamente.

Me giré para ver como un puñal era enterrado por la espalda de Nikolay. Este cayó al suelo revelando a la persona que lo había matado.

Bella se encontraba detrás del cuerpo de Nikolay, ensangrentada y llorando.

- ¡Ah!

Se oyó desde lejos. El mismo grito que antes.

Vi como una persona se acercó a Bella corriendo de forma torpe, tropezando a cada paso que daba.

Se acercó más a ella y vi como sacaba un cuchillo.

Actuando por instinto, me interpuse.

Le cogí el brazo a Diana y lo retorcí, haciendo que se clavara el cuchillo a ella misma en el estómago.

Me aparté de su cuerpo, y me acerqué a Bella que se encontraba llorando en el suelo mientras hundía el puñal en el pecho de Nikolay, una y otra vez.

La abracé con fuerza sacándole el puñal de la mano.

- Ya está. Sh... Ya está.- La mecí con fuerza abrazada a mi cuerpo.

Ella me abrazó llorando.

- Yo no quería... Pero ya no podía más. Quise que parara. Tenía que parar de una vez.- Sollozó.

- Ya está. Ha parado, se ha acabado.

De repente me di cuenta de que ya no había ningún ruido.

Levanté la mirada de mi amiga, y vi como todos se habían detenido, y miraban fijamente los cadáveres de Nikolay y su familia.

Entonces me di cuenta.

Estaban muertos. Todos ellos. Y eso significaba que la guerra había terminado. Y que nosotros habíamos ganado.

* * *

Todo había terminado y nos encontrábamos todos reunidos en el lago del bosque.

Nos habíamos duchado, y nos habíamos cambiado de ropa.

De esta guerra había salido mucha gente herida, y también mucha de muerta, por ambos bandos.

Estábamos reunidos para decidir qué haríamos ahora.

Teníamos una manada de más para controlar, y solo un alfa para ello; de manera que teníamos que decidir quién sería el nuevo alfa de Blue Moon Blood.

Entonces Jonathan levantó la cabeza mirando fijamente un punto del bosque que llevaba hacia la plaza del centro de la manada.

Empezó a correr como un poseído con nosotros detrás de él.

Llegamos a la plaza y él se quedó quieto, como paralizado mirando a un punto donde no había nadie. Empezó a respirar entrecortadamente, como jadeando.

Se detuvo un momento, inhaló con fuerza.

Entonces se giró y se me quedó mirando fijamente.

- Mía.- Gruñó.



LA DECISIÓN DE UNA LOBADonde viven las historias. Descúbrelo ahora