Capítulo 29

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Capítulo 29


El agente Burns conocía a la perfección los convenios entre facciones enemigas para evitar conflictos difíciles. Le costaba creer que todo estuviera saliéndose de control. Se sujetó del marco de la compuerta evitando que su abrigo se atorase. Bajó y corrió detrás de Calder Jones, que avanzaba a toda marcha hacia el Black-Hawk. No pudo evitar perderse observando el gigantesco aparato que se eregía a pocos metros. Por fin estaba cerca de una... La contempló maravillado, imaginando los siglos más avanzada que debía ser contra cualquier tecnología humana de la última década.


Aminoró la marcha y fue seducido por las formas de la nave. Pensando en que el doble-agente que representaba Phillips estaba sumamente interesado en la tecnología de los alienígenas. Respiró tranquilamente al recordarse, dentro de la camioneta con Jones y Rodríguez. «He puesto mi firma en el contrato de la historia —pensó ennorgullecido mientras daba los últimos pasos hacie el Black-Hawk—. No podíamos perder la oportunidad de abandonar otro alienígena en manos del gobierno.»
Los dos Delta-Force abrieron la puerta corrediza del helicóptero y apuntaron al interior.


—Mierda —chilló Rodríguez.
Burns se asomó al interior y comprendió la expresión asombrada de la mujer. El general Phillips, solitario, les esperaba esposado y con la mirada clavada en la Nave.
Burns y Rodríguez lo liberaron en segundos.


—Piensan hacerlos estallar con C-4 —les dijo el general—. ¡DETÉNGANLOS!


Burns vio a los dos Delta ponerse paracaídas y cargar sus armas Borgi-AK400. Los dos salieron corriendo a toda velocidad con sus trajes negros a prueba de balas.


—El petardo nos va a explotar en la cara. —jadeó Phillips bajando del helicóptero—. Necesitamos apoyo. Todo lo que tengamos disponible.


—No hay señales, señor —dijo Burns acercándose al respaldo del asiento. Tomó una Magnum 44 entre sus manos—. Hay interferencia.


—¡VAYA MALDITA SEA BURNS! No podemos arriesgarnos a iniciar una guerra que no podemos ganar.


Al agente Burns le pareció extraño ver a uno de los pilotos oculto cerca, pero no lo delató. En cambio, se alejó lentamente uniéndose a los dos Delta-Force que permanecían en el punto de acceso. Llevaban varias operaciones colaborando. En una de ellas, Calder Jones había conocido el amor.


—¿Señor Burns? —preguntó Rodríguez.


—No es nada que no hayamos hecho antes.


Entraron trotando silenciosamente hasta llegar a una especie de cabina solitaria, Burns redujo la velocidad y apretó las piernas dejando a los dos Delta-Force avanzar por delante.
A poca distancia,  Taun'dcha lo miraba con recelo, sosteniendo un cuchillo en sus manos.


                                  ***


Con paso cauteloso, Richard Schaefer caminó seguido por los soldados entre una serie de pilares repletos de jeroglíficos e imágenes borrosas entre el vapor.


—Todos alertas. —les ordenó Tate en un susurro.


«¿Dónde estás? —Schaefer aguzó la mirada—. Puedo sentirte.»


El equipo se desplazó lentamente, avanzados unos tres metros, detuvieron el paso rodeados por el complejo circular de columnas, evitando reparar en las siniestras sombras que se formaban en la neblina rojiza del suelo, parecidas a serpientes que se deslizaban alrededor de ellos esperando saltar en cualquier momento. Richard hizo una seña a Tate Wilkins, indicándole el amplio corredor que parecía llevarlos al centro de la nave. Escrutó lo que lo rodeaba, Wilkins se estaba quitando el abrigo dejándolo ahí, en el suelo. Todos sudaban.

Tras el Rastro del Cazador | Predator #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora