Capítulo 52

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Nadine esquivó la garra de la bestia por pura casualidad, su agilidad nada tuvo que ver. Al moverse con atropello por salir de su camino, la chica se tropezó con sus propios pies y su cuerpo se torció en un ángulo extraño, evitando así las uñas de la bestia que pasaron a milímetros de su rostro, casi rozándole la mejilla.

Ni siquiera tuvo tiempo para gritar. A su lado Kaoru intentó clavar su lanza en el costado de la enorme mole, pero la bestia redirigió al instante su ataque y zampó su mandíbula hacia la garganta del chico. Nadine se controló para no salir corriendo y con convicción clavó con poca destreza su cuchillo en la parte del pelaje marrón que más tenía a mano.

Los dibujos animados y las películas hacen creer que las apuñaladas son fáciles y que un arma blanca atraviesa un cuerpo como si fuera mantequilla. La realidad no es así. Nadine logró atravesar el pelaje marrón, pero el cuchillo se detuvo ante un hueso y su ataque no hizo más daño que una picadura de mosquito un poco más intensa. El único resultado fue que la bestia estaba ahora más enfurecida que nunca.

Con ferocidad, se volteó hacia Nadine y de un mordisco atacó el hombro del brazo con el que sostenía su cuchillo. Gritó como nunca antes lo había hecho al sentir los enormes dientes introducirse dentro de su piel y machacar las articulaciones. Apenas si notó cuando la bestia la soltó, rodeada como estaba por el dolor que la enceguecía.

Un grito agudo hizo volver a Nadine a su conciencia, justo para ver como Cecíle volaba por encima de ella y se estrellaba contra una de las paredes con un golpe sordo. Nadine volvió a gritar, ya no por su hombro sino por su amiga que ahora yacía inerte en el suelo de la caverna. Quería ir hacia ella, pero la bestia estaba en el camino.

El animal pareció recordar que había arrojado a Cécile por los aires y con un impulso se lanzó hacia su cuerpo inmóvil y desprotegido. Nadine no titubeó.

Usó toda la fuerza que le quedaba para arrojarse sobre la enorme mole clavando el cuchillo donde pudiera con tal de generar la suficiente distracción para que la bestia no se acercara a Cécile. Funcionó, y nuevamente el animal volvió su atención al grupo y a Nadine. Su mente se tomó entonces un segundo para recordar a Ariel, la persona que se había sacrificado por ella tantos meses atrás. Ahora era ella la que se estaba sacrificando por otra persona. Incluso en ese momento poco oportuno, con su sangre repleta de adrenalina, se sintió avergonzada por no haber entendido el sacrificio de Ariel. ¿Tan poco corazón tenía en ese entonces? ¿Tan poco amor?

Con cada rugido que salía de la garganta del animal, hasta las paredes parecían acobardarse, ni hablar del pequeño grupo que le hacía frente. Simon tenía ahora un corte en el rostro que sangraba con profundidad sobre sus ojos impidiéndole ver bien. Austin se había puesto frente a Donnatella para ayudarla a defender a su hijo no nacido y Kaoru tenía una mancha oscura en su pecho y se movía con dificultad.

Nadine estaba empezando a darse por vencida cuando Brian, que se había mantenido alejado observando con atención, se acercó con el cuchillo en alto mientras la bestia atacaba a Simon y clavó su arma en la garganta del animal. El suyo tampoco entró como si fuera mantequilla, pero sí se hundió hasta la empuñadura luego de que Brian le aplicara fuerza.

Sangre oscura empezó a borbotar de la herida y la bestia dio unos pasos hacia atrás, sus rugidos penosos y entrecortados. El olor que invadió la caverna junto con la sangre le genero arcadas a Nadine y por un momento trastabilló mareada.

—¡Garganta y ojos! –gritó Brian agitado.

Austin no perdió el tiempo y con dos zancadas se acercó a la bestia que luchaba todavía por sacarse el cuchillo de la garganta. En un movimiento digno de un luchador nato, el chico clavó su lanza en uno de los ojos de la bestia sin piedad, antes de que ésta pudiera atacarlo.

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