Esperé un tiempo prudente antes de decidir buscar a Juno. Me sentía con la conciencia hecha añicos. No hay nada peor que sentir que le hiciste daño a otro ser humano de forma tan deliberada y tan cruel. Al menos para mí. Mi auto crítica me había encontrado culpable y yo estaba solamente esperando que me sentenciaran a mi castigo. Estaba dispuesto a aceptar lo que fuera para expiar mi culpa.
Tomé un trago de agua del riachuelo cercano, me mojé la cara lo suficiente como para aclarar mis ideas y poder tener a la mano las palabras mas adecuadas. Ensayé varias veces como iniciar mi disculpa: -Juno, perdóname, no sabía lo que hacía.... ¡No, eso no!... -Juno lo siento mucho, no debí decirte eso... ¡No, tampoco!... -Juno, ¡Soy un idiota! (de eso no cabía la menor duda)... ¿Cómo empezar, diablos? Tal vez lo mejor sea ir a su encuentro y decidir las palabras según como vea su actitud. Ojalá no le tenga que decir: -¡No, Juno no me asesines!
Sin haber conseguido ordenar el caos en mi cabeza, decidí caminar en la dirección en que ella se alejó. Dejé el machete y los carrizos por ahí botados, quería que mi apariencia fuera lo más pacífica posible.
Caminé por unos minutos en varias direcciones tratando de adivinar en cual de ellas se podría haber alejado, jugué al ensayo y error. Hasta que sentí un estremecimiento cuando vi su roja cabellera agachada junto a un árbol. Por la altura, parecía estar sentada sobre algo. De inicio me detuve temeroso, para luego acercarme lentamente... más temeroso aún. Estaba casi de espaldas a mí. Se movió agachándose un poco más. Alcancé a escuchar el timbre de su voz sin distinguir lo que dijo. Luego hizo ese chasquido creo que con el paladar, como cuando le habló a la tortuguita. Continué acercándome, sin poder decidir si hacerlo de la forma mas silenciosa posible y luego tan solo aparecerme enfrente; o por el contrario, hacer ruido para delatar mi presencia y que supiera con anticipación que me acercaba. ¿Por qué tan difícil tomar una decisión aparentemente tan sencilla? No cabía duda de que esta mujer estaba trastornando mi forma de actuar, de pensar, de resolver problemas, de sentir; estaba trastornando mi vida entera. ¡De hecho, ya le había dado un giro completo sobre su propio eje y me había dejado por completo desorientado!
Con el caos en mi mente aún mayor, seguí caminando como en piloto automático, lo cual me hizo trastabillar con unas ramas y hacer suficiente ruido para alertarla. Ella volteó sin mucha sorpresa, con una cara inexpresiva, pero yo me detuve en seco. Dirigió de nuevo su atención hacia abajo, lo que me hizo tranquilizarme un poco; así que seguí avanzando. Ya sabía que su primer impulso al verme no había sido apretarme el pescuezo. Ya que me había visto, dí un pequeño giro a mi trayectoria para acercarme a ella por el frente y no casi de espaldas. Nuevamente la escuché hablar, se dirigía a alguien que al parecer estaba en el piso. -¡Ya está hablando otra vez con los animales!- pensé.
-Tranquilas, no es tan peligroso.- dijo. -Solo un poco... mmmhh... imprudente.
Si se refería a mí, no me había ido tan mal. ¡Creo!
-Ustedes pueden seguir con lo suyo, nadie las molestará.
Su voz era muy pausada, como si no quisiera perturbar la tranquilidad de... quien fuera que sea que estuviera escuchándola.
Me acerqué lo suficiente para tratar de escudriñar el piso y buscar al animal, pero no vi nada, no era ningún roedor o ningún reptil. Seguí caminando y como a dos metros Juno volteó hacia mí y me hizo un ademán con el índice cruzando su boca, indicándome silencio; así que continué acercándome lo mas silenciosamente que me era posible.
Al fin pude ver de que se trataba. Eran un par de insectos de colores llamativos que estaban sobre su muslo, el sano. Dos libélulas apareándose cuyos colores hacían una perfecta combinación con la también llamativa piel bronceada del muslo de Juno. Ella me los señaló con su dedo mientras con la otra mano seguía haciéndome señas para mantenerme quieto y callado.
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LA INFRUCTUOSA BÚSQUEDA
عاطفيةCuando Valerio separó con delicadeza los desnudos muslos de Alejandra, acariciando su blanca y suave piel que tanto lo excitaba, cuando fue acercando su ansiosa boca a esa vulva en llamas esperando percibir de nuevo ese sabor y esa textura que lo h...