Capítulo 54

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Lo primero que sintió Nadine al volver en sí fue el exorbitante dolor en el lado izquierdo de su torso. Debió haber gemido sin proponérselo porque enseguida el techo rocoso en donde tenía los ojos fijados fue interceptado por el rostro incrédulo de Brian.

—¡D-d-d-d-doctor G-g-González! ¡D-D-Doctor! —gritó hacia un lugar fuera del campo de visión de Nadine.

La chica no giró su mirada, concentrada como estaba en bloquear el dolor, pero sintió como unos pasos rápidos se acercaban hacia ella hasta parar cerca de su brazo izquierdo.

—La fiebre debe haber cortado —sintió a González.

Nadine sintió la mano del doctor posarse en su frente y se sintió un poco más aliviada.

—Sí, ya no tiene fiebre. ¿Nadine? ¿Me escuchas?

Con mucha fuerza de voluntad, Nadine logró que su garganta la obedeciera.

—Sí, mi brazo duele —explicó entre dientes en medio de un sollozo.

—Lo sé. Tenías el hombro prácticamente destruido y la pérdida de sangre hizo que te desmayaras. Luego la herida se infectó y...

—¡¿E-e-e-estará bien?! —interrumpió Brian impaciente.

—Necesito revisar su brazo. ¿Crees que puedas incorporarte, Nadine?

Si era honesta, el solo hecho de pensarlo la hacía querer llorar, pero se mordió el labio y, con el apoyo de Brian, logró sentarse. La cabeza le giró apenas lo hizo, por lo que Nadine se inclinó un poco hacia el chico para lograr juntar fuerzas. Brian no protestó por el contacto imprevisto.

Con gentileza, el doctor tomó su brazo y lo hizo girar en varias direcciones parando únicamente cuando Nadine gemía del dolor. González suspiró y volvió a colocar el brazo de Nadine en reposo con suavidad.

—Tienes que entender, Nadine, que no tenemos los instrumentos para operarte como lo haríamos en la Tierra... —comenzó a explicar el doctor tentativamente, lanzando fugaces miradas en dirección a la chica para analizar cómo estaba tomando las noticias. Algo en la cara de Brian debió alertarlo de posible confusión porque inmediatamente prosiguió al punto—. La fiebre a cortado, por lo que ya no corres riesgo de vida.

Brian lanzó un suspiro mezclado con exclamación.

—Pero es posible que el movimiento de tu brazo se vea impedido de forma permanente —agregó rápido como sacando una curita de la piel—. Y no hay nada que podamos hacer por la cicatriz.

Ante las palabras, Nadine llevó la mirada su hombro adolorido. Estaba cubierto con vendas rudimentarias, pero el recuerdo de las mandíbulas de la bestia y el desgarro que había sentido le hacía estar segura de que no habría nada parecido a piel reluciente debajo. Quizás tiempo atrás habría llorado, insultado o incluso se habría enojado con el universo por tener su piel marcada de forma permanente. Ahora simplemente asintió respirando de alivio.

—Al menos estoy viva. Muchos no pueden decir lo mismo —respondió con la voz cortada.

A su lado, Brian le pasó un brazo por los hombros con cuidado para no aumentar el dolor que Nadine ya sentía. González, por su parte, sonrió dejando ver una pizca de orgullo.

—¿Cuánto tiempo he estado inconsciente?

—Dos semanas —respondió González luego de titubear un par de veces.

Nadine estaba boquiabierta.

—¡¿Dos semanas?! —repitió para hacerse la idea. Con razón se sentía tan débil.

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