3: Hogwarts...al fin

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Bueeno... es un capítulo bastante largo, así que espero que lo leas en un momento que tengas tiempo, no lo leas deprisa y corriendo :p
***

Por fin llegó el treinta y uno de agosto. Al día siguiente iba a pisar Hogwarts por primera vez. Albus estaba muy nervioso por saber en qué casa quedaría. Su hermano James no paraba de decirle que iba a quedar en Slytherin. En cambio, Lily le dijo que sería un gran Ravenclaw, ya que se había leído varios de sus libros de texto con bastante entusiasmo. Su primo Fred le decía que no sería digno del apellido Potter si no quedaba en Gryffindor.

El tema de las casas le empezó a agobiar mucho, hasta que mantuvo una conversación con su casi-hermano Teddy Lupin.

    -No te preocupes, Al. Sé que es mucha presión que cada uno te diga en qué casa deberías quedar -dijo mientras se alborotaba su pelo azul eléctrico-. A mí, mi abuela Andrómeda me decía que iba a ser un gran Ravenclaw, pero todos los Weasley y mi padrino me dijeron que era probable que acabara en Gryffindor, la casa de mi padre. Y mírame, al final quedé en Hufflepuff, la casa de mi madre, y no me fue tan mal allí. El Sombrero no se suele equivocar -concluyó Teddy sabiamente.

    -Pero nadie te dijo que ibas a ir a Slytherin -objetó Albus, con tristeza.

Albus recordaba esta conversación mientras era ayudado por Lily a hacer el baúl. Su hermana pequeña estaba triste por tener que separarse de él, ya que aún le quedaban dos años para ir a Hogwarts, y quería pasar la última tarde del verano con Albus.

    -Lilu, ¿Qué opinas que hay que guardar primero, el caldero o las túnicas? -preguntaba Albus.

    -El caldero. Las túnicas las tendrás que sacar cuando te vistas en el tren -dijo Lily, como si estuviera respondiendo algo obvio, mientras las doblaba cuidadosamente.

Cuando terminaron de guardar todo, estuvieron jugando al quidditch en el jardín trasero mágicamente ampliado. Desde que dejaban participar en el equipo a los de primer año, Albus soñaba con entrar, pero sabía que era muy complicado, pues los más pequeños del colegio no sabían volar tan bien como los de cursos superiores.

El partido de aquella tarde estuvo muy igualado. Jugaban Teddy y Harry como guardianes, Ginny y Lily como cazadoras y James y Albus como buscadores. Iban empate cuando Albus divisó la snitch, y salió disparado hacia uno de los extremos del jardín. James, al verlo, lo siguió; y como su Thunderstreak era más rápida que la vieja Barredora de Albus, atrapó primero la snitch. Para él, habría sido muy humillante que su hermano pequeño le ganara en algo que se le daba tan bien como el quidditch, pero como -afortunadamente para él- aquello no había pasado, le estuvo restregando su victoria a Albus durante toda la cena, hasta que Harry, harto de oírlos discutir, los mandó a sus respectivos cuartos.

Tras guardar el último libro, que se acababa de terminar de leer, Albus cerró la tapa del baúl con suavidad, abrió la jaula de Deepy para que pudiera salir a estirar las alas y se fue a dormir.

A la mañana siguiente lo despertaron unos golpes que provenían de la habitación de James. Miró el calendario que había pegado en la pared y tachó el último día de vacaciones. Albus esbozó una sonrisa nerviosa. ¿Y si no hacía amigos en Hogwarts? ¿Y si todos esperaban que fuera una leyenda a la altura de su padre y luego acababa defraudando a todos? Y lo que era peor... ¿y si acababa en Slytherin y se convertía en la vergüenza de la familia?

Albus intentó apartar todas esas preocupaciones de su mente, pero no lo consiguió, ya que al bajar las escaleras se encontró con James, que aprovechó para recordarle todas aquellas que tenían que ver con el tema de las casas.

    -Yo ocupo la habitación de Sirius Black y, al igual que él, soy un Gryffindor. Tu habitación, en cambio, es la de Regulus Black, un asqueroso Slytherin -comentó despreocupadamente.

Albus PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora