La realidad alcanzó a Nadine con un golpe pecho. Hasta el momento, una pequeña parte de su cerebro todavía no daba cabida a su inapelable destino, pero al acercarse la fecha del despegue se vio abrumada por la realización de que la hora de departir estaba cerca. Especialmente cuando despertó de sus inquietos sueños por el grito agudo de una mujer histérica.
Varios reclutas sollozaban por las noches en la oscuridad, pero nadie se atrevía a comentarlo durante el día. Tanta era la falta de privacidad en los cuarteles que había un acuerdo interno entre los reclutas: lo que se escuchaba en las noches, quedaba en las noches.
Este grito era diferente, sin embargo. Era desgarrador y alarmante al mismo tiempo, e hizo que varios reclutas se alzaran de sus literas en alerta. Intentando despejar su confusión, Nadine parpadeó con ferocidad alejando la desorientación que sentía. El cuartel estaba inmerso en oscuridad, como todas las noches luego que las luces se apagaban. Siluetas se vislumbraban con la ayuda de las pequeñas luces auxiliares. Se aglomeraban alrededor de una de las literas, e iban aumentando en número con cada segundo que pasaba. Nuevos gritos comenzaron a escucharse, algunos sofocados otros abiertamente lanzados.
Nadine se quedó inmóvil en su litera intentando discernir lo que ocurría con más nitidez, esfuerzo innecesario dado que al minuto las luces se encendieron sorpresivamente cegándola durante unos instantes. La chica no perdió tiempo y bajó de su litera para luego comenzar a caminar hacia la aglomeración de personas con un leve cosquilleo de nervios en el estómago.
Le costó hacerse paso entre las figuras vestidas de gris, pero cuando algunos comenzaron a retroceder de la escena Nadine logró encontrar un hueco en el cual escurrirse para llegar a la primera fila. Unos ojos vacíos y sin vida la observaban desde lo alto de una de las literas; una mano manchada de rojo colgaba por el costado bañando parte de la litera inferior y el piso de sangre. En la cabecera de la cama, cerca del rostro de la mujer, descuidadas letras rojas adornaban la pared: Mi vida, mi camino, mi decisión.
La garganta de Nadine produjo un ruido inconsciente de horror y se alejó un paso de la mórbida escena, mientras continuaba mirando como hipnotizada los ojos de la mujer muerta. ¿Por qué quitarse la vida cuando era posible que murieran en los próximos días de todas formas? ¿Cuál era el punto de esa decisión? Preguntas y más preguntas revolotearon dentro de la cabeza de Nadine, quien no entendía cuál era la razón que llevaba a una persona a quitarse su propia vida, como esta mujer lo había hecho por la noche, como Ariel lo había hecho de forma indirecta. ¿Eran estas personas valientes o enfermas? ¿Era Nadine cobarde por dejar que otros eligieran su destino o fuerte por soportarlo?
A través de la niebla que eran sus pensamientos, Nadine escuchó como las puertas del cuartel se abrían y varias personas entraban apresuradas con pasos firmes.
—¿Cómo se te pudo haber escapado esto? ¿Acaso no haces tu trabajo? —recriminó una voz de hombre.
—No hubo señales, Gupta. Las evaluaciones dieron normales —respondió secamente una voz fría de mujer.
—Claramente no debieron dar normales. La has cagado hasta el fondo —continuó el Dr. Gupta, su voz firme pero a la vez socarrona.
Los doctores se abrieron a codazos entre los reclutas seguidos de guardias y camilleros sin gastar esfuerzo en mirar a ninguno de los espectadores. Por primera vez, Nadine vio a la Dra. Loven desalineada y sin sus tacones en punta. Su cabello estaba revuelto y aunque vestía su característica bata blanca, pijamas se asomaban por debajo. El Dr. Gupta no se encontraba en mejores condiciones pero carecía de los largos círculos negros que adornaban el rostro lavado de la Dra. Loven. Detrás del maquillaje de mujer fría se escondía, al parecer, una humana.

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NOVA
Science FictionEn un futuro cercano, la superpoblación amenaza con arruinar la economía mundial. En respuesta, los gobiernos mundiales crean El Loto, una lotería a escala global que pretende reclutar conejillos de indias para un experimento radical, suicida y obli...