Cuando salimos del restaurante estábamos un tanto embriagados por el vino que nos tomamos con la comida. Alejandra se abrazaba de mí y yo la tomé por la cintura sintiendo su suave vaivén al caminar. Se me repegó melosa mirándome sugestivamente.
-¡Nos falta el postre amor! -me dijo, y ambos nos reímos. Ya sabía por donde iba su comentario, no iba a decepcionar a mi flaquita, claro que no. Así que subimos al auto y enfilamos a mi "depa". Cuando nos estacionamos vi por costumbre el espejo y dí un respingo cuando vi de nuevo a la pelirroja reflejada en él. Rápido vi hacia atrás y claro, no había nadie. Fingí que no pasaba nada y me bajé. Abrí la puerta de Alejandra y se me echó en los brazos besándome. La apreté contra mí y la temperatura empezó a subir. Apenas me separé un poco para abrir la puerta. La cerré con mi espalda empujando los dos sin dejar de besarnos.-¿De este postre estabas hablando mi amor? -le murmuré entre besos.
-¡Sí mi doctor Valerio!
Continuamos el camino a la recámara sin apenas separarnos. Agradecí que el "depa" fuera de una sola planta porque así nuestros cuerpos podían seguir concentrados en las caricias y no en subir escaleras.
Las ropas empezaron a dejar un camino en el suelo como imaginado por Jacob Grimm, y cuando llegamos a la orilla de la cama la única barrera entre nuestras pieles ardientes era nuestra ropa interior.
Nuestras manos ávidas nos recorrían mutuamente apretando y acariciando entre suspiros. Las mías me recordaron una vez mas lo mucho que me gustaba el cuerpo de Alejandra. Era realmente hermosa y sensual. Me deleité recorriendo con lentitud sus suaves curvas. Era muy alta, casi de mi estatura. Y sus caderas firmes se dieron la vuelta para restregarse contra mí, melosa como un gatito. Ya sentía la dureza en mi entrepierna tratando de reventar mi ropa. Luego ella se volvió a girar para quedar frente a mí y dejándose caer en la cama se llevó mi última prenda hacia abajo liberando la presión que yo sentía y prendiendo rápida pero delicadamente mi erección entre sus manos. Me empezó a besar el abdomen y luego a bajar lentamente hacia mi miembro que ya estaba masajeando y apretando. Mis suspiros y arqueos los acompañé de una suave caricia en su cabello para no dejarla escapar de esa posición de la cual ella tampoco quería salir.
Cuando sentí sus labios abrazar mi glande solo cerré los ojos levantando mi cara al cielo. Empezó a introducirlo poco a poco y cada vez mas en su boca con un delicioso movimiento de vaivén que me tenía extasiado. Yo alcancé con mi mano derecha sus nacarados y redondos pechos y sentí sus delicados pezones erectos. Me gustaba tanto la forma y el color de sus senos. Parecían dos peras jugosas y yo me extasiaba acariciándolos, besándolos y mordiéndolos. Conforme iba haciendo mas intensas mis caricias ella succionaba también mas rápidamente. Al grado que pensé que me iba a hacer llegar rápidamente al orgasmo.
-Espera. -le dije. -Con calma amor. Tenemos todo el tiempo que queramos. Ven. -y la jalé para quedar los dos acostados.
Seguí besándola y metí mi mano bajo su tanga palpando su humedad. Lubriqué sus labios con su propio líquido masajeando suavemente su clítoris y toda la ardiente vulva. Ella me mordió el labio inferior cuando la penetré suavemente con dos dedos. Soltó un corto gemido entre sorpresa y placer. Luego se separó de mis labios para hacer un pronunciado arco con su espalda y yo me quedé sosteniéndola con mis dedos clavados en su cavidad. Me excitaba muchísimo verla así tan entregada. Con sus ojos cerrados disfrutando de la caricia. Terminé de desnudarla y me dispuse a probar su sexo con mi boca. Delicadamente separé sus muslos flexionando sus rodillas y empecé a besar su cara interna bajando lentamente, sintiendo como se estremecía cada vez que me acercaba mas a su centro de placer. Mi lengua hizo varios círculos antes de tocar por fin ese fruto tan ansiado. Probé su miel enterrando mi boca entre sus labios y en un paroxismo de placer no me pude contener y atrapé todo lo que pude entre mis dientes superiores y mi lengua apretando cada vez más mientras movía mi cabeza arriba y abajo. Terminé por darle una rica mordida que le sacó un grito, el cual me dejó helado:
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LA INFRUCTUOSA BÚSQUEDA
RomanceCuando Valerio separó con delicadeza los desnudos muslos de Alejandra, acariciando su blanca y suave piel que tanto lo excitaba, cuando fue acercando su ansiosa boca a esa vulva en llamas esperando percibir de nuevo ese sabor y esa textura que lo h...