Me quedé aún parada frente a la puerta, froté mi mejilla con una lágrima rodando por la otra, ¿Algún día me dará una mínima muestra de afecto? Recuerdo que cuando era pequeña ella era distinta, me sonreía y acariciaba mi cabello con cariño, dudo mucho que las cosas vuelvan a ser igual.
Me dirigí a la cocina para almorzar, en el refrigerador solo había un plato a medias probablemente dejado por mi madre, suspiré y lo calenté en el microondas para luego comerlo con rapidez, admito que estaba muy hambrienta. Luego de lavar el plato y cepillarme los dientes fui a mi habitación y tomé el sobre con la invitación de Marinette, por un momento imaginé como sería la fiesta y sonreí inconscientemente.
De pronto tuve de nuevo la misma sensación de molestia de ayer pero esta vez en una de mis piernas, corrí hacia el baño y baje mi pantalón hasta la altura de las rodillas, las vendas estaban manchadas con sangre. Las retiré con mucho cuidado, las cortadas de mis muslos aún seguían sangrando porque a diferencia de las de mis antebrazos éstas eran más profundas. Luego de pensarlo opté por darme un baño, me desvestí y me quité las vendas de los antebrazos para luego encender la llave del agua fría e ingresar.
Al terminar con la ducha salí temblorosa porque mi cuerpo aún no logra acostumbrarse al agua fría, me costó muchísimo secarme. Ya lista exhalé, reuní suficiente coraje y limpié las heridas abiertas con bastante alcohol, no pude evitar soltar unos cuantos quejidos, a veces siento que no tiene sentido hacer todo este procedimiento si probablemente volveré a auto-dañarme. Luego de un rato frotando los trozos de algodón por las zonas el sangrado paró, así que vendé mis piernas y brazos, me puse nuevamente la ropa y regresé a mi habitación.
El reloj marcaba las seis y media, lo cual significaba que la fiesta de cumpleaños de Marinette ya había empezado ¿Cómo la estarán pasando? No debería ni preguntármelo, seguramente se están divirtiendo. Sin saber que hacer tomé un bolígrafo y mi cuaderno, comencé a escribir los dos poemas que tenía pendientes.
La sangre resbala por mis brazos
mientras siento mi corazón hecho pedazos.Viniste tú e iluminaste mi vida,
aun así no encuentro una salida...
No puedo parar.A pesar de tener a Nathanaël conmigo siento que aún me falta algo, quizás tenga que acostumbrarme a que solo él sea mi felicidad, mi único amigo y mi única razón para vivir.
Mis piernas no dejan de sangrar,
necesito que alguien me pueda consolar.Toma mi mano y ayúdame a olvidar
todo aquello por lo que tuve que pasar.Mis ojos se humedecieron un poco, además de los cortes considero el llanto como una buena forma de desahogarme, pero... ¿Por qué lo hago? No sé si sea por mi madre o por algún otro motivo, siento varias cosas acumuladas dentro de mí. Levanté la cabeza al oír el timbre, lo más probable es que mamá olvidó las llaves, me parece bastante extraño que recién lo haya notado, pues han pasado algunas horas desde que salió.
Bajé desganada y abrí la puerta, mi corazón se detuvo por unos segundos al darme cara a cara con Nathanaël.
—Hola, ¿Cómo te fue? ¿Te encuentras bien?
—Hola Nathanaël —contesté algo seca— Pensé que sería peor, solo fueron un par de insultos y una bofetada.
El chico dirigió la mirada al suelo, parecía sentirse culpable.
—Pude haberte pasado la tarea, lo siento —dijo con un tono apagado— En parte fue mi culpa.
—Claro que no —contesté jugueteando con mis dedos— He sido muy irresponsable, quizás me lo merecía... —desvié la mirada— Puedes pasar, me hace sentir mal que hayas venido hasta aquí solo para quedarte en la puerta.
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La Chica de las Cortadas [Julenath]
FanfictionMi nombre es Juleka Couffaine y hace no mucho cumplí los dieciséis años. Como se imaginarán oculto mi soledad, tristeza y desesperación bajo las largas mangas de un suéter. Poemas, un poema más a mi colección por cada vez que me encierro en el baño...