VEINTE

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- Digan la verdad. ¿Qué hacían espiando la manada?

Silencio.

Llevábamos casi media hora intentando que hablaran, pero parecía que esto iba a ir para largo.

- ¿Podéis hablar de una maldita vez?- exigí, ya cansada.

Jonathan se adelantó decidido a golpearlos, y yo, como las veces anteriores, lo impedí.

- Dije que sin sangre.- lo miré fijamente durante unos segundos. Entonces me giré a mirar a los tres cautivos.- Cambiemos de táctica, ¿queréis? Mirad, a partir de ahora yo lanzaré suposiciones, y veremos si estoy muy equivocada.

Los miré fijamente un momento, mientras pensaba por dónde empezar.

- Empecemos con una fácil. Tú. Veníais para recolectar información sobre esta manada; sobre su funcionamiento.- Uno desvió la mirada.- Correcto, entonces. Te toca, Jonny.

- Venís por orden de una manada que nos piensa atacar pronto... ¿Dentro de dos, tres semanas?- Miró fijamente a los hombres.- Tres semanas, de acuerdo.

Sonreí.

- Me parece que así avanzamos mucho más rápido, ¿no?

Gracias a ese método, pasada media hora ya teníamos mucha información.

Sabíamos que habían sido enviados para conocer el funcionamiento de la manada, y sus puntos fuertes y débiles. Sabíamos que tenían órdenes de derribar las defensas todo lo posible.

Lo único que no sabíamos, que no les habíamos podido arrancar, era de qué manada venían.

Al menos no lo sabíamos hasta que dijeron:

- No traicionaríamos nunca a nuestro alfa supremo.

Esas palabras, alfa supremo, eran unas palabras que solo una manada usaba para dirigirse a su líder, a su alfa.

Al oírlas, me levanté, enfadada.

Cogí a uno de los hombres y lo puse de pie.

- Coge a los otros.- Le ordené a Jonathan.- Vamos a charlar con vuestro alfa.- dije mordaz.

Me dirigí más adentro en el bosque.

Até a los hombres juntos a un árbol, y me transformé en Clea. Una vez transformada, aullé tres veces.

Pasados tres minutos, entraron corriendo por el bosque dos lobos gigantes. Uno de ellos tenía el pelaje completamente negro, el otro lo tenía gris oscuro.

Detrás de esos lobos, se encontraba un lobo de color arena oscura, un poco más pequeño, y una loba de color crema también un poco más pequeña.

Me acerqué a ellos, tan enfadada que ni siquiera noté que Jonathan se transformaba detrás de mí.

Jonathan, transformado en un lobo gris, se colocó a mi lado, un poco confundido.

Les gruñí a los grandes lobos; a mis hermanos.

Enseñándoles los dientes, inicié una comunicación mental mediante Clea y sus lobos; Uniss y Dinn.

- Habéis mandado lobos a vigilar Blue Moon Blood, ¿verdad?

- Sí.- Afirmó Neil.

Me preparé para contestarle algo cortante, cuando noté como se unían a la conversación tres lobos más.

- Tranquilizate, Nia.

- ¿No te dije que no me llamaras así?- lo miré.

Sonriendo, Jonathan me contestó:

- Sí. Pero ya te dije que me gusta más. Sigue siendo más chulo.

Resoplé.

Volví a mirar a los lobos que había detrás de mis hermanos.

- ¿Quiénes sois?- exigí.

El de color arena oscura se adelantó, sonriendo divertido.

- Mi nombre es Jack, y soy el beta principal de la manada Sylver Moon.

La loba, en cambio, no se movió de su sitio, detrás de Max.

- Mi nombre es Jane. Y no te importa.

Max sonrió, enseñando todos sus dientes.

- ¿No es mona, mi mate?

Sin poder evitarlo, abrí los ojos con sorpresa. Así que mi hermanito ya había encontrado a su mate...

- Me da igual.- Contesté.- Tenéis suerte de que los hayamos encontrado nosotros.- Dije refiriéndome a los tres licántropos que había atados en un árbol detrás de mí.- Si lo hubiera hecho alguien más, ahora estarían siendo torturados, o quizás ya estarían muertos.

- Gracias entonces, por haberlos encontrado.- Dijo Max.

- ¿Qué queréis a cambio de ellos?

- Quiero que os larguéis y que dejéis de planear iniciar una guerra contra Blue Moon Blood.

Neil se me quedó mirando fijamente.

- Así que es cierto. Te has unido a esa manada.- afirmó.- De verdad que pensaba que tenía una hermana más lista.

Max suspiró.

- Dice que no sabe nada acerca de la guerra de Blue Moon Blood.

Neil se giró a mirarlo.

- Eso no puede ser possible. Todo el mundo sabe sobre ella, y sobre lo que hicieron esos... locos.

Los miré confundida durante un instante, y luego me giré a mirar a Jonathan.

- No sé que es eso de lo que estáis hablando, pero os agradecería que cogierais a vuestros espías y os largarais de una maldita vez.

Neil asintió, y unos lobos más pequeños salieron de entre los arbustos y cogieron a los guardias atados para llevarlos lejos de allí.

Todos se giraron y se fueron excepto Max, que me miró fijamente.

- Cuando sepas la historia, puedes llamarme. Ten por seguro que vendré a por tí.

Luego se giró y se fue por dónde se habían ido los demás.

Yo me giré y miré a Jonathan, teníamos una larga conversación por delante.

* * *

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¡Nos leemos pronto!  


LA DECISIÓN DE UNA LOBADonde viven las historias. Descúbrelo ahora