1: Por fin once años

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Apenas acababa de amanecer, pero ya estaba levantado.

Para Albus, que jamás se levantaba antes de las diez durante las vacaciones, era algo extraordinario.

Pero hoy era un día especial, no todos los días se cumplen once años. Llevaba mucho tiempo soñando con ese momento, desde que su hermano James, que era dos años mayor que él, los cumplió y recibió la carta para entrar en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Durante todo ese tiempo, le había escuchado todo tipo de historias, desde las de la casa de Gryffindor (donde había estado todo su familia), hasta relatos de los partidos de quidditch, ya que su hermano jugaba como buscador desde su primer año.

Bajó corriendo a la cocina, donde estaba su padre leyendo El Profeta tranquilamente.

-¡Muchas felicidades, Al! Qué pronto te has levantado hoy -dijo extrañado.

Pero Albus solo quería una cosa.

-¿Ha llegado ya? -preguntó, impaciente-. ¿Ha llegado la carta de Hogwarts?

Su padre sonrió y le entregó un sobre en el que estaba escrito su nombre con tinta verde: "Señor A. S. Potter"
Albus sonrió. Al fin había llegado el momento tan esperado. Por fin tenía su carta. Abrió el sobre, cuidadosamente, como si pensara que se fuera a romper en cualquier momento, y empezó a leer la lista de cosas que iba a necesitar durante su primer curso.

Justo en ese momento apareció Ginny, su madre, en la cocina.

-¡Muchas felicidades! -dijo mientras le abrazaba-. Tienes que estar listo, que he invitado a toda la familia a comer. Mañana te daremos tu regalo. Ah, y péinate un poco, no pensarás recibir así a la familia -. En ese momento vio la carta que Albus tenía en las manos-. Oh, ya ha llegado la carta de Hogwarts. Vamos a tener que ir un día de estos al Callejón Diagon, ya que todas las túnicas de James están destrozadas. Espero que tú seas más cuidadoso que él -añadió mientras Albus intentaba aplastarse su alborotado cabello azabache.

El resto del día lo pasó con la familia; habían llegado sus abuelos y toda su familia materna. Tenía muchos tíos y muchos primos, algunos de los cuales ya llevaban varios cursos en Hogwarts e incluso habían finalizado su etapa escolar. Pero a quien más ilusión le hizo ver fue a su prima Rose, que también empezaba ese año el colegio, pero ella cumplía los años a principios de marzo, por lo que ya había recibido su carta.

Además, Rose era la prima con la que mejor se llevaba, ya que al ser sus padres muy amigos, pasaban mucho tiempo juntos. Con el paso de los años, Albus consideraba a Rose no solo su prima, sino también su mejor amiga y confidente, alguien a quien le podía contar todos sus miedos sin temor a que se burlara de él.

La mayor parte del tiempo estuvieron hablando de las casas de Hogwarts, un tema que les preocupaba mucho a ambos.

-A mí me parece una tontería eso de seguir la tradición familiar y acabar en Gryffindor. Personalmente, no me importaría quedar en Ravenclaw -decía Rose mientras le miraba fijamente con sus ojos azules, como si le desafiara a contradecirla.

-Yo solo espero no quedar en Slytherin -comentó Albus-. Si no, James tendría demasiadas cosas por las que burlarse de mí.

Rose le iba a decir que no exagerara, que James no sería capaz de hacer eso, pero justo en ese momento, una quaffle lanzada por James desde el otro extremo del jardín golpeó con fuerza la espalda de Albus.

-Perdona Al -gritó James-. Cuando seas mi compañero en el equipo de Gryffindor no se te escapará la quaffle.
Albus supiró y le pasó la pelota a su hermano.

-Ves, Rose -dijo con tristeza-. Lleva así todo el verano. Ojalá llegue la Selección y quede en Gryffindor. Así se acabará todo de una vez.

Fue un día agradable, uno de esos últimos días de verano en el que toda la familia se reunió, conscientes de que no se volverían a juntar hasta Navidad. El sol empezaba a declinar cuando el último miembro de la familia Weasley abandonó la residencia de los Potter. A Albus ese día se le había hecho extraordinariamente largo, y había estado esperando a que se marchara su familia para poder ir al Callejón Diagon. Sin embargo, ya era muy tarde, por lo que iba a tener que esperar al día siguiente para poder ir a por su material escolar.

<<Bueno -pensó Albus metiéndose en la cama- no ha sido una total pérdida de tiempo, me han regalado muchas cosas>>. Albus sonrió pensando en su guitarra nueva y en la colección de películas y libros muggles que le habían regalado sus primos.

La afición de Albus por la cultura muggle era motivo de burla por parte de su hermano James y de sus primos Fred y Louis; pero ninguno de los muchos intentos de estos había conseguido que Albus dejara de tocar la guitarra y de leer clásicos muggles.

Albus se durmió, pensando en sus regalos y en lo que más le inquietaba: la Ceremonia de Selección.

***
Vaale... un capítulo algo corto, pero los primeros son sólo una introducción, de cómo es Albus y el mundo que le rodea. Ya vendrán capítulos más largos :)

Albus PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora