Capítulo 31 .- TENEMOS UN SUEÑO

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Me dí media vuelta y regresé sobre mis pasos en silencio. Pero a medio camino me arrepentí. -¿Como la iba a dejar ahí? Además, si una mujer te dice que te alejes cuando está llorando, podría ser que en realidad quiera unas palabras de aliento. No se que le pueda estar pasando. ¿O que habré hecho anoche entre sueños? Después de todo me acosté pensando en ella y su cercanía. ¡Otra vez yo y mis sueños húmedos! ¡Chin... ya la cagué! Ni modo, me tocará ir a disculparme por andar de... enamorado.

Así que enfilé de nuevo hacia donde la dejé, esta vez no muy animado. De verdad sentía que yo podría ser culpable de algo que no recordaba. Cuando la tuve cerca me acerqué despacito. Me puse en cuclillas para estar a su altura, de hecho quedé un poco mas bajo. Los hombros caídos, también agaché mi cabeza. Mi lenguaje corporal todo era de sumisión, por lo que al menos no me gritó al verme. Le hablé bajito:

-¿Puedo... estar aquí contigo?

Me hizo un ademán de asentimiento con la cabeza, sin levantarla. Sus espasmos del llanto ya eran mas leves.

-Juno... lo lamento mucho...

-¿Que?

-Si... si acaso hice algo indebido... mientras dormía. Aunque no recuerdo nada... otra vez.

Volteó y esta vez su cara cambió a una sonrisa entre lágrimas, no sé si era llanto sonriente o sonrisa llorosa. Me alargó su mano, la tomé ansioso, como un náufrago a quien le ofrecen un pan.

-Que tierno eres... Mi intuición no me falló al elegirte...

-No entiendo.

-No, ya lo sé que no... es solo que... a veces ni yo me entiendo, no sé como empezar a explicarte. Bueno, al menos te diré que no habéis hecho nada. Nada de esto es vuestra culpa. Al contrario, te debo una disculpa... ¡Lo siento! No debí haberte gritado hace un rato.

-¡¡¡Ahhh!!! -respiré con alivio. -Que bien, ¡Quiero decir... que al menos no estás enojada conmigo!

-Claro que no tonto. Creo que ya nunca más voy a poder hacerlo. Soy yo misma.
En realidad, el hecho de aislarme, además de que me siento mal, también es porque no quiero lastimarte con mi actitud. Tu... solo has hecho cosas buenas por mi.

-Y...
¿Puedo hacer algo mas? ¿Me quieres decir?

-La verdad... no quiero, pero... tal vez no me quede otra.

Nos miramos a los ojos, yo tratando de adivinar que le pasaba y ella tratando de adivinar mi reacción ante lo que estaba a punto de decir.

-Es que... se trata de que... llegó mi período...

-¡Aahh! -hice una expresión de: -"Bah, poca cosa" lo que a ella no le gustó.

-¡Que! ¿Te parece poco? ¡Mírame... es... vergonzoso! -separó un poco sus piernas y pude ver una pequeña mancha roja sobre la piedra en que estaba sentada. El líquido había escapado de entre su ropa haciendo un hilito entre su muslo y el short.

-¡No tengo sino esto que traigo puesto! ¿Tendré que caminar así delante de tí? ¿En que momento prometí que no iba a intentar suicidarme de nuevo? ¡Que horror!

-Mi primera decisión fue dejarla que se desahogara. O tal vez hubiera sido mejor decir "se desangrara". Así que permanecí callado sin moverme de mi lugar y solo la dejé hablar.

-¡Me siento fatal! ¡Esto no me puede estar pasando! Mi fisiología me tenía que perseguir hasta este lugar... embrujado, ¡O qué se yo! ¿No habría podido quedarse suspendida en el tiempo hasta que yo pudiera salir de aquí? Yo que siempre he sido tan cuidadosa de mi intimidad. ¿Voy a tener que pasear mi trasero ensangrentado delante de tí?

LA INFRUCTUOSA BÚSQUEDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora