Vergüenza

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Poco a poco comencé adaptarme a esta nueva escuela, a pesar de todos los inconvenientes me siento mucho mejor que en el "agujero gris". Pasó ya una semana desde que decidí acercarme a Nathanaël y aceptar sus disculpas, a pesar de no ser amigos no se me hace una mala persona.

Química, una de las materias más aburridas que pueden existir —a excepción de los "experimentos" fallidos que terminan en desastres— me dirigí al laboratorio y la maestra Mendeleiev me vio con un notorio enfado.

—Otra vez tarde, Couffaine.

—Lo siento —contesté bajando la mirada.

Me dirigí hacia el lugar donde siempre suelo sentarme, pero Nathanaël hizo unas señas indicando que me sentara con él, tímidamente me senté en el sitio que se hallaba a su lado y la maestra comenzó a llenar el pizarrón con fórmulas extrañas que con tan solo verlas sabía que no me las aprendería jamás.

Traté de mantener la mirada fija en el pizarrón y comprender lo que la maestra decía, aún así no pude concentrarme porque el pelirrojo se la pasaba dibujando y no podía evitar mirar de reojo su cuaderno. Seguía haciendo el cómic en el que estuvo trabajando hace ya varios días, pude notar que entre aquellos dibujos habían varios de una chica de coletas que me resultaba muy familiar.

—¡Nathanaël! —exclamó sorpresivamente la maestra haciendo que ambos nos sobresaltemos.

El chico se puso totalmente nervioso y la maestra lo mandó hacia la oficina del director junto con sus dibujos, el chico me miró con tristeza y yo intenté actuar con un poco de indiferencia ante la situación. Mientras caminaba se tropezó con una mochila haciendo que tanto él como sus dibujos terminaran en el suelo, admito que sentí lástima por él.

—¡Mira Sabrina, es él como superhéroe! —exclamó la mimada de Chloé tomando el cuaderno del pelirrojo— Y mira a quien está salvando ¡Es Marinette! ¡Está totalmente loquito por ti, Marinette! —añadió burlonamente.

Miré aquella "escena" boquiabierta al igual que todos mis compañeros, esto fue peor que aquel "incidente" en el primer día de clases, incluso llegué a sentirme una completa ridícula por haberme enfadado por algo tan tonto, el pobre chico fue avergonzado frente a todos incluyendo la chica que le gusta. Sentí algo extraño en mi pecho cuando la rubia mencionó a Marinette, quizás haya sido porque no me imaginaba que el pelirrojo tuviera sentimientos amorosos hacia ella, a veces ni yo misma me entiendo.

El chico salió corriendo sin darse cuenta de que Chloé había arrancado uno de los dibujos de su cuaderno, yo aún me quedé pasmada. Estuve la mayoría de la clase con la mente en blanco mientras pensaba en que le pudo haber sucedido, creo que ahora la preocupada soy yo.

Al tocar la campana del receso la mayoría de mis compañeros salieron del laboratorio como si se tratara de prisioneros escapando de una cárcel, yo aproveché que Chloé aún se encontraba sentada burlándose del dibujo para reclamarlo.

—Esto no es tuyo —dije con un tono frío pero al mismo tiempo intimidante —según yo— tratando de quitar el dibujo de entre sus manos.

—¡Cállate rara! Ni siquiera quiero esta cosa, llévatelo —exclamó entregándomelo bruscamente— Y recuerda que algún día me las pagarás tal como te lo dije el segundo día en que se te ocurrió asistir a esta escuela, emo antisocial.

Esas palabras me dolieron bastante y me hicieron sentir temor, por un momento los cortes pasaron por mi cabeza, pero por alguna razón preferí ir a buscar a Nathanaël y devolverle aquel dibujo donde se hallaba él en forma de superhéroe abrazando a Marinette.

Al salir vi a lo lejos al pelirrojo sentado en una banca abrazando su cuaderno de dibujos y mirando al suelo, me recordó tanto a mi pasado... el chico solo y desconsolado mientras que los demás solo se dedicaban a verlo como un "bicho raro" y a murmurar cosas, nadie hacía lo más mínimo por ayudarlo, ni siquiera la peliazul de la cual se encuentra enamorado.

Me acerqué a él con mi cuaderno de poemas y me senté a su lado, él dejo de mirar al suelo para verme a mí.

—Esto es tuyo —dije entregándole el dibujo— Chloé lo arrancó sin que te dieras cuenta.

—M-muchas gracias —contestó levemente sonrojado tomando el dibujo y guardándolo entre dos páginas de su cuaderno.

—Todos son unos idiotas —dije repentinamente viendo hacia el frente— No tienen ni la menor idea de como se siente uno ni lo doloroso que es ser humillado frente a todos.

—Me lo merezco por haber leído tu cuaderno.

—Claro que no, eso solo fue una tontería —dije intentando sonreír.

—No me parece tonto que una persona se dañe a sí misma —contestó desviando la mirada.

Me quedé callada y no supe que contestar, uno de mis puntos débiles es escuchar que alguien hable de los cortes de mis antebrazos, jalé las mangas de mi suéter negro y miré al suelo.

—Ah... eso no es cierto, solo son poemas sacados de mi mente —dije con un poco de nerviosismo— Solo q-que no quería que nadie los leyera.

—Bueno, felizmente que no lo haces en realidad —contestó con una pequeña sonrisa— Tienes un gran talento para la poesía.

—G-gracias, nunca creí que alguien me lo diría.

Al estar en ese pequeño intercambio de palabras con él me sentí realmente bien, sentí que estaba entablando una amistad que probablemente valga la pena.

—No sabía que te gustaba Marinette —dije mientras veía a la peliazul caminar detrás del chico de cabello rubio.

Nathanaël inmediatamente se sonrojó y no supo hacia donde mirar.

—Es que... es hermosa, dulce y... simplemente perfecta —dijo con una sonrisa nerviosa y una mano detrás de su nuca— Aunque no creo tener oportunidad con ella —añadió cabizbajo.

No podía negarlo, esa chica es carismática, amable, talentosa, tiene unos ojos preciosos y tal como lo dijo el pelirrojo cumple con todos los requisitos para ser considerada "perfecta". Todo lo contrario a mí, una chica llena de cicatrices y con una vida desastrosa.

—Te ayudaré a declararle tus sentimientos —dije con una sonrisa, una verdadera sonrisa.

—¿En serio? ¡Muchas gracias! —exclamó sonriendo y con un brillo en sus ojos mientras tomaba uno de mis antebrazos con un poco de fuerza.

—¡Auch!

Ayer en casa me auto-dañé otra vez porque tuve una horrible discusión con mi madre, mis heridas se hallaban aún abiertas y me dolían bastante.

—L-lo siento no quise lastimarte —dijo cambiando su alegría por preocupación— Soy muy torpe.

—No lo eres, solo que mi piel es muy sensible —contesté tratando de ocultar la verdadera razón por la que emití aquel quejido.

—Muchísimas gracias por ayudarme, creo que podremos ser muy buenos amigos... si tu quieres —dijo con una media sonrisa.

—Está bien.

Mi forma de pensar cambió de un día al otro, antes estaba enfadada con él por tratar de ser mi amigo por lástima pero ahora se que él también es un chico solitario e incomprendido. Mi primer amigo.

Nathanaël me dijo algo que no esperaba, hoy es su cumpleaños y a pesar de que la mayoría de los chicos del aula lo sabían nadie lo saludó. Según él es como si no existiera, solo se fijan en él para molestarlo o para pedirle favores.

—Feliz cumpleaños —dije poniendo mi mano sobre la suya.

—G-gracias —contestó con un rubor en sus mejillas debido al contacto de nuestras manos.

—Quizás Marinette solo lo haya olvidado, no te rindas quizás te de una oportunidad.

—Algún día conquistaré su corazón —dijo por último el pelirrojo mirando a la chica de las coletas con una sonrisa llena de ilusión.

Por alguna razón sabía que Marinette probablemente rechazaría a Nathanaël ¿La razón? Porque se nota que está perdidamente enamorada del chico rubio, guapo y desenvuelto, dudo mucho que se fije en el pelirrojo bajito y tímido. No quiero romper con su ilusión así que lo ayudaré por más que me entristezca verlo deprimido luego de que la peliazul no corresponda a sus sentimientos.

La Chica de las Cortadas [Julenath]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora