Pasaron los días y nosotros nos encontrábamos extasiados viviendo nuestro romance. Por fin juntos, por fin nos habíamos atrevido a confesarnos algo que extrañamente nos había costado mucho trabajo. Fue muy difícil para ambos aceptar este amor. Tal vez por las extrañas circunstancias que lo rodearon. No lo sé, el caso es que, en esos días pasados, ambos nos resistíamos y acabábamos discutiendo. Y así lo hicimos una y otra vez, hasta que ya no pudimos soportarlo mas y nos abrimos de par en par. Eso liberó tanta tensión que ahora no nos queríamos separar uno del otro. Nos la pasábamos explorando los alrededores tan solo para encontrar algún paraje que nos inspirara con su belleza a caer uno en los brazos del otro y comernos a besos. O bien traíamos algo de comida y volvíamos abrazados a la zona de las cascadas. Pasamos muchísimo tiempo en esas aguas cristalinas y cálidas jugando, echándonos agua a la cara, riéndonos, besándonos. A veces simplemente abrazados viendo hacia lo lejos, como intentando descubrir que habría mas allá, pero sin la mas mínima intención de abandonar nuestro sitio preferido. Porque ahora este Tamasopo tenía un encanto especial; era el sitio donde nos habíamos confesado nuestro amor y donde estábamos pasando una blanca luna de miel, blanca porque no tenía sexo. Yo me estaba comportando como todo un caballero al cumplir mi promesa de no presionar a Juno a avanzar mas allá de lo que la hiciera sentirse bien, confiada y segura. Y, aunque confieso que muchas veces su belleza física y sensualidad me provocaban eróticas fantasías, la mayoría de las veces nuestra relación derrochaba un romanticismo que en otras circunstancias me hubiese parecido excesivamente dulce, tan empalagoso como el "crepúsculo". Pero como éramos nosotros dos y no Bella y su vampiro, lo veía como nuestro cuento de hadas y no me molestaba, tan solo lo disfrutaba. Así fueron pasando los días. Llegamos a fabricar una palapa cortando troncos con el machete y techándola con ramas, así teníamos donde cubrirnos mejor del sol cuando preparábamos algo en la fogata. Rodando piedras y troncos gruesos improvisamos una mesa y sillas. Diariamente partía algunos cocos y molía la pulpa improvisando un mortero con una piedra sobre la cáscara y obtenía así una cantidad suficiente de aceite de coco para que Juno mantuviera su piel suave y aromática. Hice un pequeño montículo con un cráter al centro junto a la "mesa" y fabriqué así un florero-maceta en el cual a diario le regalaba flores diferentes. Eso me hacía ganar muchos besos y abrazos y sobre todo... sonrisas de felicidad. No volví a verla triste o enfadada. Le había ayudado mucho desahogarse de esos resentimientos. Por fin logró hacer su catarsis y se había liberado. Reconoció lo que sentía y pensaba de su familia. A veces nos flagelamos por tener sentimientos "negativos" hacia nuestros padres, sintiéndonos los peores hijos del mundo. Pero los sentimientos así son, solo nos surgen dentro de nosotros al conocer la verdadera naturaleza de las personas. No podemos etiquetarlos como buenos o malos, son sentimientos y ya. Tampoco debemos sentirnos culpables por sentirlos, está en nuestra naturaleza humana el tener sentimientos. La responsabilidad de nosotros está en lo que hagamos a raíz de esos sentimientos. Las acciones son mas importantes, de esas sí debemos ser cuidadosos para no hacer daño... ni a nosotros mismos, ni a los demás. Y Juno no era capaz de lastimar ni a un murciélago, eso ya lo tenía comprobado. Estas reflexiones las comentamos varias veces mirando las estrellas, o frente al fuego hipnotizados por sus llamas que envidiosas trataban de imitar la cabellera de mi diosa griega.
Pero, después de varios días de andar entre nubes, la realidad volvió a salir a flote. Estábamos sentados a la sombra, yo sin camisa, reposando una rica comida de acamayas que devoramos con muy buen apetito. Ya Juno aceptaba comer carne mas fácilmente. Estábamos nuevamente viendo a lo lejos, hacia el norte precisamente.
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LA INFRUCTUOSA BÚSQUEDA
Roman d'amourCuando Valerio separó con delicadeza los desnudos muslos de Alejandra, acariciando su blanca y suave piel que tanto lo excitaba, cuando fue acercando su ansiosa boca a esa vulva en llamas esperando percibir de nuevo ese sabor y esa textura que lo h...