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—Quiero pizza— dije tirada en la cama.

—Deja de pensar en la pizza, esto es algo serio— dijo Frank.

Me reí.

—¡CÁLLATE!— gritó Frank y tapó mi boca.

—Hey Luzu, tienes que bajar— dijo Willy desde la puerta y me vió —Frank suelta a Alejandra ahora— dijo molesto y Frank obedeció de mala gana.

—Moriré— dijo Luzu haciendo un berrinche.

Ambos salieron de la habitación y esperamos a que se fueran. Lana, Frank y yo los seguimos.

Rubius y Mangel estaban sentados en él sofá completamente ebrios y burlándose de todo.

—Mangel tiene labial rojo en el cuello y Rubius tiene labial corrido, ¿sospechoso no?— susurre y Lana abrió sus ojos como plato.

—Alejandra, llama a Alex y a Frank, ahora— dijo Willy sin mirarme, ¿cómo supo que estaba ahí?

Me sorprendí bastante.

—Aquí está Frank, iré por Alex— empuje a Frank y subí corriendo hacia la habitación de Alex.

Entré sin tocar y lo encontré ahí tirado en su cama sin camisa jugando.

—¡Ahg asco!— dije tapando mis ojos.

—Ni que fuera algo de otro mundo— pauso el juego.

—Si lo es, ya que vienés del polo norte, ayudante de santa— solté una risa.

—¿A qué vienes?— respondió molesto.

—Willy quiere verte abajo, ya— dije y sin decir más cerré la puerta y bajé.


—Esto nunca pasó, ¿está bien?— terminó Willy.

—Bien— dijeron ambos.

—Pueden irse— Luzu tomó a Rubius y Frank a Mangel, subieron las escaleras como pudieron. Alex subió corriendo tras ellos.


Al siguiente día hice mi rutina de todas las mañanas, hoy hacía un poco de frío. Bajé a la cocina y los demás estaban ahí excepto Mangel. Luzu y Lana habían regresado a su departamento.

—Buenos días chicos— observé a Rubén quien tocaba su cabeza —¿cómo te sientes mi querido Rubius?— sonreí.

—Me dio la cruda horrible— respondió aun tocando su frente.

—Hey Alejandra, hace unos minutos nos llamó Melo y nos dijo que hoy daban de alta a Samuel— dijo Willy muy emocionado, al igual que yo ahora mismo.

—¿ENSERIO? ¡YA QUIERO VERLO!— grité y di saltos de emoción.

—¡No vuelvas a gritar cerca de mi!— dijo Rubius alzando la voz.

—Pensamos en organizar una bienvenida, así que nada de quedarte platicando con tus amigos afuera de la escuela— ordenó Willy.

—Esta bien— hice cara de perrito regañado.

—Bueno, vámonos que se hace tarde— dio un último sorbo al jugó que estaba tomando y avanzó a la salida.

—¡Hasta luego chicos!— grité a propósito y al ver la cara de frustración de Rubius me reí.

Adoptada Por Youtubers. (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora