La esperanza perdida se sintió como una apuñalada en el pecho y las fuerzas de Nadine se desvanecieron casi provocándole un desmayo. Quería gritar, quería agarrar a golpes a los soldados, quería llorar con todas sus fuerzas, pero simplemente se mantuvo inmóvil y desconsolada con un gran vacío creciendo en su alma.
Sintió que Brian la agarraba del brazo, el primer contacto que había iniciado en todo este tiempo que se conocían, y de forma poco delicada la tiró hacia el interior de las instalaciones. El chico cerró la puerta con un chirrido metálico y se desplomó en el piso llevando sus rodillas y manos a la cabeza. Nadine siguió mirando el vacío sin decir una palabra, sin fuerzas para sentir nada.
—No pensé en el exterior... No pensé en el exterior... Cometí un error... ¿Por qué cometí un error?... Nunca cometo errores... ¿Por qué no pensé mejor? —Nadine escuchaba los balbuceos de Brian desde muy lejos, como sofocados por litros de agua.
No supo cuantos minutos pasaron petrificados detrás de la puerta que los separaba del exterior, pero cuando volvió en sí dedujo que no habían sido vistos dado que todavía no los habían atrapado. No sintió alivio, sin embargo. Todo estaba perdido y no tenían escapatoria alguna, solo quedaba esperar que los encontraran para matarlos o usarlos para experimentos como al hombre de las duchas. Tembló al imaginárselo, pero nada hizo.
Voces y pasos comenzaron a escucharse provenientes de uno de los pisos inferiores: los guardias habían sido alertados por los funcionarios de los dos adolescentes escapando en dirección a las escaleras de emergencia. Estaban atrapados con un ejército a sus espaldas y la perdición segura subiendo por las escaleras. Nadine y Brian esperaron resignados.
Un conjunto de zancadas sonaba más cerca que el resto, mucho más cerca. Nadine se mantuvo rígida, su atención enfocada en las escaleras y sus últimas energías usadas para no disolverse en pánico frente a su enemigo. Si iba a caer, lo haría mirando a los ojos de los guardias. Junto a las zancadas, comenzaron a sentirse agitados jadeos y maldiciones cuando la persona estaba a pasos de alcanzarlos.
Nadine aferró la baranda hasta que sus nudillos se pusieron blancos para darse fuerzas y no caerse, pero quien apareció por las escaleras no fue un guardia. Ariel estaba colorado, su rostro empapado de sudor y antes de dirigirles siquiera una mirada apoyó las manos en el las rodillas y respiró hondo varias veces intentando recobrar el aliento. Era un hombre retacón, de nariz grande y lentes gruesos que vestía una bata blanca como los doctores del proyecto NOVA. En su mano aferraba lo que parecían ser dos batas blancas extra, arrugadas dentro de su puño.
—¡Críos insolentes! ¡Se creen que dominan el mundo y no escuchan las advertencias de personas con más experiencia! —fueron las primeras palabras que espetó Ariel con su pecho todavía agitado mientras les lanzaba con brusquedad una bata blanca a cada uno.
—¡Les advertí una y otra vez, pero son unos malcriados impertinentes! —continuó escupiendo un poco— ¿Qué esperan? ¡Vámonos YA! Levántate, niño.
Bruscamente Ariel se dirigió hacia Brian con la intención de levantarlo de su enroscada posición.
—¡No lo toques! —alertó Nadine entre dientes saliendo de su estupefacción.
Ariel se detuvo ante el tono amenazador de la chica, quien se interpuso entre el hombre y Brian de forma protectora. Sin explicaciones, se acuclilló frente al chico intentando encontrar su mirada.
—Brian, tenemos que irnos —dijo con el tono más dulce que pudo—. Necesitamos apurarnos si queremos escapar de los guardias.
El chico se mantuvo en silencio con los ojos desenfocados balanceándose y moviendo su mano compulsivamente.
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NOVA
Science FictionEn un futuro cercano, la superpoblación amenaza con arruinar la economía mundial. En respuesta, los gobiernos mundiales crean El Loto, una lotería a escala global que pretende reclutar conejillos de indias para un experimento radical, suicida y obli...