Capítulo 27
En el puente, un jóven militar bebía el sexto americano de la noche, la pierna ya le rebotaba en la silla y escuchaba un zumbido en sus oídos, uno que obviamente no provenía de sus gruesos auriculares, la Vaio que tenía frente a él era mucho más vieja que él, pero le gustaba el teclado amarillento y de color óseo. Su tarea esta noche, era monitorear la zona con los sensores que se dispersaban por la zona. «Una tarea inútil —supuso— dado que la precisión es ridícula.» El día anterior, él mismo había detectado una anomalía geotérmica en la zona, dos horas después, sus compañeros activos estaban despellejados cerca de la refinería. Inmediatamente, Phillips le había ordenado seguir al pendiente.
Vio pasar a Tate Wilkins notablemente airado, y sintió una fuerte incomodidad. «No estamos seguros aquí.»
En ese momento, Taun'dcha reestableció la energía de la nave con un rugido insatisfecho.
«Mierda.»
El soldado se puso de pie sin saber qué hacer. El punto en su monitor se desvaneció tan pronto como apareció. «Tal vez algún residuo o falla del HAARP», pensó. El HAARP —High Frequency Active Auroral Research Program— estaba precisamente en Gakona, Alaska. Y muchos lo habían señalado como una moderna arma responsable de ataques geofísicos a diversas naciones: Como la oleada de calor en Rusia, que precisamente fue una de las primeras naciones en señalar la peligrosidad del proyecto HAARP. Sin contar claro, que Rusia contaba con su propio HAARP, Sura, mucho más potente. Aquello resultaba resultaba una escalofriante coincidencia para los teóricos de conspiraciones, quienes afirmaban que las guerras del futuro se librarían también por el frente climatológico. «El frío ayudó a que Hitler perdiera —relexionó el soldado, aunque para él eran meros inventos de los fanáticos del cine catástrofe—, el HAARP era una propuesta maravillosa para la detección del misíles y transmisión de señales.»
—¿Qué ocurre, soldado? —inquirió Wilkins que había caminado hacia él.
—Señor —tartamudeó—, detecté un pico de radiación inusual... Como el de ayer.
De inmadiato, Tate Wilkins le indicó que le señalara la zona exacta en la cual había detectado el destello.
* * *
La luz halógena perforó las pupilas de Richard. Un delgado flash azulado apuntó directo a su rostro, Burns acomodó el celular cuidadosamente antes de tomar asiento en una silla con ruedas recién dispuesta. Tenía el perfil de un profesor universitario sin canas.
—¿Cómo se siente, detective? —preguntó seguro de sí mismo.
Richard no respondió. Miró de reojo el teléfono y sintió como si la cámara de este la absorbiera.
—Bien... —murmuró finalmente al ver que no obtendría respuesta—. ¿Sabe? He leído todo su expediente antes de ir por usted a Nueva York.
»No es un hombre excepcional. Pero sí tiene algo interesante. Sus fotos de la secundaria, de adolescente; ninguno de sus compañeros debió esperarse que se conviertiera en lo que es hoy. Debió ejercitarse mucho, señor Promedios Destacados. No excelentes, pero siempre promovido con calificaciones satisfactorias. A diferencia de su hermano, ¿Él le enseñó a defenderse verdad? —hizo una pausa para ver la reacción del detective, cuyos nudillos comenzaban a ponerse blancos— ¿Usted quería ser como él? Como verá, sé tanto de usted como usted mismo. Exceptuando algo...
»Supongo que tiene mucho qué decir pero pocas ganas para hacerlo. Así que dígame todo lo que sepa y esto acabará rápido. Usted se va a Nueva York, nosotros a Washington, y la base Hopkins sigue su vida normal.
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Tras el Rastro del Cazador | Predator #2
FanfictionDesde asesinatos domésticos, ejecuciones y aquella noche en la que Nueva York se bañó en sangre. El detective Richard Schaefer lo ha visto todo. Ahora, será reclutado contra su voluntad para ser transportado a Alaska, donde una vez más...