Burns se había arrastrado para que las chispas no quemaran su cuerpo. El plan de Schaefer había dado resultado, la criatura era completamente visible ahora. Soltó su casco rápidamente en la nieve, mostrando dos pares de mandíbulas húmedas que terminaban en largos colmillos blancos. El monstruo y Schaefer exclamaron un grito al mismo tiempo.
El detective no tardó en disparar a quemarropa.
El asesino corrió directo a la máquina y saltó encima de ella como si fuera un atleta olímpico. Cayó frente a Schaefer.
La nieve se manchaba de sangre verde, la bestia le arrebató el arma y la lanzó a un lado. Abrió nuevamente sus mandíbulas dejando salir saliva de su pequeña boca con unos escasos 6 incisivos. De su muñequera se extendieron un par de navajas alargadas.
La teniente Rodríguez disparó por detrás, la bala dio justo en la espalda media del asesino, que se giró para ver a su atacante a traición.
–Vamos –susurró la mujer, pero algo le distrajo, una pequeña libélula estaba volando estática, Phillips los vigilaba. Rodríguez disparó nuevamente, dio en el blanco.
La latina observó como su atacante se desplomaba derrotado. Cayó de forma lenta, su peso levantó nieve al chocar con el suelo.
Rodríguez suspiró. La "cosa" movía su diafragma. Respiraba.
Con lentitud, se acercó, curiosamente, el monstruo no liberaba algún olor desagradable. El líquido verde manaba de sus múltiples heridas, las mandíbulas estaban completamente abiertas. Era realmente fornido, pero no parecía estar completamente desarrollado por lo poco marcado de los músculos de su abdomen, que aparentaban poder ejercitarse como los de un humano, una malla cubría su piel donde la escasa armadura no llegaba a tapar.
Sin bajar la guardia, se puso frente al rostro del caído. Los tubos capilares que le llagaban al hombro se encontraban extendidos en la nieve. Ella sacó una pequeña pistola de su uniforme militar negro y la colocó en la frente amarillenta dispuesta a vengar a su equipo, quitó el seguro contemplando la cara del asesino.
Abrió los ojos. Con una velocidad endemoniada, el cazador llevó su brazo hasta el de la mujer, apretó y alejó el arma de su cara, lanzó un puñetazo al estomago de la chica, y la dejó caer en la nieve. Se irguió con facilidad. Miró a su presa adolorida. Acarició el pecho de la soldado con sus dos navajas de muñeca, indicándole cuál era su destino. Pero el asesino no perdería tiempo, aún tenía un objetivo pendiente, el responsable de su estado actual.
El piso de la cabaña susurraba crujidos casa vez que Richard daba un paso en él, afortunadamente estaba adentro, y, suponía, que no se lograba escuchar hasta afuera. Esperaba. La última vez que se había enfrentado a un enemigo como el de hoy ocurrió hace mucho, tanto que casi lo olvidaba. Mentira, él no olvidaba nada. Ni aquella noche, en Central Park. En la que la señora Schaefer pereció frente a sus ojos.
La recamara era pequeña, con un par de camas individuales. El cuerpo del otro soldado al que buscaban estaba tirado en el suelo, con una hendidura en la espalda. Su columna reposaba a su lado, junto a una granada.
Algo detuvo al detective, ¿era la cabaña? Tantos recuerdos tenía por una simple casa de madera a mitad de la nada. Por un momento, creyó que sus abuelos abrirían la puerta y lo descubrirían jugando con la serpiente disecada junto a su hermano, Dutch.
Pero el sonido que escuchó no era producto de sus abuelos, ni de alguien humano. Por la puerta entró alguien, y sus pasos sonaban acompañados de una respiración fuerte. El cazador había vuelto, pero ésta vez, la presa le esperaba con paciencia.
Richard se ocultó debajo de la cama, se deslizó hasta quedar pegado a la pared de madera.
El asesino caminaba lentamente, se le escuchaba ronronear, la madera crujía como si estuviera apunto de romperse. Sus dos enormes pies pisaron la recámara. Avanzaron hasta quedar al lado de la cama, debajo de la cual estaba en detective, que casi aguantaba la respiración para no delatar su ubicación, aunque dudaba que eso fuera útil.
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Tras el Rastro del Cazador | Predator #2
FanfictionDesde asesinatos domésticos, ejecuciones y aquella noche en la que Nueva York se bañó en sangre. El detective Richard Schaefer lo ha visto todo. Ahora, será reclutado contra su voluntad para ser transportado a Alaska, donde una vez más...