Tres meses después
Pasó bastante tiempo desde aquel "incidente" con Amanda durante la clase de literatura, aquel suceso que hizo que sus amigas junto con otros chicos me acorralaran en un lugar poco habitado de la escuela y comenzaran a decirme cosas que me incitaran a acabar con mi vida, a pesar de todos los insultos intenté ser fuerte —algo que me costó mucho— y evitar que esas palabras ofensivas me hirieran.
Flashback
—¡Maldita emo antisocial! ¡Por tu culpa Amanda fue enviada a la oficina del director! —exclamó una de sus amigas.—¡Suicídate de una vez! Le harías un gran favor al mundo, así nadie más tendría que ver tu horrible presencia.
Me encontraba cubriendo mis oídos con ambas manos intentando no escuchar los horribles insultos de las amigas de Amanda, aunque fue en vano porque oí todos y cada uno de ellos. Luego de unos minutos más de tortura tocó la campana que indicaba el final del receso, pero ellas junto con un par de chicos seguían ahí impidiéndome el paso.
—¡Déjenla en paz! —exclamó una voz ya familiar para mí.
—Vaya vaya, la pequeña Rose vino a defender a su noviecita —dijo un chico con un tono burlón.
El grupo soltó una carcajada para luego regresar al aula, Rose tomó mi brazo intentando calmarme.
—Ignóralos, ellos solo saben hacer sentir mal a los demás.
—Por más difícil que sea debo hacerlo, no tengo elección —contesté mirando al suelo mientras jalaba las mangas de mi suéter.
Fin del FlashbackMe pareció muy extraño que Rose ni siquiera se haya dado cuenta de lo que sucedió solo hasta el final del receso, muchas tonterías empezaron a pasar por mi mente así que intenté despejarme de cualquier forma. Uno... dos... tres... poco a poco fui realizando más cortes en mis antebrazos para que el dolor me ayudara a olvidar todas esas cosas, vi como las pequeñas gotas de sangre iban cayendo al suelo una a una.
En cuanto a Félix, como era de esperarse me rechazó de la peor forma posible, era obvio que él nunca se iba a fijar en alguien como yo teniendo a tantas chicas populares y lindas tras él. Recuerdo que me quedé paralizada durante unos segundos mientras hacía un gran esfuerzo para no llorar, corrí en dirección al baño y estuve encerrada ahí un par de horas, ni siquiera me importó haberme perdido las clases. Rose tenía toda la razón al decirme que él no valía la pena, me siento la persona más estúpida por haberme enamorado de ese inútil.
Luego de limpiar el piso y lavar mis heridas con agua fría salí del baño y me dirigí a mi habitación, suspiré y no pude evitar llorar un poco pensando en la "gran" suerte que me tocó. Tomé mi cuaderno y comencé a escribir un nuevo poema, tal como me prometí a mí misma hace ya un año, debía hacer uno por cada vez que me desquitaba conmigo misma.
A la mañana siguiente
Abrí mis ojos con pereza, aún no lo podía creer, llegó el último día antes de las ansiadas —por todos menos por mí— vacaciones. Bajé a desayunar y ahí se encontraba mi madre, la saludé y ella apenas me correspondió.
—¿Hoy terminan tus clases? —preguntó para luego darle una mordida a su tostada.
—S-sí —respondí un poco temerosa.
—Desde mañana harás todos los quehaceres de la casa, me siento demasiado cansada y ya es hora de que sirvas para algo.
No pude evitar fruncir levemente el ceño, mamá es la mujer menos agradecida que existe, más bien soy yo la que se encarga de hacer los quehaceres siempre, son muy raras las veces en las que ella limpia la casa o que por lo menos lava su plato —sí, solo el suyo— después de comer. Si no trabajara en casa para obtener el dinero suficiente para mantenernos a ambas diría que no hace nada.
—¡Deja de mirarme así! ¡No me faltes el respeto!
Antes de poder cambiar mi expresión sentí un fuerte golpe en uno de mis brazos, bastante cerca de las zonas donde se hallaban las heridas aún abiertas, el dolor fue indescriptible, tanto que una pequeña lágrima salió de mi ojo izquierdo.
Terminé el desayuno desganada y me dirigí al "agujero gris", durante el camino no vi a Rose lo cual me pareció un poco raro, pues siempre solíamos ir juntas. Sentí mi corazón latir con mucha fuerza y mi piel erizarse, tengo un mal presentimiento de todo esto.
Llegué con un poco de sudor tanto en la frente como en mis manos, me dirigí al aula con un poco de nervios imaginándome lo que sucedería al abrir la puerta. Al entrar me di cara a cara con Amanda y Félix, ambos sonrieron con complicidad y se hicieron a un lado para dejarme pasar, todos me veían de forma extraña, incluso Rose.
—Juleka, Juleka ¿De verdad pensaste que tenías una amiga? —dijo Amanda con una sonrisa y un tono de voz insoportable.
—D-¿De qué estás hablando? —pregunté totalmente confundida.
—Hablo de ella —contestó señalando a Rose.
Dirigí la mirada hacia la rubia, ella solo me dedicó una risa burlona.
—Ella nunca fue tu amiga, nosotras hicimos un plan hace cuatro años para saber más sobre ti, y gracias a Rose nos enteramos de miles de cosas.
—Rose ¡¿Eso es cierto?! —exclamé sintiendo como miles de emociones se acumulaban dentro de mí.
—Sí, lo es —contestó con un tono seco— admítelo, nadie querría ser amigo de una chica como tú.
—N-no puedo creerlo, eres una...
Todos comenzaron a reírse, estaba al borde de las lágrimas, no pude evitar lanzarle una mirada llena de odio a Rose para luego irme corriendo del aula y encerrarme en uno de los cubículos del baño a llorar desconsoladamente. Mi única y mejor amiga siempre estuvo de parte de Amanda, me engañó todo este tiempo y yo caí como una idiota.
Remangué las mangas de mi suéter, saqué una pequeña cuchilla de mi bolsillo y comencé con los cortes, me sentía sola, traicionada y muchas otras cosas. No sabía que hacer, mi única opción era escaparme de la escuela y volver a casa, prefiero lidiar con mi madre que volver a ver a mis compañeros.
Al salir del cubículo vi mi rostro en el espejo, mis ojos estaban rojos por tanto llorar y mis manos temblaban, no lo pensé más y corrí fuera del baño, fui por los pasillos hasta salir de la escuela y volver lo más rápido posible a casa. La gente en las calles me miraba extraño y unos cuantos murmuraban cosas, no me importó en lo más mínimo.
Al llegar mi madre se encontraba en la sala viendo la televisión, clavó su mirada en mí y mis piernas comenzaron a temblar.
—Ven —dijo con frialdad.
Me acerqué con temor hacia donde estaba, noté que tenía el ceño fruncido y estaba lista para gritarme.
—¡¿Por qué te escapaste de la escuela?!
Dudé un poco si decirle la verdad o no, hasta que no pude contenerme más.
—¡Rose me traicionó! —exclamé para luego llorar— Todos estos años estuvo fingiendo ser mi amiga.
—¡Siempre tienes problemas! ¡Ya estoy harta!
—¡No es mi culpa! En la escuela todos me odian —contesté mirando al suelo.
—Ya me cansé de todas tus quejas, ya no volverás a asistir a esa escuela —dijo mi madre haciendo que levantara la mirada.
—E-¿En serio? —pregunté sin poder creerlo, sequé mis lágrimas y sonreí levemente— Gracias, muchísimas gracias mamá.
Como si mi cuerpo hubiera actuado solo abracé a mi madre con fuerza, hace varios años que no lo hacía y como era de esperarse ella no me correspondió. Hoy es el último día, mi último día en esta maldita escuela.
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La Chica de las Cortadas [Julenath]
Fiksi PenggemarMi nombre es Juleka Couffaine y hace no mucho cumplí los dieciséis años. Como se imaginarán oculto mi soledad, tristeza y desesperación bajo las largas mangas de un suéter. Poemas, un poema más a mi colección por cada vez que me encierro en el baño...