Me desperté con un codazo en las costillas.
-¿Que coño tratáis de hacer?
Luego sentí una bofetada
-¡¿Eh?! ¿Que pasa? ¿Que traes?
-¡Me tocaste otra vez! ¡Sentí tu puta mano en mi estómago!
-¡Oye, espera! ¡Tan solo debe haber sido que me moví estando dormido! ¡No intentaba nada, ni siquiera estaba consciente!
-¡Pues vais recordando de una buena vez lo que te advertí!... ¡A mi nadie me pone una mano encima!
Me había sentado y ella tambièn, así que me puse de pie rápidamente para alejarme de aquella fiera pelirroja cuyos ojos echaban chispas. Ni siquiera recordaba habérmele acercado. Estaba tan profundamente dormido hasta que sus golpes terminaron con mi sueño. Esta chica se estaba convirtiendo en una pesadilla. Y pensar que tenía que convivir con ella hasta que pudiéramos salir de ese sitio. Me senté en una piedra a prudente distancia y me puse a pensar que hacer ante esta situación. No me gustaba para nada estar discutiendo a cada rato por tonterías, ¡Parecíamos matrimonio de diez años! Tenía que pensar pronto como hacer para salir de ahí. Debíamos buscar ese túnel mayor, mas no tenía ni la menor idea de cómo buscarlo o dónde se encontraba. El sentido común me decía que deberíamos seguir juntos ya que las ideas de dos personas siempre resolverán mejor cualquier problema. Pero no se me antojaba convivir con una persona así. Ella necesitaba con urgencia un psicólogo y la verdad no se me antojaba hacerla de Dr. Psiquiatra.
Me puse a ver a mi alrededor tratando de distraerme. Solo verdor por todos lados. Árboles muy altos y de tronco muy grueso. Muchas maderas tropicales, a cual mas codiciada. El sol ya había avanzado bastante tramo arriba del horizonte y su calor se sentía en la piel a pesar del obstáculo parcial de la vegetación. Decidí irme a bañar al río. Me refrescaría cuerpo y mente. Lo necesitaba. Creo que a ella tampoco le vendría mal, pero desde luego que no la invitaría. ¡Mas bien le debería dar unos electroshocks para "resetearle" el cerebro! Sonreí con mi ocurrencia y me incorporé. Ella seguía sentada en lo que fue nuestra cama, con las rodillas flexionadas casi en posición de flor de loto, mirando al suelo. Me acerqué lo suficiente tan solo para que escuchara mi voz sin tener que gritar.
-Me voy a bañar al río. Me alejaré un poco porque... quisiera lavar bien mi ropa.
Encogió los hombros. -Podéis hacer lo que querais. -dijo sin molestarse en levantar la vista .
No le contesté y di media vuelta hacia el río. Conforme me iba acercando pude percibir el murmullo de sus aguas al correr. Sonido que se apagaba con la distancia y aparentaba un devenir silencioso de sus claras aguas.
Me acerqué cauteloso recordando la grosera y fría mordida de las aguas del lago. Me paré sobre una piedra de la orilla y me agaché para tocar la corriente con una mano. Una oleada de placer se desprendió de mis dedos hacia todo mi cuerpo cuando sentí ese agradable y tibio líquido. Era la temperatura ideal para zambullirse y olvidarse del resto del mundo. No esperé más y me desvestí rápidamente dejando todo sobre la piedra. Me quité incluso ese incómodo taparrabos que apretujó mis genitales bajo el pantalón durante toda la noche. Al fin y al cabo le había advertido a Juno que me iba a desnudar por completo. La sensación de libertad que brinda la desnudez me hizo olvidar que estaba prisionero en ese extraño lugar. Así que me tiré al agua en pelotas y no me importó ninguna otra cosa en el mundo. Ni los berrinches de la difícil compañera que tenía a unos metros. Estiré un poco mis adoloridos músculos nadando de orilla a orilla del río, que debía medir tan solo unos doce o quince metros, así que no implicaba un mayor esfuerzo para un novato como yo. Regresé al punto de partida con una gran sonrisa y una tranquilidad en el alma que me ayudó a tomar sin prisas mi ropa de la orilla y a sumergirla para limpiarla lo mejor posible. La restregué contra una piedra y pude eliminar algunas manchas de sangre que se le veían fácilmente a la camisa.
Tomé pensativo el pedazo de cuero que fuera el taparrabos y estuve a punto de arrojarlo lo mas lejos posible, ya que no tenía intención de volver a usarlo. Me pondría únicamente los restos de mi pantalón. Luego lo pensé mejor mientras lo lavaba y decidí conservarlo como el trozo de piel que era y que podría ser útil. Después de todo, con un pedazo de piel pesqué las acamayas.
Me surgió una duda mientras reflexionaba en eso... ¿Cómo es que una chica que con vehemencia se declaraba vegetariana portaba un atuendo de piel? No se los come, ¿Pero no le importa vestirse con sus pieles? Que incongruencia. Otro detallito que me hacía ver que no era tan perfecta después de todo. Bueno, me guardaré esta carta debajo de la manga.
Seguí lavando mi ahora short de mezclilla, otrora uno de mis pantalones preferidos.
Me acordé de la canción de la bicicleta y empecé a silbarla despreocupadamente, tarareando algunos de los versos sin preocuparme por el orden de estos.
Al terminar dejé la ropa mojada sobre la piedra de la orilla y me arrojé de espaldas sobre el agua desplazándome descansadamente solo con un suave pataleo. Podía ver el azul del cielo resplandeciente entre las copas de los árboles que se inclinaban sobre el río queriendo tocar las del lado opuesto. A medias del río orienté mi cabeza en contra de la corriente para impulsarme solo lo necesario para no ser arrastrado río abajo. Seguía teniendo esa sensación de libertad tan tranquilizante. Una vez que encontré la magnitud del esfuerzo suficiente para quedarme en el mismo sitio, me sentí con la confianza inclusive para cerrar los ojos. Eso le confirió al momento una sensación extra de incertidumbre sobre lo que pudiera pasar si permaneciera sin ver durante mucho tiempo. Conforme pasaban los segundos un extraño temor se fue agregando a las emociones que sentía. Pero ese conjunto de sensaciones ayudaban a olvidar cualquier otra cosa que hubiese sentido minutos antes. Así que permanecí con los ojos cerrados hasta que no pude aguantar más la tentación de ver donde me encontraba. Me asomé a mi lado izquierdo, que era donde había dejado la ropa al mismo tiempo que abría los ojos y me sorprendió ver que Juno se acercaba caminando lentamente. Rápido hundí mi cuerpo avergonzado dejando a flote solo la cabeza.
ESTÁS LEYENDO
LA INFRUCTUOSA BÚSQUEDA
RomansaCuando Valerio separó con delicadeza los desnudos muslos de Alejandra, acariciando su blanca y suave piel que tanto lo excitaba, cuando fue acercando su ansiosa boca a esa vulva en llamas esperando percibir de nuevo ese sabor y esa textura que lo h...