Me detuve frente a su cama, yo jugueteaba con uno de los hilos sueltos que tenía mi delantal que por cierto estaba muy sucio de nuevo, era una forma muy evidente que calmar mis nerviosos y hacerlos pasar como un ademán casual. Escucho que me detuve, tenía la cabeza recostada de un lado porque tenía la mita de la cara envuelta en vendas, se giró con lentitud y sus ojos parecieron deslumbrar solo un desaparecido segundo frente a mí.
El silencio en el lugar era perfecto para ponerse a reflexionar y así lo hice, mi subconsciente trato de poner las piezas en claro para que no fuera a dar ningún fallo, ya no podía permitirme más tropiezos, no quería herirlo. Todavía se parecía al mismo Félix que recordaba, parte de la inocencia de su rostro no había desaparecido del todo aunque podía verse un atisbo de madurez en él eso era muy claro, sus facciones parecían más rudas, había vivido muchos años en tan corto tiempo.
Me quedé callada apenas logrando sostenerle la mirada. Se incorporó un poco al tener mi presencia frente a él.
—Siéntate —susurró con voz sumamente débil y gastada, estaba cansado se podía ver. Señalo una silla a lado de su cama.
Camine con el más cuidadoso silencio que pude y me senté con delicadeza, seguía preguntándome que estaba haciendo aquí ¿Por qué tendría ganas de verme? Después de lo que le hice era extraño que tuviera ánimos de hacerlo.
Entre los dos hubo ese silencio críptico, incomodo, de nueva cuenta fue casi imposible regresarle la mirada pero lo hice, me costó mucho y más verlo de esa forma, tan herido y enfermo.
—No creí que fueras tú, te vez tan diferente. —fue difícil leerle el rostro ya que tenía cubierto la mitad de esté, solo vi que levanto la ceja y me examinó lo que pudo. —Fue hasta que te detuviste cuando dije tú nombre y lo confirme todo.
Baje la mirada hacia el mismo par de hilos que tenía suelto en mi delantal y busque la forma de hacerme de una respuesta bien estructurada, había tanto que quería decir pero que no podía hacérselo saber.
—Yo no creí que fueras a dirigirme la palabra —susurré, manteniendo todavía mi cabeza abajo.
Se percibió la tensión que se le formo en el cuerpo de inmediato.
—Fue un impulso hacerlo —se quedó unos segundos pensando en lo que dijo, suspiró y espero con ojos apremiantes a que lo mirara. —¿Qué haces aquí? ¿Por qué regresaste a la ciudad, Juliette?
Lo encaré, no creí que pudiera lograrlo pero lo hice, tuve un miedo espantoso al principio porque no sabía cómo empezar, contarle toda la verdad no iba a ser fácil, todo lo que había pasado apenas podía yo procesarlo, ¿Cómo es que lo tomaría Félix? No ganaba nada con mentirle así que fui totalmente honesta.
—Vine a buscar a Richard —trague saliva a como pude, fue difícil controlarme por dentro porque siempre se hacía un gran tormento en mi cabeza todo lo que me hacía pensar el tan solo mencionar su nombre, lo extrañaba tanto que ya no podía más con esta ausencia que me cortaba hora tras hora en dos. —Se fue a la guerra hace un año y hasta ahora esta es la manera que encontré para saber si esta todavía a salvo y vivo.
Se había formado un gesto en sus labios que se ocultó con torpeza apretándolos muy fuerte, miró hacia otro lado, había sido molestia para él mencionar el nombre de Richard, era de esperarse y lo respete. Me sostuvo la mirada otra vez pero con menos fuerza, fue repentino aquel cambio de humor suyo, ahora se veía menos decisivo respecto a contarle mi vida.
—Él te cambio en definitivo —admitió con voz suave lo cual fue otra extrañez más grande —Te convirtió en otra persona, ya no queda mucho de la vieja Juliette, a la que yo conocí alguna vez. Quizá conmigo nunca hubieras logrado este cambio.
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En Contra De Mis Principios© [COMPLETA]
RomansaLondres, Inglaterra, 1938 La vida de la joven Juliette Boucher parece haberse complicado después de la muerte de sus padres, tal suceso la obliga a dejar toda su vida en Francia para ir a mudarse con sus tíos a Inglaterra, quienes la reciben con lo...