Capítulo 17: Y pensar que nunca más iba a volver

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-¡Nicholas!-grité furiosa.

-¡¿Y ahora qué?!-se asomó con su chaqueta y el casco de su moto.

-¡¿A dónde piensas irte?!-me crucé de brazos-¡No pienso mentirles a mamá y papá otra vez!

-Me iré a caminar.

Alcé mis dos cejas.

-¿Con el casco?

Maldijo por lo bajo y me fulminó con la mirada.

-No tengo tiempo para estas discusiones, ya te pareces a mamá.

Abrí mi boca y me levanté de la cama para caminar a las zancadas hacia él.

-Retira lo que dijiste-lo señalé enojada-. Sabes que no me gusta que me compares con mamá.

-Mira, Elizabeth, yo no sé lo que te gusta o no, pero tu actitud es muy parecida a la de tu madre-me sonrió y luego golpeó mi nariz.

Agité mis brazos y lo alejé.

-¡Eres un idiota!

-¡Y tú eres una persona insoportable!

Arrugué mi nariz y le mostré mi dedo corazón.

-Y tú eres una persona horrible, por dentro y por fuera.

Nick largó una risa.

-Te estás diciendo fea a ti misma-alzó sus manos-. Tus palabras, no mías.

Apreté mis dientes y puños.

-¡No nos parecemos en nada!

Nicholas rodó sus ojos y me agarró de los hombros, mientras me giraba hacia el espejo de mi habitación.

-Mismo pelo-tomó un mechón mío, y lo comparó con el suyo-. Mismos ojos-dijo mientras los cerraba y los abría-. Mismo perfil-giró mi cara y con su dedo acarició una curva específica de mi nariz-. Misma boca-agarró mis cachetes y los apretujó, haciendo que pareciera un pez-. Y lo que más caracteriza a un Campbell, no poder levantar una ceja.

Reí por lo último y él hizo lo mismo.

-Somos iguales, quieras o no, lo cual me preocupa porque, al tener tanta belleza, tengo que cuidarte de cualquier chico que se te acerque-me guiñó un ojo y yo negué con mi cabeza, mientras sonreía.

Dejé de reírme y se formó un silencio, entre los dos.

-No quiero que vayas-lo miré a los ojos-. Tengo un mal presentimiento, Nicholas.

Él suspiró profundo.

-Siempre dices lo mismo, estaré bien Elizabeth, sabes que es lo que más me gusta. Además, sé cuidarme.

Hice una mueca.

-Dime, Eli.

-Dime, Nick.

Rodé mis ojos y respiré profundo.

-¿Puedo acompañarte?

-Sabes que la respuesta es no. El ambiente no me gusta para ti, es peligroso y no quiero estar pendiente de ti a cada segundo.

Apreté mis labios y acaricié mi brazo, no muy convencida.

-Vendré antes de las tres, no me esperes despierta.

Fingí un puchero, realmente estaba preocupada, no quería que fuera.

-¿Me das un apapacho?

Nicholas negó sonriendo,pero estiró sus largos brazos rodeándome por los hombros. Apoyé mi cabeza en su pecho y pude sentir que algo me molestaba. Al separarme, vi que llevaba nuestra cadenita, la que mis padres hicieron cuando nacimos.

ESA NIÑERA ES ¡MÍA! © [✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora