15: Nuevo director, nuevos castigos

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Albus pegó la oreja a la puerta del baño del segundo piso, donde hacía apenas unos minutos, había mantendio una conversación bastante interesante con Myrtle la llorona. Cuando ya no oía el jaleo de los de Gryffindor subiendo hacia su torre, decidió abrir la puerta cautelosamente.

Miró a un lado y a otro, y efectivamente, el pasillo estaba desierto. Salió del baño y empezó a andar hacia las escaleras lo más sigilosamente posible. Apenas se había alejado un par de metros de la puerta del baño cuando se encontró con el director, que acababa de girar una esquina.

Albus no se pudo creer su mala suerte.

-¡Señor Potter! ¿Qué hace usted aquí a estas horas?

Albus giró la cabeza discretamente, deseando que la puerta del baño ya se hubiera cerrado. El director siguió la dirección de su mirada.

-¿El baño de chicas? ¡¿Qué hacías en ese baño de chicas?! -dijo el profesor Lideskull, algo alterado.

Desgraciadamente, Albus aún tenía el cuello de la camisa y parte de la corbata mojados, por lo que al director le resultó fácil sumar dos y dos.

-Si quieres ir al baño, utiliza el de chicos. Además, el cartel ese que dice <<No funciona>> está ahí por algo.  La profesora McGonagall me comentó que te crees el señor del colegio, que rompes todas las normas posibles y que haces caso omiso a las prohibiciones.

Albus pensó que le habría confundido con James.

-Y no pongas esa cara de sorpresa, jovencito, como si no hubieras infringido ninguna norma. Me temo que como castigo vas a limpiar el baño de chicos del cuarto piso durante un mes. ¡Sin usar magia!

Albus no se podía creer que lo hubieran vuelto a castigar. ¡No lo había hecho a propósito! Sin embargo, decidió no ganarse la enemistad del nuevo director, por lo que permaneció callado mientras que el profesor Lideskull le soltaba un sermón sobre la importancia de cumplir las normas. Apenas el director acabó, salió corriendo por el pasillo en dirección a la sala común de Slytherin, pues solo le faltaba que Filch también le castigara por estar despierto a esas horas.

-¿Dónde has estado? -preguntó Scorpius nada más verle entrar en la sala común-. Me has tenido todo el banquete aguantando a Rick y a Zabini...

Albus, algo avergonzado por lo que le acababa de pasar, prefirió no contestar.

...

Durante la semana siguiente, Albus apenas tuvo tiempo para investigar sobre la Cámara de los Secretos. Todas las tardes estaba ocupando, o en los entrenamientos de quidditch, o haciendo deberes en la biblioteca. No le había parecido buena idea contar su descubrimiento a Rose y a Scorpius, pues su prima estaba muy en contra de romper las normas, y para su amigo le resultaba imposible mantener algo en secreto sin que Rose se enterara.

Aun así, no dejaba de parecerle sospechoso el que hubiera una habitación en el Castillo a la que nadie pudiera acceder y que estuviera tan bien guardada. Recordaba haber oído hablar de ella en la Madriguera, pero no sabía ni cómo se accedía ni por qué estaba tan celosamente guardado lo que había en ella.

Lo primero que se le ocurrió fue preguntarle a su hermano. Los Merodeadores tenían muy buena memoria a la hora de recordar cómo llegar a sitios secretos, y Albus dudaba que hubiera un lugar en todo  el colegio que no apareciera en el mapa que tenían, y al que no supieran cómo llegar.

Apenas una hora antes de jugar el primer partido de la temporada, Gryffindor contra Slytherin, Albus se encontró a su hermano en el vestíbulo. No dudó en preguntarle sobre la Cámara de los Secretos, y le pidió que no le dijera a nadie sobre lo que le había preguntado.

Albus PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora