Prólogo: Mansión Malfoy

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Harry se detuvo ante la majestuosa casa que se alzaba ante él. Era enorme, imponente. Incluso daba algo de miedo. Pero él, como buen auror, debía sobreponerse a sus miedos y pasar. Hacía dos años que se había convertido en jefe de su departamento, y las misiones más peligrosas eran para él.


Se detuvo ante una enorme verja oxidada, y tras susurrar el hechizo de apertura, pasó al jardín.


-Señor Potter... ¿pasa usted solo o le esperamos aquí? -preguntó uno de sus subordinados.


-No se preocupe, Smith. Paso yo solo. Si tardo más de media hora, venid a por mí -respondió. Smith miró el reloj y asintió, dando una seca cabezada.



Harry atravesó el polvoriento umbral de la puerta principal y se dirigió al salón. Allí, como esperaba, encontró el cadáver de Lucius Malfoy. Pese a que ya le habían avisado; no pudo evitar estremecerse, pues la nota anónima que había recibido a primera hora esa mañana no había podido prepararle para aquel desagradable espectáculo.


El cuerpo del ex mortífago estaba abierto en canal, y comprobó con horror que le habían quitado algunos órganos, entre ellos, el corazón.


Sin dejar de preguntarse para qué querría alguien los órganos de una persona tan mayor como el señor Malfoy, Harry procedió a inspeccionar la habitación. Miró a su alrededor. Lo que más le llamó la atención fue una inmensa chimenea de brillante mármol, que contrastaba contra el polvo y la suciedad que impregnaban el resto de la casa. Sobre la repisa de la chimenea, había un paquete de polvos flu que alguien parecía haber depositado apresuradamente.


-Specialis Revelio -murmuró Harry.


El paquete de polvos flu se abrió, y unos pocos flotaron hacia la chimenea, donde aún ardían algunas brasas. Estas no tardaron en volverse verdes al ser tocadas por los polvos. Intrigado, Harry decidió meterse en la chimenea, para seguirle el rastro al culpable del asesinato de Lucius Malfoy.


...


Apareció en una chimenea de otra casa, muy parecida a la que acababa de abandonar: vieja, llena de polvo... Pero esta vez no era el único ser vivo de la habitación.


Oyó el silbido de una serpiente a sus pies. Intentó decirle que se alejara de él, pero comprobó desalentado que ya no podía hablar pársel, y que los siseos del reptil eran ininteligibles para él. Quizás es por falta de práctica, pensó, o porque ya no soy un Horrocrux de Voldemort. Afortunadamente, la serpiente pasó de largo.


En ese instante, la puerta que estaba al fondo de la habitación se abrió, emitiendo un chirrido horroroso. Por ella entró un hombre que apenas llegaba a los treinta años. El suelo crujió mientras se acercaba a Harry, que se había quedado paralizado al reconocer a su antiguo compañero de Hogwarts, Theodore Nott.


Lo miró más detenidamente. Pese a que tenía la misma edad que él, su pelo blanqueaba en las sienes y su rostro estaba surcado de arrugas. Aparentaba cerca de cincuenta años.


Harry se preguntó qué le podría haber pasado para sufrir semejante deterioro físico, pero antes de que pudiera abrir la boca; Nott se acercó, chasqueó los dedos y le inmovilizó, haciendo que surgieran unas gruesas cuerdas de las desvencijadas paredes de yeso. Harry se maldijo interiormente al ver la facilidad con la que la habían atrapado.


-Harry... Potter -dijo Nott, arrastrando las palabras-, cuanto...tiempo. He esperado mucho tiempo para poder verte en persona. No te preocupes, en seguida te soltaré. No pasarás conmigo más de una hora. ¡Crucio! -chilló de improviso.


Harry gritó. La maldición imperdonable le había tomado por sorpresa. Por suerte, el efecto solo duró unos pocos segundos.


-¿Por qué estoy aquí? -preguntó algo confundido-. Y... ¿por qué has matado a Lucius?


-Lucius era una rata traidora -respondió con una sonrisa escalofriante-. Era tan mortífago como los demás y, sin embargo, él se libró de Azkaban. Se merecía morir. Seguro que yo les voy a dar un mejor uso a sus órganos de los que él les daba-comentó despreocupadamente-. Y, contestando a la primera pregunta... Tú estás aquí para presenciar el nacimiento de un nuevo Señor Tenebroso. Es insoportable ver a los muggles cada vez más desarrollados, y que nosotros los magos sigamos sin cambiar nada. ¡Somos mejores, pero son ellos los que nos dominan!


-Y, ¿por qué has esperado tanto tiempo? -quiso saber Harry-. Podrías haber aparecido justo después de la caída de Voldemort, y habrías tenido muchos más seguidores; no habría dado tiempo a meter a los mortífagos en Azkaban.


-Aún no estaba preparado -contestó Nott-, necesitaba viajar y aprender de sus errores. Además, ni siquiera era mortífago oficial, los demás no me habrían aceptado como su jefe.


-La Segunda Guerra Mágica está demasiado presente aún. No vas a tener seguidores suficientes, ni podrás con el Ministerio. Hemos reforzado la seguridad, y no vas a conseguir tanto poder como Voldemort -dijo Harry, aparentando más seguridad de la que realmente sentía.


-Tal vez ahora no, pero, que no te engañe mi aspecto, tengo todo el tiempo del mundo. No me importa esperar cinco años, diez o veinte. Además, aún me siguen apoyando antiguos compañeros de Hogwarts. Quiero ver caer al Ministerio, a todos aquellos que capturaron a los mortífagos. No tienen razones para mantenerlos encerrados, ya que vuestro bando también mató y torturó -argumentó Nott.


Harry se estremeció. Se imaginó una nueva Guerra Mágica, sonde esta vez, él no estaría en tan buena forma como antes y serían sus hijos los que sufrirían las consecuencias. Pensar en James, Albus y el nuevo bebé que nacería pronto hizo que reuniera la fuerza suficiente como para librarse de sus ataduras, que se habían ido aflojando conforme Nott hablaba con él. Justo cuando iba a coger los polvos flu que había en la repisa de la chimenea, notó como un rayo de luz morada que provenía de la varita de Nott le daba en la espalda.


-¡Nott! -dijo girándose-. No me has hecho nada, el hechizo no ha tenido efecto -comentó, algo sorprendido.


-Ya no soy Nott, desde ahora seré Jamarcan. Y el efeco lo notarás con el paso del tiempo -añadió, con una sonrisa perversa.


Harry, que se había dejado su varita en la Mansión Malfoy, decidió irse de allí, pensando que ya tendrían tiempo suficiente para pararle los pies.



Harry se despertó sobresaltado. Pese a que habían pasado más de nueve años, aún seguía teniendo pesadillas con ese día; aunque todavía no le había contado a nadie lo que había pasado en esa mansión.


En poco tiempo todo se descubriría, pues Harry notaba cómo la maldición de Nott le iba afectando cada vez más. Decidió que cuando Albus terminara su primer año en Hogwarts se lo contaría a la familia.



***
Okay... un poco tétrico, quizás. Pero esto es sólo una pequeña introducción para lo que va a pasar dentro de muuuchos capítulos. Así que de momento don't worry about this :)




Albus PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora