Color de rosa

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Hoy es el último día de clases en esta maldita escuela, el último porque ya no puedo soportarlo más. Quiero comenzar desde cero, y vivir una nueva vida alejada de todas esas personas que solo me motivan a dañarme.

Rose Lavillant, aquella rubia de grandes y expresivos ojos azules que no llegaba al metro sesenta de estatura, aquella chica que consideraba mi mejor amiga y en la que deposité toda mi confianza... me traicionó. Los cuatro años de amistad —si es que se le puede llamar así— que tuve con ella, fueron parte de un plan que había hecho ella junto con un grupo de chicas para arruinarme, todas y cada una de las cosas que le conté de mi vida privada fueron esparcidas por toda la escuela. Obviamente terminé mi amistad con esa pequeña gran perra, pero lo malo es que me quedé completamente sola.

A veces suelo mirar por la ventana de mi habitación a los adolescentes de mi edad caminar en grandes grupos de amigos, estoy totalmente segura de que uno nace con la suerte de ser físicamente atractivo, o simplemente ser de esas personas que se atreven a tomar la iniciativa en una conversación. Los chicos reían como si su mundo fuese de color de rosa, mientras que yo solo tenía ganas de encerrarme en el baño con la pequeña cuchilla de afeitar.

Mi más grande sueño desde pequeña fue tener un amigo, un verdadero amigo. Alguien que sepa apreciarme por lo que soy y no por como luzco —toda mi escuela me conoce como "la chica emo, asocial y sin vida"— siempre he querido conocer a una persona que pueda comprenderme y confiar en mí, que me inspire a escribir poemas que no solo traten de dolor.

Se preguntarán la razón por la que me corto, la razón por la cual cometo tal atrocidad contra mi propio cuerpo, bueno, esta es la historia. Sufro de depresión, es inevitable para mí no pensar en la muerte, en que todo sería mucho mejor si desapareciera de este mundo. Se lo dije a mi madre y solo se burló de mí, me dijo que era una débil y no me apoyaría en lo absoluto. Lo intenté, hice ejercicios, traté de mejorar mi dieta, pero nada, nada me hizo sentir más aliviada que la vez que me hice el primer corte.

Mi vida no fue la mejor ni de cerca, mi padre es un alcohólico sin remedio que terminó en la cárcel por una razón que sinceramente desconozco, desde los once años nunca supe más de él ni tampoco me dan ganas de averiguarlo. Y por otro lado mi madre, es una mujer despreocupada y llena de deudas, que siempre está lamentándose porque mi padre ya no se encuentra a su lado, y vive criticándome y diciéndome cosas que hacen que mi autoestima termine casi literalmente en el suelo, además de que recibo uno que otro golpe por parte de ella por resistirme a cambiar mi apariencia.

A todos estos problemas se sumaba la escuela, o mejor llamada como "El agujero gris" —sí, gris— donde los inútiles de mi aula se dedican a burlarse de mí, lanzarme una que otra bola de papel y decirme cosas tan horribles que incluso en una sola semana me encerré en el baño tres veces a llorar y desquitarme con mis antebrazos.

Considero a mi cuaderno de poemas como un único consuelo, en el que plasmo todos mis problemas, y con el que a veces me suelo desahogar. Más de treinta poemas hablando únicamente del dolor que se expande por mis antebrazos y mi corazón al cortarme, de como se siente ver las pequeñas gotas de sangre caer sobre el piso del baño, y lo que siento al ver esas horribles cicatrices que probablemente nunca desaparecerán. Aunque no lo crean entre todos esos deprimentes poemas se encuentra un ridículo poema de amor.

Guapo, popular, adinerado y el centro de atención. Las chicas se la pasaban detrás de él como si se tratara de un perro tras su dueño, y como era de esperarse Félix aprovechaba la situación —y también se aprovechaba de ellas— Yo simplemente me enamoré del "niño bonito" sin ver como era realmente su corazón, ilusionada y cegada añadí un absurdo poema que no guardaba relación con ninguno de los otros de mi cuaderno, lo más estúpido que se me ocurrió haber hecho en mi vida.

Flashback
Luego de escribir aquel romántico poema en el que expresaba toda mi ilusión y aprecio hacia el rubio caminé por el largo pasillo hasta que lo encontré, estaba solo y sacaba algunas cosas de su casillero así que me acerqué tímidamente hacia donde se encontraba. Me sentí la persona más valiente del mundo y me declaré de una vez por todas, le leí el poema y Félix se quedó callado y me miró fijamente para luego soltar una carcajada.

—Mira, chica rara, si tengo a todas las chicas de la escuela a mis pies ¿Crees que me fijaría en una emo depresiva como tu? —dijo con un tono burlón— Por cierto, no naciste para la poesía.

Me quedé callada durante unos segundos, no podía creer que haya llegado a ser tan estúpida por enamorarme de él, me fui corriendo en dirección al baño sin importar que los demás me estén viendo y murmurando cosas sobre mí y me dediqué a llorar desconsoladamente sabiendo que nadie me ayudaría.
Fin del Flashback

Y bueno, esta es mi desastrosa vida... sin amigos y prácticamente sin familia, solo mi cuaderno de poemas y yo. Desde hoy empiezan las vacaciones, palabra que la mayoría de personas adoran escuchar y que a mí simplemente me da igual. Mi madre como casi siempre llegó a la casa muy tarde, probablemente se la pasó en alguna fiesta con sus amigos así que no tuve ganas de acercarme saludarla, darle un beso en la mejilla y sentir su aliento a alcohol.

La Chica de las Cortadas [Julenath]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora