Capítulo 32

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Le fue difícil reconocer a Cécile de forma rápida debido a que su distintiva cabellera repleta de rulos había desaparecido el día anterior al despegue. Nadine todavía se preguntaba con qué propósito los funcionarios del proyecto NOVA habían rapado el pelo de todos los reclutas. Por ahora no había llegado a ninguna conclusión.

Por fin, casi cuando estaba dándose por vencida, distinguió a su amiga alejada de la multitud entre un grupo de niños de no más de doce años. Su brazo estaba entablillado de forma rudimentaria y sostenido contra su pecho por una gran tira de tela gris. Nadine sintió un gran alivio al verla sonreír y su mal presentimiento se esfumó por completo. Cécile encontró su mirada entre las cabezas de los niños y se apresuró a encontrarla a mitad de camino.

—¡Estás bien! —dijo pasándole un brazo por el cuello en un poco característico abrazo luego de la noche del apagón.

—¡Tú también! Perdona que no te busqué antes... —comenzó a disculparse Nadine antes de ser interrumpida por un ademán de indiferencia de Cécile.

—No te preocupes, todos tenemos la cabeza llena de NOVA. Yo tampoco he tenido tiempo para buscarlos a ustedes. Me encontré con Signe al salir... quién hubiera dicho que un lobo se escondía bajo esa actitud maternal —comentó Cécile arqueando sus cejas—. También vi a Temba de lejos, todo un bombón dando órdenes.

Nadine rio por primera vez en NOVA.

—¿Cómo es que has terminado rodeada de niños? —preguntó cuando se hubo calmado—. Signe me dijo que estabas ayudando a los heridos.

—Estaba, hasta que vi a Máximo acurrucado y llorando desconsolado —contestó, su sonrisa esfumada, señalando a un chico que parecía menor a la edad mínima estipulada por El Loto debido lo bajo y flaco que era—. Nadie estaba prestando atención a los más pequeños.

—Bueno, no son tan pequeños Cécile... casi son adolescentes.

—Sí, pero muchos de ellos no han estado lejos de sus padres por más de unas semanas. Están muy inseguros y no saben qué hacer. Por supuesto hay unos cuantos que son más rápidos y vivos que cualquiera de nosotros. Balaji, aquél espantapájaros de pre-adolescente se las ha apañado para conseguirnos una bolsa de frutos amarillos de alguna forma —dijo señalando a un escuálido muchacho que hablaba sin parar con una niña a su lado.

—No te hacía armada de paciencia para cuidar de los niños, pre-adolescentes o como quieras llamarlos —cuestionó Nadine sorprendida.

—Nadine, ¿no te has dado cuenta que son pocas las veces que hablamos de nuestro pasado? Hay mucho que no sabemos de la vida de los otros antes del proyecto NOVA —explicó Cécile con una mirada nostálgica hacia el grupo de jóvenes—. En mi caso me recuerda a mis hermanos pequeños... Era la mayor de siete, ¿sabías?

—Esos son muchos hermanos, ni me lo imagino. ¿Qué harás ahora? —preguntó Nadine pensando en lo molesto que sería tener a seis hermanos peleando por el control remoto.

—Signe ha mandado a un mensajero diciendo que han encontrado un refugio —respondió Cécile dejando entrever su desconfianza—. Quiere que llevemos allí a los más jóvenes cuanto antes para evitar que vean... tú sabes... esa pila que está creciendo cada vez más al lado de la nave...

Los cadáveres. ¿Cuántos habían muerto ya durante este corto período de tiempo?

—Creo que es una buena idea.

—Lo dices porque tu estado físico no se queja cada vez que das un paso en este planeta endemoniado —protestó Cécile—. Siento que mis piernas pesan una tonelada.

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