Dave abrió con brusquedad la puerta principal del set aquella fría mañana del lunes. Afuera estaba lloviendo a cántaros —cosa inesperada, porque el fin de semana había permanecido todo tranquilo y el sol relucía tras las nubes—, y las botas del muchacho rechinaban dejando débiles huellas de agua sobre el suelo, pero para su suerte, no se había mojado en gran cantidad gracias al hecho de que había conducido con su auto hasta allí. Caminó con la mirada dispersa a su alrededor, como si se estuviera esforzando por dar con el paradero de alguien, pero sin obtener éxito alguno.
—Buenos días, señor Franco— una voz femenina ronroneó a su lado.
Sarah Brooks —una mujer que hacía parte del equipo de efectos especiales—, lo saludó igual que todos los días, alegremente, mostrando el gran escote de su blusa y meneando sus rojizos cabellos a modo de coqueteo.
—Buenos días, Sarah— el chico respondió sin prestar demasiada atención.
Spencer no parecía estar por ninguna parte.
—¿Puedo ayudarle en algo?
—No, no necesito nada— Dave se lo pensó unos segundos, antes de dejarla ir —. ¿Sabe qué?, creo que sí puede hacer algo por mí
Sarah no disimuló su gesto de emoción. Nunca antes había llegado tan lejos en una conversación con Dave a pesar de que se veían todos los días. Él siempre se limitaba a saludarla y después, iba directo a su lugar para repasar sus líneas, buscando que nadie lo interrumpiera.
—Dígame, señor.
—Por casualidad, ¿ha visto a la señorita Reynolds?
La emoción de Sarah pareció cortarse de repente, de mala gana, negó con la cabeza.
—Parece que no ha llegado— contestó rigurosamente —. Cosa rara, porque siempre llega temprano, pero ya sabe como son los niños de hoy en día. Capaz y se aparece borracha.
Dave la observó con el ceño fruncido, quiso decirle algo más, pero reparó en que no quería seguir hablando con ella.
—De acuerdo. Gracias.
Antes de que Sarah pudiera retomar la charla, siguió caminando sin más, analizando cada rostro que le pasaba por el frente. Todos lucían ocupados, y probablemente Bradley no tardaría en pegar un grito para organizar tremendo desorden, pero mientras tanto, tenía que encontrar la manera de localizar a Spencer.
Se decidió entonces por llamarla. Sacó su celular del bolsillo y marcó rápidamente el número, sin embargo, no hubo necesidad de esperar a que contestara. Escuchó perfectamente el tono del teléfono de Spencer en algún lado, y lo reconoció de una vez porque nunca olvidaría el fastidioso sonido que los molestó la primera vez que se besaron en el cuarto de la castaña mientras veían una película. Dave sonrió inconscientemente, reprimiendo los agradables recuerdos en su cabeza.
La divisó a unos cuatro metros de distancia, hecha un absoluto desastre. Venía empapada, con el cabello suelto, un suéter que le quedaba notablemente grande y una bufanda ceñida al cuello. Traía un café en la mano derecha, y con la otra, intentaba a regañadientes sacar su teléfono del bolso.
Como era de esperarse, el fin de semana de Spencer no había resultado demasiado bien, pues se la había tenido que pasar en cama intentando recuperarse del resfriado que había pescado. Y la verdad, lo único que la había hecho sentir mejor fue que Christian se había tomado la molestia de enviarle unas lindas flores a modo de disculpa por haber salido corriendo del restaurante la noche del viernes sin avisar, esforzándose por explicarle que le habían llamado del hospital por una emergencia.
—Aquí estas— Dave se apresuró a moverse para alcanzarla —. Tenemos que hablar.
—No, Dave, yo te voy a matar— rugió la muchacha, de mal humor —. La alarma no sonó está mañana, he tenido que correr para estar aquí a tiempo y aparte de eso, cuando iba saliendo de casa, ¿sabes qué pasó?
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Hollywood Adventure » Dave Franco
FanficDicen que en Hollywood las oportunidades llueven solo si eres lo suficientemente bueno en lo que haces, y eso es lo que Spencer Reynolds ha creído toda su vida. A sus veintidós años y recién graduada de la academia de actuación y bellas artes de Nue...