A Albus nunca le había gustado celebrar su cumpleaños tanto como a James o a Lily. Y no es porque le sentara mal envejecer, o algo así; sino porque al ser solo dos semanas más tarde que el de su padre, a menudo solían celebrarlo el mismo día; y eso significaba menos atención y regalos para el hijo menor de los Potter.
Aún así, aquel año le hizo más ilusión que de costumbre. Apenas llevaba una semana en su casa después de haber pasado el mes anterior con Ollivander. En aquellos escasos siete días ya había ido al Callejón Diagon a por su material escolar, paseado con Rose y Scorpius por el Londres muggle, jugado una gran cantidad de partidos de quidditch en el jardín, escrito varias cartas a su tío Charlie... Si seguía a ese ritmo, pronto se iba a quedar sin cosas que hacer, le había dicho su padre.
Por suerte aquel era el último sábado antes de volver al colegio. A Albus le apetecía más bien poco el volver a madrugar y el pasarse las tardes haciendo deberes en la biblioteca, pero sí que tenía muchas ganas de jugar más partidos de quidditch o leer bajo el haya que hay junto al lago.
Esta vez, lo que le despertó fueron los gritos de Wallburga Black desde el vestíbulo. Albus tenía que reconocer que odiaba a esa señora que lo único que hacía era quejarse a todo volumen, despertando a todo el que estuviera en la casa. Aunque sus padres habían intentado quitarla de ahí en multitud de ocasiones, la vieja señora no se había movido ni un centímetro. También había sido inútil el quitar el lema de la familia Black, Toujours Pur, de las paredes del comedor.
Aún se estaba quejando mentalmente de la anciana señora Black cuando la puerta de su habitación se abrió y entró Teddy.Su medio-hermano no tardó en sacarlo de la cama y darle un abrazo. También le entregó un pequeño paquete envuelto en papel de regalo, pese a que su cumpleaños había sido hace un par de semanas.
-¿Qué haces aquí? -le preguntó Albus, aún algo adormilado.
-¡Hoy viene el tío Charlie a Londres! ¡Vamos a comer aquí toda la familia! -anunció Teddy, al que se le veía bastante más contento de lo habitual. Albus le preguntó el por qué de esa repentina alegría, pero Teddy insistió en que era una sorpresa y que no podía decir nada.
Albus no se consideraba el mayor fan de las sorpresas, por lo que decidió olvidar aquello y dejar de preguntar. Se vistió rápidamente, pues no quedaba nada para la hora de comer, y se apresuró a abrir el regalo de Teddy, una guía sobre cómo convertirse en animago. Algo extrañado por el regalo, pues su medio-hermano había sido prefecto y no le gustaba que se incumplieran las normas del colegio, bajó al salón a ayudar a poner la mesa.
Pronto la familia al completo estaba sentada y comiendo; y como siempre que todos los Weasley se juntaban en un mismo sitio, no faltaba el tema de conversación. Albus estuvo muy pendiente de lo que se dijo respecto a la Segunda Guerra Mágica, y es que desde que Ollivander le había hablado de la Varita de Saúco había estado intentando averiguar lo máximo posible sobre las Reliquias de la Muerte. Se lo había contado por carta a Rose y a Scorpius, pero estos, por su parte, no habían descubierto gran cosa.
Miró a su padre, preguntándose por qué este nunca le había contado nada de la Fábula de los Tres Hermanos; y se sorprendió al verle. Si se paraba a pensarlo, hacía mucho tiempo que no se fijaba en su padre. Su pelo negro azabache empezaba a blanquearle por las sienes, y su cara empezaba a tener algunas arrugas al final de los ojos. Además, cada vez se le veía más cansado; y desde hacía un par de días, muy nervioso.
Decidió dejar el tema, pensando que si a su padre le pasaba algo, este se lo contaría tarde o temprano, y se dedicó a hablar con su tío Charlie, que en ese momento contaba una divertida anécdota sobre dragones.
-Y tú, Teddy, ¿sabes algo ya de tu nuevo trabajo? -preguntó Charlie.
-Claro, empiezo en unos días -sonrió el chico, poniendo el pelo rosa sin querer-. Solo espero que no se me de muy mal...
-Tranquilo... -dijo Charlie, que había palidecido de repente-. Seguro que tu madre habría estado orgullosa de ti.
Teddy volvió a sonreír al oír a su tío. Albus se sintió desplazado de la conversación, como si hablasen de algo que él no sabía. Algo molesto, se levantó de la mesa y se dirigió a la cocina para ayudar a su abuela con el pastel de melaza. Esta le agradeció su colaboración sirviéndole el trozo más grande una vez que estuvieron sentados a la mesa.
Por la tarde, estuvieron todos los primos hablando en el salón, ya que por culpa de la lluvia no habían podido jugar el partido de quidditch que había planeado. Albus se aburrió un poco oyendo a sus primas Molly y Dominique hablar de chicos de séptimo. Dominique también estaba algo pálida y cansada, y se le veía un enorme arañazo que le recorría el cuello. Algo extrañado, se lo comentó a Rose, que estaba sentada a su lado.
Justo cuando parecía que su prima le iba a contestar, abrió la boca Luke Thomas, que también estaba sentado al lado de Rose y que con toda seguridad, había oído la pregunta.
-No busquéis explicaciones raras -le interrumpió, con una cara algo más seria de lo habitual-. Ha sido mi gato. Estuvieron ella y Louis el otro día en mi casa; y accidentalmente le pisó la cola.
Los dos primos asintieron, pero en cuanto Luke se giró para hablar con Fred, Rose miró a Albus y alzó las cejas, algo escéptica.
-Luke debe de tener un tigre, para que le haga esos arañazos -susurró.
Albus asintió, preguntándose por qué todo el mundo tendría que tener tantos secretos. Su padre, Teddy, Charlie, Dominique, Luke... Él solamente esperaba que ninguno de esos secretos fuera lo suficientemente importante como para alterar a su familia y causar algún enfado. Albus no soportaría que sus padres se enfadaran con algunos de sus tíos y dejara de ver a sus primos.
Lee hizo un gesto a Rose con la mano, y ambos abandonaron el salón y se pusieron a jugar con Lily, Roxanne y los gemelos Scammander a uno de los juegos de mesa de su hermana pequeña.
...
Albus sonrió al ver que tenía una llamada de Scorpius. Sin duda, aquel teléfono había sido el mejor regalo que le había podido hacer Teddy. Apenas llevaba un par de horas con él, y ya había hecho más de medio centenar de fotografías de sus primos y tíos, aunque era una pena que estas no se movieran. Desgraciadamente, no podría llevárselo a Hogwarts, pues la tecnología muggle estaba prohibida en el colegio. Decidió devolverle la llamada a su mejor amigo, que seguramente estaría preparando su baúl para ir en tres días al andén nueve y tres cuartos.
...
Bueno, ya sé que estos dos últimos capítulos no están siendo gran cosa. Son solo una introducción al segundo año de Albus, y solo aportan algunos detalles a la historia. Los próximos capítulos serán más interesantes :)
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Albus Potter
Fanfiction¿Qué potterhead no ha oído hablar de Albus Potter? ¿Quién no se preguntó después de acabar el epílogo de Las Reliquias de la Muerte qué le pasaría en Hogwarts? ¿Cómo sería el colegio con tanto primo merodeando por ahí? Si alguna vez te has planteado...