Esa noche preparé las maletas de Lucy, hoy sería el último día que pasaría conmigo, mañana a primera hora del día ya no sería mi hija, se las entregaría oficialmente a Heather y su esposo, yo estaba tranquila porque confiaba en ellos, no dude ni un segundo en que podrían amarla y quererla como a un hijo propio, comprendía su dolor al no poder tener hijos propios y cuando me encontraron pareció haber una salida para ellos finalmente a su problema, yo estaba agradecida porque mantendrían a mi hija a salvo de mí y mis errores, lo que menos quería era que ellas las pagara siendo completamente inocente.
Alexander todavía no llegaba del trabajo, me pregunté si sería por la tremenda lluvia que se desató desde la tarde, no había parado de llover que ni un alma se asomaba en la calle, todos había corrido a refugiarse a sus casas yo esperaba que al menos se quitará en la mañana porque no quería salir con Lucy estando un clima tan horrible. Baje las escaleras para hacer la cena ya que me entretuve haciendo las maletas de Lucy y las mías, lo había decidido, me iría de esta casa y empezaría desde cero, yo sola, sin depender de nadie esta vez, no me obligaría a soportar esta situación nunca más, se había acabado.
Termine de hacer la cena exactamente cuándo Alexander entró, di un saltó al escuchar como cerró la puerta de golpe, supe de inmediato que había sido un mal día en el trabajo, debió haber perdido mucho dinero esta vez, en estas últimas semanas había estado sucediendo y eso lograba que su humor fuera letal. Se fue hacia el despacho, sabía lo que tenía que hacer, llevarle la comida allá y no molestarlo en todo la noche, no necesitaba hacer nada más que eso, preparé lo último cuando se escuchó el llanto de Lucy, el golpe a la puerta debió haberla despertado.
Me estremecí cuando su llanto se escuchó con más potencia y a continuación el gritó de Alexander.
—¡Calla a esa bebe ahora, Juliette!
Mis movimientos fueron torpes, se me cayó el plato de porcelana y aquel ruido acompaño a los llantos de Lucy, el piso de la cocina estaba repleta de pequeños trozos de porcelana que hice a un lado lo más rápido que pude, el llanto de Lucy fue continuo sin restarle la potencia del principio.
—¡¡Te dije que la callaras!! —estalló en un grito feroz y lo peor de todo es que el llanto de Lucy se escuchó al mismo tiempo casi como si estuviera desafiándolo
Me erguí con rapidez para ir a tranquilizarla hasta que escuche las puertas del despacho abrirse y en seguida vi a Alexander salir derribando todo a su alrededor para llegar a las escaleras, sus movimientos cargados de ira eran pesados, llevaba las manos hechos puños a los lados.
—¡Si no lo haces tú lo haré yo! —concluyó entre dientes, llegando con pasos largos hacia las escaleras.
Salí corriendo de la cocina detrás de él con los pedazos de porcelana incrustados en la suela de mis zapatos.
—¡Por favor, Alexander, espera! ¡No hagas esto! —le pedí con tono suplicante, traté de tomarlo de los brazos pero su cólera le daba una velocidad que no pude igualar —¡Alexander, por favor!
Llegó a la planta alta y se acercó a la puerta de nuestra habitación, corrí lo más rápido que pude cuando la abrió y entonces yo lo jale del brazo con todas las fuerzas que podía acumular mi cuerpo, retrocedió unos pasos pero se deshizo de mi agarre cuando me tiró de un empujón fuera de la habitación. En el suelo pude ver que dentro del pantalón llevaba guardaba la misma pistola que había visto en el cajón de su despacho, no iba a dejar que la usara, no permitiría que le hiciera daño a Lucy jamás.
Me arrastre y me levanté, llegó a la cuna de Lucy y la agitó para que dejara de llorar pero eso solo aumentaba sus llantos desesperantes, tome un jarrón de vidrio que estaba en uno de los muebles y se lo estrelle en la cabeza.
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En Contra De Mis Principios© [COMPLETA]
Lãng mạnLondres, Inglaterra, 1938 La vida de la joven Juliette Boucher parece haberse complicado después de la muerte de sus padres, tal suceso la obliga a dejar toda su vida en Francia para ir a mudarse con sus tíos a Inglaterra, quienes la reciben con lo...