DOCE

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Me desperté, la mañana siguiente, en la misma habitación en la que me había acostado horas antes.

Me levanté sigilosa y me dirigí al pasillo, dándome cuenta de que la puerta no estaba cerrada con llave.

No di ni dos pasos cuando vi a Alfred apoyado en la pared.

Frené de golpe e intenté retroceder silenciosamente.

- Te huelo y te oigo desde aquí. Deja de esconderte y vámonos, padre está esperando.

Resignada, me puse a su lado y lo seguí.

Llegamos a una habitación grande y ostentosa, que supuse que era el despacho de Nikolay.

- Ya estamos aquí, padre.

- Al fin. Ya era hora de que llegaran.

Me senté en el sillón de enfrente de la mesa de Nikolay con tranquilidad.

- ¿Qué se supone que quieres? ¿Porqué me has traído aquí? - exigí.

- Estás aquí para casarte con mi hijo y ayudarnos a derrotar la manada de Sylver Moon. - Inspiré profundamente.

>> ¿No sientes ni un poco de rencor hacia ellos? ¿Hacia los que decían ser tu familia y te traicionaron, te exiliaron? ¿De verdad que no sientes ningún deseo de venganza?

Cerré la boca.

>> ¿Lo sientes, verdad? Pero sabes que sola no podrías lograr tu venganza... Por esa razón es que te ofrezco la oportunidad de vengarte de ellos. Únete a nosotros. Venguémonos de esos que te hicieron tanto daño.

* * *

A pesar de que ya habían pasado muchas horas seguía oyendo el eco de sus palabras.

>>Vuelve a tu habitación y reflexiona si deseas vengarte o si dejarás que te pasen por encima y se crean superiores a ti.<<

La verdad es que deseaba tanto hacerles pagar... pero odiaba a Nikolay, no confiaba en él.

Después de la conversación, Alfred me llevó al comedor y almorzamos, para a continuación, llevarme a mi habitación donde había permanecido encerrada.

Di una vuelta en la cama aburrida.

Tenía ganas de hacer algo; lo que fuera.


Clea, ¿puedes detectar a alguien cerca de aquí?

Hay dos lobos cerca que me resultan conocidos pero no sabría decir quien son.

Perfecto, gracias.


Me levanté de la cama y me dirigí a la puerta. Como antes, estaba abierta.

Caminé por el pasillo con pasos cautelosos e insonoros, hasta llegar a la puerta que suponía que salía al exterior.

Intenté abrir la puerta, pero me di cuenta de que estaba cerrada con llave, de manera que me arrodillé y empecé a intentar forzar la cerradura para poder salir a fuera.

Al cabo de poco tiempo ya había abierto la puerta y me encontraba mirando a mi alrededor.

La manada se veía destrozada. Las casas estaban en ruinas, había sangre en el suelo y cosas destrozadas por doquier.

Oí el ruido de una pelea, y me acerqué corriendo a ver qué pasaba.

Al llegar al lugar de donde provenía el ruido, vi que había dos lobeznos que estaban golpeando a un pobre chico demasiado joven como para poderse transformar.

- ¡Oye! ¿Qué creéis que estáis haciendo?

Me acerqué a ellos y cogí a uno de los agresores por la camisa. Este intentó darme un puñetazo por lo que lo lancé contra una pared y me preparé para arremeter contra el otro.

El segundo agresor, dejó en paz al chico y se lanzó a por mí. Golpeé su nariz hasta romperla y le dí una patada en las costillas.

Este y su amigo se levantaron y salieron arrastrándose lejos de allí.

Descartándolos, me dirigí al chico, que se había encogido en sí mismo.

- ¡Ey! ¿Te encuentras bien? ¿Qué ha pasado?

El chico me miró y, antes de que pudiera decir nada, se desmayó cayendo en mis brazos.


¡Clea! ¿Dónde puedo llevar a este chico para que descanse?

A tres kilómetros de aquí, dentro del bosque, hay un lago muy tranquilo. Allí podrá descansar.

Genial, gracias.


Lo cogí entre mis brazos y lo llevé hasta el lago que me había indicado Clea.

* * *

- Oye... ¿Qué-quién eres? ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Qué quieres?

Me giré hacia el chico y me acerqué a él.

Llevaba durmiendo 3 horas y ya estaba empezando a preocuparme de que le hubieran hecho un daño mayor del que me había parecido al principio, de manera que me alegré de ver que estaba despierto.

- Por fin te has despertado, chico. Me alegro.

Él, asustado, me dijo:

- ¿Quién eres y qué quieres de mí?

- Mi nombre es Bryana, y soy la persona que ha impedido que te dieran la paliza de tu vida y que te mataran. ¿Cómo te llamas? ¿Y quiénes eran esos chicos?

- Mi nombre es Black. Y ellos son mayores míos y, por tanto, tienen derecho a hacer eso.

¿Qué? Eso no puede ser cierto, ¡qué abuso!

- ¿A qué te refieres con mayores?

Él desvió la mirada.

- A que ya se han transformado. Ya son lobos completos, no como yo.

- ¿Y se supone que eso les da derecho a abusar de su poder? - me indigné -. Pues eso es una gran tontería que no se debería permitir.

Black se encogió de hombros aún sin mirarme.

Pasados unos minutos, su estómago me avisó de que tenía hambre.

- Quédate aquí y haz un poco de fuego, voy a cazar algo para comer. Si tienes sed, bebe esto.- Dije dándole una botella de agua.

Cuando volví, media hora después, Black ya no se encontraba allí.

* * *

¡Hola!

¡Hoy estoy muy contenta, porque... es my cumpleaños!

Felicidades para mi ;D

Me siento tan contenta que... quizás mañana también haya un nuevo capítulo :D

Ya veremos... XD

Comentad y votad que os ha parecido este capítulo :3 

LA DECISIÓN DE UNA LOBADonde viven las historias. Descúbrelo ahora