Flores sobre el escritorio

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Maratón 1/2


Doce semanas después.

Los descontrolados cabellos de Spencer se movían salvajemente gracias a la brisa que hacía aquel día en la gran manzana. Con dificultad intentaba prestar atención al teléfono mientras con las manos se las arreglaba para sostener un café que comenzaba a enfriarse y una nueva novela que ya llevaba por la mitad. Subió cada peldaño de las escaleras en tanto se bajó del subterráneo y casi instantáneamente, supo que tendría que correr sí quería llegar temprano al trabajo, pues no podía darse el lujo de retrasarse ni un par de minutos. Su jefe era sencillamente un enigmático.

—¡Ay, Spence, te extraño tanto!— bramaba Sophie al otro lado de la línea. Spencer daba zancadas —Nada es tan divertido desde que te fuiste. Además, ni siquiera pudimos ir de compras una sola vez. Menuda decepción.

—Lo sé, Sophie, lo sé, pero...

—¿Pero vendrás a la premier de la película, cierto? No puedes faltar— dijo, y pudo imaginársela recostada sobre su cama cambiando los canales con intención de encontrar algo bueno en la televisión.

—Sí, por supuesto que iré. Está estipulado en mi contrato.

—¡Y podrás ver mi nuevo cambio de look!— la animó —El púrpura pasó de moda, y a que no adivinas de qué color tengo el cabello ahora

—Hum... no lo sé, ¿rosa?— la castaña miró a ambos lados antes de cruzar la avenida

—Error. Es azul, me representa más, y siendo sincera se me ve mucho mejor— parecía segura de lo que decía —. ¿Cuándo me dejaras teñirte el cabello a tí?

—No lo creo, Soph— «Ni en un millón de años» pensó —. No me luciría, a tí se te ve fantástico, pero a mí... lo dudo mucho.

—Bueno, pero hay una primera vez para todo.

—Quizás.

—Noviembre está tan lejos...— se quejaba soltando un exagerado suspiro —, no puedo esperar a que regreses a California. Mis amigos han estado preguntando por tí, podríamos salir juntos otra vez cuando estés aquí.

—Mándales mis saludos, ¿quieres? ni siquiera pude despedirme.

—No te preocupes, lo haré— aseguró —. ¿Y ya te has enterado de lo último?

—¿Qué cosa?

—Prometí no contartelo... ¡Pero estoy tan emocionada!— exclamó con entusiasmo —. Ay, bueno, resulta que Dave...

—Disculpa, ¿qué?

—Mi primo...

—Lo lamento, Sophie, la señal está tan mala— esperaba sonar convincente —. No escucho nada.

—Te estaba diciendo que Dave...

—Se va a cortar. ¿Me llamas luego?

Y colgó, sin esperar a que ella le respondiera. «Demasiado cerca» pensó, y sí, estuvo demasiado cerca de romper la promesa que había hecho consigo misma. Desde que se marchó de Hollywood dijo a su yo interior que permanecería lo más alejada posible de los medios de comunicación, con el propósito de no escuchar el nombre de Dave Franco por ninguna parte. No deseaba obtener noticias, ni chismes, ni ver fotografías, ni nada. Lo que él hiciese con su vida no sería su problema. Ella solo era una actriz principiante de Nueva York que había corrido con la suerte de trabajar con Dave durante su primer proyecto, y allí terminaba la historia.

Hollywood Adventure » Dave FrancoWhere stories live. Discover now