Capítulo 47

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Nadine nunca había cambiado de opinión tantas veces como lo hizo de camino a dónde Brian y varias personas armaban una enorme estructura hecha de cañas. No se había preocupado en ningún momento de descubrir para qué serviría la construcción, y tampoco se lo preguntaba ahora mientras nuevamente la invadía una sensación de extrema cobardía que la hacía retroceder en sus pasos.

Estaba siendo irracional y lo sabía. Nadine no era una persona que vacilaba seguido, excepto al parecer, cuando se trataba de enfrentar a sus propias emociones. No tenía sentido que una persona que había salido ya varias veces en forma pública con diferentes personalidades de la farándula, se sintiera intimidada por Brian, menos aún cuando tantos problemas e incógnitas pululaban a su alrededor. Así como la valentía flaqueaba, a los pocos segundos volvía al pensar en el espectáculo que debía estar dando a los que la rodeaban. Quizás pensaran que había perdido la cordura luego de su enfrentamiento con Signe y Frederick; eso sería mucho más fácil de explicar que la verdad: la ídola Nadine Ruetter flaqueaba ante un chico. Entre su repentina timidez y la frustración de encontrarse en esta situación cuando tenían cosas más importantes de qué preocuparse, Nadine era un remolino de sentimientos.

Por enésima vez, volvió a corregir su dirección y comenzó a caminar con los puños cerrados y zancadas fuertes hacia Brian. No vacilaría otra vez. A su derecha, una voz la distrajo de su marcha decidida.

—¡Ve, Nadine! ¡Ve! ¡Esa es mi chica preferida! Después de ti, por supuesto, cariño –alentó Simon como si de un partido de fútbol se tratara.

¿Acaso todos sabían? A la derecha de Simon, Donatella lo miraba intentando llamar su atención y mordiendo su labio inferior de forma preocupada. El hombre, completamente enfrascado en burlarse de Nadine, no parecía darse cuenta.

—Que orgullo ver cómo mis polluelos crecen. ¿Necesitas que eche a todo el mundo para tener privacidad? ¡Sé delicada con él! Aunque, ahora que pienso, si no le gusta que lo toquen no me imagino cómo se las apañarán para... ¡Auch! ¿Cariño, por qué has hecho eso?

Donnatella simplemente lo miró, cruzada de brazos, como si fuese obvio, algo que para Simon claramente no lo era. Nadine los dejó así: a él refregándose el brazo donde el puño de Donatella había atacado y a ella visiblemente enojada que el hombre no estuviese dándose cuenta de lo que intentaba transmitirle sin palabras. El breve intercambió le sugirió a Nadine que el malestar de Donatella nada tenía que ver con ella y Brian, sino sobre algo privado, algo que claramente escapaba a Simon.

Nadine continuó su camino, tenía sus propios problemas que resolver. Cuando alcanzó a Brian hubiera podido a jurar que su corazón se detuvo por los nervios. Más que mariposas en el estómago, Nadine sentía dragones que escupían fuego.

Cualquiera habría pensado que el chico ignoraba la presencia de Nadine a su espalda, pero ella ya conocía los disimulados manierismos de Brian y una leve tensión de sus hombros le indicó lo contrario. Sin embargo, bien podría haber sido un elemento más del paisaje.

—Nunca te pregunté. ¿Qué es lo que están construyendo? —preguntó para romper el hielo intentando que no le flaqueara la voz.

—U-u-un s-s-sistema de r-r-riego —respondió el luego de unos segundos. Su tartamudeo el único indicio de disconformidad.

¿Cuándo había sido la última vez que Brian había tartamudeado al hablar con ella? El chico apretó los labios formando una tensa línea, haciendo evidente su frustración por no poder controlarlo. Nadine, por su parte, sintió una pequeña punzada de decepción. Era como si hubieran retrocedido a los primeros días, con Brian un paso más allá de la usual distancia entre dos personas al hablar enfrentados, con sus ojos completamente desviados.

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