Spirit. [Terminada]

Segunda parte: The preposition

Entro en mi infantil habitación llena de fotos mías de pequeña y de mi familia en general. En ella hay un gran espejo de cuerpo entero con dos puertas más, una es el vestidor y otra el baño personal y mi gran cama preside el dormitorio.

Lanzo con fuerza suficiente mis zapatos al suelo como para que se rompa el tacón y me tumbo en la cama con vestido, con maquillaje, con el pelo hecho pero mucho más tranquila y desahogada.

Me parece increíble que aún nadie se haya dado cuenta que me ido de mi propia fiesta. ¿Realmente a alguien le importo? Posiblemente no. Giro mi cabeza hacía la derecha mientras en mis ojos se refleja la ciudad de Sylt. Siempre he amado esa ventana.

Cierro los ojos y sin importarme que aún hay luz en el cielo, me duermo.

- Señorita Hope. -Oigo cerca de mi oreja.

- Sr. Harrison, ¿qué ocurre? -Preguntó mientras me froto los ojos.

En mi cabeza me anoto mentalmente que debo quitar luz de mi habitación, me molesta demasiado por las mañanas.

- Son las nueve. -Me informa mientras vuelve a erguir la espalda.

- Oh. -El pensamiento viene a mi cabeza. "El Sr. Brown".- Gracias.

Él se va, haciendo caso como siempre a mis órdenes o a las de mis padres.

No tengo ni una pizca de ganas de ir, debo presenciar y aguantar las críticas y las estúpidas preguntas de porqué desaparecí en medio de la fiesta.

Me levanto dispuesta a vestirme, desayunar y dejar pasar todo. Lo más seguro es que mis padres ya lo hayan hecho.

Transcurren cuarenta y cinco minutos hasta que consigo aparentar que estoy estupendamente bien. No veo a mis padres por ningún lado y solo me despido de Erika, la señora de la limpieza y del Sr. Harrison, luego decido caminar hasta los edificios de Gold. Nunca me gustó el coche.

Llego a la gran montaña llena de cristales de las grandes ciudades, decido entrar y no pensar en nada de lo que ocurrió ayer.

La recepcionista (o secretaria, no lo consigo adivinar) del Sr. Brown me recibe con una grande sonrisa.

- Perdone, el Sr. Brown me preguntó si podía pasarme hoy por aquí a las diez de la mañana. -Se me están acabando las palabras, no sé qué más decir.

La chica rubia mira entre sus folios mientras me pregunta:

- ¿Es usted Hope Mc Guire?

- Cierto. -Hay un cierto relajamiento en mis músculos.

- A la derecha hay un ascensor, pulse el botón veinticinco, y podrá encontrar el despacho del Sr. Brown. -Dice mientras me hace señas levantada de la silla.

- Muchas gracias. -Asiento con la cabeza hacia ella.

Al parecer, no se ha notado el cierto cansancio, ni lo ocurrido ayer. Ni en mi voz, ni en mi aspecto. Perfecto.

Entro en el ascensor mucho más tranquila de lo que estaba. Si la recepcionista no ha notado nada, ¿por qué lo iba a hacer el Sr. Brown?

Nada más abrir las puertas veo que está todo el despacho al descubierto. No hay más salas ni paredes, y si las hay son de cristal. Detrás del escritorio hay una maravillosa vista de la ciudad, que se ve como de miniatura.

El Sr. Brown está sentado en su negra silla, muy concentrado en sus asuntos. Me siento repentinamente mal por interrumpirle, pero finalmente doy unos pequeños golpes en la puerta de cristal. Levanta la cabeza y al darse cuenta que soy yo, rápidamente viene hacia mi y me abre la puerta.