Dime que no era muy evidente.
Cada que estábamos ahí, sentados a la distancia. Parecía inevitable dejar de mirarte.
Dejé a un lado todo prejuicio que me delatara de no ser digno de ti. Pues de igual manera daría por ti lo necesario; por demostrarte el cariño en cada gesto y la sinceridad en mis palabras.
Como aquel intruso en el jardín del edén, quise vivenciar un paraíso que solo hallaba en ti.
No admitiría a Dios como mi señor, de no ser por haber mandado a este desahuciado lugar un ángel de belleza sólo definida por sus deidades. Santo su nombre, que en precariedad terrenal, apaga mis llamas para ver tu rostro.
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Lírica del recuerdo
RomansaRelatos con esencia de sentimentalismo puro, narrados como epístolas de un romance inmortalizado. La lírica muere cuando muere el soñador, y qué mayor inspiración que la vivencia descrita y dirigida sin un destino y de enigmático autor. Solo se mue...