"¿Por qué no me detuviste?"

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Spencer se removió en su cama, incómoda, agobiada por las altas temperaturas de la noche. Había dejado de sentir frío hacía unas cuantas horas atrás, y ahora, podía percibir las abundantes gotas de sudor cayendo por sus sienes.

Se deshizo de las sábanas, y aún así, no podía dormir con tranquilidad. La pesadilla que atormentaba sus pensamientos tampoco se desvanecía, y no pretendía que lo hiciera pronto.

"Te atreviste a entrometerte en la relación de dos personas que se amaban. Bruja despreciable."

Una voz femenina revoloteaba por su cabeza. Se encontró de repente con Alison frente a ella, una mujer sencillamente preciosa. De largo cabello negro y ojos azules platinados, con la piel pálida y ligeras pecas esparcidas en su rostro. Traía el vestido de novia roto, arruinado y lleno de mugre, y sin embargo, nada de eso opacaba su belleza. La muchacha tenía el maquillaje corrido de tanto llorar, era muy evidente que ella quería hacerle pagar el daño que causó en su familia, pero dos hombres la sostenían con fuerza, evitando que atacara.

Spencer corrió asustada en dirección a la salida del templo, no obstante, por más que sus pies andaban a toda la rapidez que daban, nunca lograba llegar a la puerta principal. Era como un camino que no tenía fin, y tendría que quedarse corriendo arrepentida hasta que ya no le quedaran fuerzas.

La gente a su alrededor la miraba con desprecio, como si de un fenómeno se tratase. Asco. Repugnancia. Indignación.

"Dicen que dejó a mi Ali por esta niñata..."

Los murmullos retumbaban en sus oídos. Tenía la capacidad de escuchar todas las voces sonando en su cabeza al mismo tiempo, y dolían como punzadas. Se tapó las orejas, pero era inútil, porque los comentarios nunca se detenían.

"La conoció en un set de filmación. La prensa dice que después de ello, se convirtió en su prostituta personal"

"Menuda zorra"

"¿Cuánto me cobrarás por acostarte conmigo, Spencer?"

Los zapatos de Spencer comenzaban a desgastarse. Pero la iglesia no parecía tener un final.

"¿Por qué no corres en cuatro patas, querida? Si es tu naturaleza, y eso no lo puedes ocultar"

Entre burlas y comentarios horribles, de pronto, la respiración comenzaba a fallarle. No sentía que el aire le llegara a los pulmones con normalidad, si no que más bien, se ahogaba a cada paso que daba. Cuando se halló tendida en el suelo, sin poder levantarse otra vez, imágenes de ella junto a Dave se reproducían frente a sus ojos.

Entonces, el castaño muchacho le bloqueó la vista. Dave llevaba puesto un impecable traje, pero lo que más resaltaba era el afilado que cargaba en su mano, su mirada era suave, casi cálida, y le sonreía con frescura.

—Dave— Spencer jadeó, tomándolo del brazo —, me estoy ahogando. Haz algo, por favor.

Él le acarició la mejilla, con ternura.

—Que ingenua eres. Pero agradezco muchísimo el tiempo que me dedicaste, eres una buena distracción.

El castaño se inclinó para depositar un beso en su frente, al mismo tiempo en que le clavaba una puñalada, justo en el corazón.

Spencer se levantó de un aventón, con la respiración agitada y el ritmo cardíaco acelerado. Su cuerpo entero estaba cubierto por una fina capa de sudor, y su cabello se encontraba más enmarañado que nunca. Quiso calmarse para poder respirar adecuadamente, pero le resultó inútil, tenía tanto miedo e impresión que apenas pudo identificar que se encontraba en su habitación, y todo aquello solo había sido un producto de su imaginación.

Hollywood Adventure » Dave FrancoWhere stories live. Discover now