Pasado (Parte I)

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Un año atrás

Luego de una horrible noche abrí mis ojos sabiendo que seguramente hoy sería otro de esos días grises en los que me encerraría en uno de los cubículos del baño a desquitarme conmigo misma.

Salí de casa sin desayunar ni despedirme de mi madre —quien aún no había despertado— y me dirigí a la escuela cabizbaja y un poco nerviosa. Mientras caminaba como si mi cuerpo actuara involuntariamente me encontré mi única y mejor amiga, aquella chica que siempre estará a mi lado a pesar de todos los rumores que esparzan sobre mí.

Muchos se preguntarán cómo surgió nuestra gran amistad a pesar de ser ambas polos opuestos, cómo la pequeña y adorable Rose puede ser amiga de la chica más despreciable de la escuela. Todo comenzó cuando apenas había cumplido los once años de edad.

Flashback
Me encontraba sentada en un rincón del pasillo con algunas lágrimas rodando por mis mejillas, mis compañeros junto con otros chicos mayores me estuvieron molestando porque mi padre fue enviado a prisión hace unos días. Una vocecilla —que por un momento pensé que había sido producto de mi imaginación— hizo que levantara la mirada, me topé con una pequeña rubia, sus ojos eran tan azules como el cielo y su listón rosado la hacía ver como una frágil muñeca de porcelana.

—¿Por qué lloras? —me preguntó con un tono suave y reconfortante.

—Porque mi vida es horrible —contesté haciendo que aquella niña me mirara con sorpresa.

No digas eso, estoy segura de que no lo es —dijo con una leve sonrisa tratando de levantarme el ánimo— Mi nombre es Rose, Rose Lavillant ¿Cómo te llamas?

Juleka Couffaine —contesté desganada.

Sentía unas enormes ganas —casi desesperadas— de desahogarme, me siento tan desafortunada por haber tenido esta vida... en la escuela todos se burlan de mí, y en casa el problema que sucedió con mi padre hizo que mi madre cambiara por completo su forma de ser. Comenzó a beber más de lo habitual y a golpearme por cada vez que cometía algún error por mas mínimo que fuera.

Mi color favorito —si es que se le puede considerar como un color— comenzó a ser el negro por la simple razón de que era el único con el que podía sentirme identificada.

Rose se sentó a mi lado y me dió un abrazo, el cual hizo que dejara de llorar.

—¿Quieres ser mi amiga? —me preguntó con una sonrisa.

—S-sí —contesté con timidez— nunca he tenido una amiga —añadí con una sonrisa casi inexistente.
Fin del Flashback

Mi infancia fue verdaderamente triste, si no hubiera sido por la amistad que me brindó Rose durante todo este tiempo probablemente la depresión se hubiera apoderado completamente de mí y ya no seguiría aquí. A pesar de tener tan solo once años tuve que madurar sorprendentemente por mi propio bien, y aunque no lo crean a esa corta edad realicé las primeras cortadas en mis antebrazos. Mi cambio radical de apariencia se debió a todos esos problemas, los colores ya no existían para mí y me llegué a sentir tan avergonzada e insegura de mí misma que opté por ocultar uno de mis ojos tras un largo flequillo.

Desde aquel momento en que Rose me consoló nos volvimos inseparables, tanto que incluso en la escuela algunos comenzaron dudar de nuestra sexualidad y pensaban que éramos lesbianas —hasta la actualidad— cuando en realidad sólo se trataba de dos inusuales amigas. Comencé a contarle todo acerca de mi vida privada, los problemas que tenía en casa e incluso sobre mi mal hábito de hacerme cortes cada vez que me sentía mal, como se imaginarán ella estaba en total desacuerdo con eso.

A veces no hay nada mejor que una verdadera amistad para olvidar todo el dolor y la carga emocional, alguien que te haga sentir como si todos esas cosas desaparecieran de un momento al otro y la vida tuviera un poco de sentido. En todo el tiempo que transcurrió aprendí como era tener una amiga, volví a sonreír.

Caminamos en silencio las cuadras restantes hasta llegar al "agujero gris", comencé a llamar de esa forma a mi escuela porque cada día, por más soleado que fuera se convertía en un día triste y deprimente apenas ponía un pie sobre esa gran edificación con las paredes completamente pintadas de gris. Ir a la escuela es toda una tortura para mí, aún peor cuando Rose falta a clases y mis compañeros aprovechan para encerrarme en los baños o tirar mis cosas a la basura.

Fuimos por el largo y casi interminable pasillo hasta llegar al aula, me senté en la última fila al lado de Rose y algunos susurros y risas se lograron oír, noté que una de las chicas le guiñó el ojo con complicidad a mi amiga lo cual se me hizo un poco extraño. Rose desvió la mirada con cierto nerviosismo y siguió leyendo aquel libro que estaba a punto de terminar.

—¿Sucede algo? —pregunté haciendo que ella levantara la mirada.

—N-no, no es nada —contestó con una sonrisa— Solo que fue muy extraño que Amanda me guiñara el ojo ¿No crees? —añadió para luego continuar con su lectura.

Amanda Lebeau, una de las chicas más populares de la escuela y ex-novia de Félix. Ella ha esparcido toda clase de rumores sobre mí desde que me encontró cortándome en el baño hace un par de años, se podría decir que me odia y que sería capaz de hacer cualquier cosa para arruinar mi vida.

El maestro de literatura ingresó al aula, lo bueno es que al menos podré estar atenta en clases e ignorar los murmullos de mis compañeros. Noté que había una mirada sobre mí, los ojos azules de Félix hicieron que mis mejillas tomaran un color carmesí y que mis piernas empezaran a temblar, al cruzar las miradas el rubio frunció el ceño y me dió la espalda totalmente, bajé la mirada ante aquel gesto de disgusto. Rose tomó mi hombro y me miró a los ojos con seriedad.

—No vale la pena fijarse en alguien como Félix.

—Sigo teniendo la esperanza de que él no es realmente así —contesté aún cabizbaja.

Amanda comenzó a reír burlonamente desde su lugar y me lanzó un papel arrugado con una nota en él, con algo de miedo lo tomé sabiendo que seguramente había escrito alguna cosa ofensiva.

"La inútil que se corta y la amante del rosita, ¡Qué adorable pareja!"

Fruncí el ceño y noté que al reverso estaba escrita otra nota.

"¡Deja de ilusionarte, tonta! Félix nunca se fijará en ti, ni siquiera en tus sueños"

Rose intentó evitar que le lanzara una mirada fulminante a la autora de aquellas notas, pero aún así lo hice sin pensarlo dos veces; si las miradas mataran Amanda estaría a tres metros bajo tierra. La chica solo soltó una carcajada aun más fuerte haciendo que el maestro se enfadara con ella y la mandara a la oficina del director, sonreí con satisfacción.

—Espero que no suceda nada malo en el receso —dijo Rose con una media sonrisa.

Al decir eso mi sonrisa se borró, mis latidos se aceleraron, mi piel se erizó y el temor se apoderó de mí. Todos mis compañeros —a excepción de Rose— dirigieron la mirada hacia mi lugar y me vieron con un total desprecio mientras hacían gestos con sus manos, tragué en seco sabiendo que lo que dijo mi amiga iba a ser cierto. A pesar de todas las cosas que sucedan no me rendiré, tengo la esperanza de que Félix corresponderá a mis sentimientos y mi vida será más feliz.

Saqué de mi mochila un cuaderno en el cual suelo escribir poemas por cada vez que me corto los antebrazos y separé una página para empezar a escribir uno distinto a los demás, un poema de amor dedicado a él.

La Chica de las Cortadas [Julenath]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora