Capítulo 8

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Timothy Simpson frenó. Seguido de esto, las otras camionetas se detuvieron casi a la par. De ellas, descendieron soldados, casi dos docenas. No eran ni la mitad de elementos disponibles para la misión. Cosa que preocupaba al líder del cuarteto de la Delta Force.

–¡Debemos cruzar el bosque! –gritó Burns a todo mundo, señalando el oscuro lugar por el que caminarían. Los árboles parecían negros, cubiertos de nieve blanca, formando un diabólico contraste cuando las linternas empezaron a chocar sus luces con ellos.

"Si Phillips envía a la mitad de sus elementos es porque no confía en que sobrevivamos ¿a qué?". En sus años trabajando para el gobierno, nunca había hecho preguntas, el trabajo de su pequeño escuadrón era jalar el gatillo cuando el resto no se atrevía. No sería la excepción.

–Equipo –exclamó cuando bajó del todoterreno–. Usemos visión térmica.

La teniente Rodríguez fue la primera en colocarse las gafas, estaban desactivadas, pero más valía llevarlas puestas desde ya. Calder se puso las suyas, y finalmente, con un poco de trabajo, el agente Hill.

Al estar listo su equipo, Simpson se colocó sus gafas, y se dirigió a la cajuela del auto, donde Schaefer decía algo a Burns. Timothy, siendo pelirrojo, se distinguía fácilmente del resto del equipo, por lo que el detective y el gente callaron en cuanto lo vieron.

Simpson abrió la cajuela, y miró orgulloso su arsenal. Justo antes de poder tomar algo, el neoyorkino sacó una de las más grandes armas.

–Es una escopeta automática –dijo Richard notando lo ofendido del líder de cuarteto–, seis balas por segundo.

–Sabe de armas –replicó Tim mientras el resto de los soldados se armaban hasta los dientes.

–Soy policía, hemos decomisado esto y más.

Los 20 hombres se sumergieron en el oscuro bosque, las linternas iluminaban el camino como espectros que se alejaban hasta perderse en la nada. Se podían oír algunos animales nocturnos, entre ellos, las ratas, curiosamente, parecían ir en misma dirección que el pelotón.

Schaefer caminaba por delante, la lámpara de su escopeta le iluminaba el camino, parecía estar cómodo yendo alejado. Cosa que disgustó aún más a Timothy.

–Éste no es su territorio polizonte –dijo el líder caminando a la misma velocidad del susodicho.

–Éste es territorio de nadie, Timmy –replicó el policía con una sonrisa.

La voz de Phillips sonó por el intercomunicador que Tim llevaba en el oído. Nuevamente, dándole una orden.

–Simpson, deje que Schaefer vaya a distancia, sabe lo que hace.

Justo eso era lo que preocupaba al capitán Timothy Simpson.

***

–Disculpe si mi capitán le ofendió –susurró la teniente Rodríguez a Schaefer.

–Lo dice como si fuera algo importante –contestó Richard mirando de reojo a la mujer, se veía curiosa, atenta al camino, seguramente era la segunda al mando por mostrar una actitud profesional o algo así.

Schaefer seguía inmerso en sus pensamientos, aquél bosque se volvió de repente el que visitaba junto a su hermano Dutch, cuando visitaban a los abuelos, para cazar.

Recordó su niñez, él y Dutch iban de cacería por diversión, en la temporada permitida. Cerca de la cabaña de los abuelos.

–Debe ser algo nuevo para usted andar en el bosque, detective –continuó Rodríguez, como si intuyera algo en él.

Tras el Rastro del Cazador | Predator #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora