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—♪Todas las mañanas entra por mi ventana señor sol♪— escuché a alguien cantando fuera de mi habitación. Me levanté y abrí la puerta.

Mangel, ¿enserio?, son las ocho de la mañana— dije a lo que me sonrió.

En esta casa se despierta temprano, así que te me vas acostumbrado— me guiño un ojo y siguió su camino.

Creí que mi vida sería más sencilla aquí, pero veo que tienen horarios algo estrictos.

Di un bostezo y bajé a la cocina por un vaso con agua.

Buenos días Rubius— dije al verlo muy pensativo en el comedor.

—¡Buenos días mi querida Alejandra!, ¿quiéres desayunar algo?— preguntó muy feliz.

No gracias, estoy bien— abrí el refrigerador y tomé una botella de agua.

Escuché por ahí que hoy irás al centro comercial con el señor esteroides— dijo Rubius en tono burlón.

¿Señor esteroides?— me confundi.

Así le decimos a Samuel como apodo, grandioso ¿no?— ríe.

—Interesante... y sí, iré con él— me senté a un lado de Rubius.

¿Con permiso de quien?— preguntó Rubius y se puso ambas manos en la cintura, como una jarra de doble mano.

Rubius siendo mamá luchona si le queda bien.

Tengo dieciséis, por favor— le di un sorbo al agua.

Prefieres más al señor esteroides que a mí— dijo en tono triste falsamente.

Señor esteroides tu culo— habló Samuel ya dentro de la cocina junto con Willy.

El que le vas a partir a Willy esta noche— respondió Rubius.

Escupi el agua y reí a carcajadas.

Que bonita amistad llevan todos ustedes— volví a tomar del agua.

Los chicos habían subido a sus habitaciones para jugar o hacer otra cosa menos importante. Los videojuegos que Rubius tenía eran tan entretenidos que podía quedarme horas jugando. Se escuchó el timbre de la puerta principal, no había nadie más en la sala así que abrí yo.

Hola, ¿se encuentra Rubén?— preguntó aquel chico frente mío, tez blanca, mayor que yo supongo, cabello negro al igual que sus ojos y de la estatura de Rubén. Tenía con él un gato en brazos.

Sí, aunque no creo que quiera bajar, ¿qué se te ofrece?— pregunté al recargar mi hombro en el costado de la puerta.

Soy su vecino, Efrén. Vengo a entregarle a su gato, el cual me toca cuidar cinco días a la semana— sonrió.

Soy su prima, y sobre eso puedo decirle que viniste a traer a su gato, por mientras puedo recibirlo yo— al decir eso, el chico me entregó al gato y lo sostuve en brazos —por cierto, mi nombre es Alejandra, para lo que se te ofrezca— le guiñe un ojo y le sonreí, al igual que él, luego se fue y cerré la puerta.

Subí hacia la habitación de Rubius, mientras en el camino iba acariciando al gato negro con manchas blancas. Toqué dos veces su puerta y no tardo en abrir.

Vino tu vecino a traerte este gato— se lo entregué.

Ah, con que ya conociste a Raspberry— sonrió.

Si, es adorable, bien ya me iré para cambiarme de ropa, Samuel no tarda en salir de ducharse— dije.

Bien, hasta pronto— luego cerró la puerta.


Estoy lista, ¿dónde esta Samuel?— pregunté a Willy.

Fue al baño, lleva minutos ahí aunque seguramente se quedo atascado en el inodoro, con tremendo culote que tiene es tan obv...— cubrió su boca con ambas manos.

¿QUEEEEEEEEEEE?— grité sorprendida.

¡Te escuche!— habló Samuel bajando las escaleras rápidamente.

Fue el perro miau miau— dijo Willy antes de salir corriendo por la puerta principal.

Reí a carcajadas.

Adoptada Por Youtubers. (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora