Capítulo 21

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—¿Qué haces, Signe? —reclamó Cécile apenas estuvieron en su campo de visión.

—Termino con este melodrama adolescente de telenovela —explicó la mujer con un resoplido.

—Tú tampoco me has hablado en todo este tiempo... —reprochó Nadine poco convencida.

—Eso es mi culpa por juntarme con jovencitos alborotados —respondió la mujer tomando asiento en uno de los bancos al lado de Cécile —. Ahora díganse una disculpa mutua, dense un beso y un abrazo.

—¡No tenemos cinco años, Signe! —recriminó Cécile cruzándose de brazos en desafío, ofendida.

—¡Pareciera que sí los tienen! —acusó la mujer.

Los cuatro adolescentes se mantuvieron en silencio sin dirigirse la mirada durante varios minutos. Nadine se movía incómoda, Brian se mantenía inmóvil, Cécile no paraba de arreglarse su rebelde cabello, Kaoru miraba a todos expectante y Signe resoplaba cada tanto como si no tuviesen remedio.

—¡Vamos, niños! Quedan solo tres meses para viajar a conquistar un planeta. ¿Les parece buen momento para estar peleados así? —insistió la mujer.

El chico japonés fue el que primero rompió el hielo y, absteniéndose de su sonrisa característica, se levantó de su banco en dirección a Nadine y Brian. Cécile lo miró como si la hubiera traicionado y afirmó aún más sus brazos cruzados.

—Estuvieron muy, pero que muy mal —les dijo Kaoru, su inglés casi comenzando a ser fluido.

—Lo sabemos. Perdóname Kaoru, no les dije porque no quería ponerlos en peligro... Nunca cruzó mi cabeza que los reclutas se revolucionarían de la manera que lo hicieron y ustedes saldrían lastimados —explicó Nadine con voz forzada.

—¡No miras consecuencias! Tú actúas mucho por lo que sientes —continuó el chico señalándola acusatoriamente para luego dirigirse a Brian—, y tú mucho por lo que piensas. ¡Necesitan balance!

—Intentaremos mejorar, perdónanos —repitió Nadine, Brian asintió a su lado.

—¡A pedir perdón vayan a la iglesia! ¡No todo puede solucionarse con palabras! —acusó Cécile gravemente.

—¡Cécile, más que pedirles perdón y prometer no hacerlo nuevamente, no podemos hacer! ¡No voy a rogarte de rodillas sólo para curar tu orgullo! Tómalo o déjalo —respondió Nadine cansándose de la testarudez de la chica de rulos.

Nuevamente se desató el silencio.

—Doy última oportunidad. No más —decidió Kaoru.

—Intentaré... Con el tiempo... No estoy segura —confesó Cécile jugando con algunos de sus rulos.

—¡PERFECTO! —anunció Signe palmeando sus manos antes que Nadine pudiera responderles— Ahora que estamos en el mismo bote es hora de planear.

Los cuatro adolescentes la miraron confundidos. La mujer se acomodó en el banco y le hizo señas a Nadine y Brian para que tomaran asiento junto a ellos.

—En tres meses nos pondrán dentro de una nave y existe una posibilidad, aunque mínima, de que efectivamente lleguemos a un nuevo mundo. Para nosotros será un pestañeo desde el momento en que nos criogenizan al momento que nos despertemos. ¿Qué haremos entonces? ¿Cómo sobreviviremos? —inquirió Signe con una gran sonrisa entusiasmada moviendo sus manos para hacerse entender— Si queremos vivir para contar la historia, tenemos que planear.

La discusión entre los cuatro chicos había quedado en el olvido y ahora todos prestaban atención a las palabras de Signe.

—Pero es muy probable que nunca volvamos a despertar —insistió Nadine pesimista como muchas veces lo había mencionado.

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