Richard llegó a casa diez minutos después de que Victoria se hubiera ido, en efecto había traído de cenar para ambos y cuando intenté levantarme para preparar la mesa el insistió en que me quedara en la cama, decidió servirme la cena en una bandeja para que yo no tuviera la necesidad de nada.
Se veía delicioso, era una crema de champiñones con puré y pan recién horneado, con cuidado lo dejo sobre mi regazo manteniéndolo sujeto hasta que yo lo acomodé.
—Gracias —le agradecí con una sonrisa que me suavizo el rostro.
Se le formo un brillo estremecedor en los ojos cuando respondió a mi sonrisa, se quedó mirándome fijamente con toda atención posible en mi y en mis movimientos, está cuidando de mí en exceso, tanto que intentaba guiar todo lo que hacía.
—De nada, cuidado que está muy caliente —trato de tomar mi mano con la cuchara servida en crema.
Reí entre dientes sin poder evitarlo, era un cuidado que no necesitaba tanto pero aun así lo agradecía mucho.
—No es necesario tanta atención, ya paso lo que tenía que pasar, ahora me siento bastante bien.
Su intranquilidad todavía no abandonaba su expresión, había hecho caso omiso a todo lo que le había dicho y siguió dándome toda de esa atención exagerada que no parecía desaparecer nunca.
—No sabes lo asustado que estaba —repuso con voz seria, intentando que esta no se quebrara al hablar —Creí que todo esto se pondría peor, de verdad lo creí.
—Pero no fue así —lo interrumpí con tono tajante, le clave la mirada para que le quedara bastante claro, luego mi rostro tomo un aspecto culpable —Y discúlpame si los he asustado a ti y a la señora Girard, ella como tú estaba muy asustada.
Sus labios se curvaron un poco, todavía seguía con esa expresión llena de disgusto y preocupación.
—Los dos lo estábamos —un suspiró pesado apareció segundos después, aquello trajo consigo una posición más rígida en Richard y sus ojos comenzaron a mostrarse intimidantes. —Juliette, yo de verdad pensé que la respuesta de Stella jamás iba a llegar, tu viste las semanas pasar y creí que te habías hecho a la idea pero después de lo que te acaba de suceder, quisiera saber que ha sido lo que te ha dicho. ¿Qué decía?
Me petrifique.
—Creí que tú lo habías leído —musité.
—No lo hice, no iba a hacerlo, es algo que no me corresponde.
Baje la mirada hacia la sopa y comí tratando de hacer el mínimo ruido posible con la cuchara, ignoré los ojos de Richard sobre mí todavía un poco insistentes y termine por acabar con esto.
—No quiero hablar de eso —replique con frialdad —No ahora, por favor.
—Lo entiendo, Juliette, lo sé, debe ser difícil —aceptó, ahora su mirada se sentía discreta y comprensiva, se inclinó hacia mi para presionar sus labios muy suavemente sobre mi frente.
Se levantó de la cama para poder tomar su cena en la mesa de la cocina, intenté fingir que comía todo con ganas pero solo acumule la cantidad más grande de sopa en la boca y la mantuve ahí hasta que trague muy a mi pesar. Al terminar de cenar me recosté en la cama en lo que escuchaba que Richard se preparaba para dormir, ya habíamos apagado todas las luces de la habitación así que solo lo visualice como una sombra que se movía de un lado a otro por los rincones intentando buscar algo.
Al final lo sentí deslizarse dentro de la cama, yo le daba la espalda porque me había cubierto hasta el cuello con las sabanas, la noche era gélida y supe que era la única que se lo imaginaba porque Richard dormía sin su camisa puesta. No había grillos esa noche, no soplaba el viento, lo único que se podía ver era la negra melena de sombras que cubría todo el lugar, con ese silencio que no era más que un grito suplicante pegado a mi oído.
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En Contra De Mis Principios© [COMPLETA]
RomansaLondres, Inglaterra, 1938 La vida de la joven Juliette Boucher parece haberse complicado después de la muerte de sus padres, tal suceso la obliga a dejar toda su vida en Francia para ir a mudarse con sus tíos a Inglaterra, quienes la reciben con lo...